El asesino alias 'Pablo Catatumbo', cabecilla de la estructura de las Farc, responsable de la masacre de los 11 diputados del Valle del Cauca, reconoció que el grupo guerrillero ha causado víctimas y afirmó que están prestos a “ir preparando el camino que conduzca a la manifestación de nuestro sentimiento de pesar por lo que ha acontecido”. Léase bien: “sentimiento de pesar”, no pedir perdón.
La declaración ha sido registrada como un avance en el proceso, pues los voceros de la organización habían insistido que las víctimas eran imputables al conflicto armado y en últimas al Estado.
Empero, como todo en las Farc no es gratuito. El anuncio de Catatumbo está sujeto a una compleja estrategia que busca cambiar por completo la narrativa sobre las atrocidades por ellos perpetradas.
Uno de los ámbitos en que se deben analizar los grupos terroristas, en el marco de una guerra irregular, es el de la narrativa. La narrativa es mucho más importante para el cumplimiento del objetivo político que las acciones violentas; en ella radica la justificación de la existencia del grupo y de los medios que emplea. La narrativa en últimas es la que determina quién es legítimo, lo cual es crucial en una guerra irregular que es por la legitimidad. ¡Eso lo saben muy bien los camaradas!
Es clave para las Farc. Si suscriben un “acuerdo de terminación del conflicto” no significa que el grupo desaparezca o que sus pretensiones no se vayan a realizar. Lo que esto implica realmente es que cambian el énfasis en la forma de lucha: apostarán, como lo anunció Alfonso Cano en mayo de 2011, por “un proceso de participación ciudadana masivo que encause a Colombia hacia el socialismo”.
Para lograrlo requieren que las Farc sean exorcizadas de sus atrocidades y que se reescriba la historia para que aparezcan como revolucionarios y luchadores por la libertad y la justicia social, no como narcotraficantes, masacradores, reclutadores y criminales de lesa humanidad.
Lo que buscan es transferir su responsabilidad y la del Partido Comunista Colombiano, que fue el que tomó la decisión de organizar una guerrilla para hacer la revolución, al conjunto de la sociedad colombiana. Desde esa perspectiva la responsabilidad de la violencia no es culpa de las Farc, sino de una sociedad y un Estado que las obligó a tomar las armas. Nos quieren convencer que fuimos todos los colombianos los que efectuamos los secuestros y las desapariciones, apretamos el gatillo y detonamos las bombas. Ese propósito es el que persiguen al proponer al país un día de “reflexión y contrición”, un día de arrepentimiento de una culpa cometida, de una culpa colectiva.
En unos años, como ocurre hoy cuando alguien se atreve a reclamar a los exmiembros del M19 por la toma del Palacio de Justicia, quienes reclamen por el asesinato de los 11 diputados serán tachados como elementos extremistas y negativos para Colombia. Las FARC habrán conseguido limpiar la sangre de sus víctimas, sin justicia, con declaraciones formales de responsabilidad, con impunidad y elegibilidad. ¡Inaudito!
La narrativa es un campo de confrontación que no se puede descuidar. La verdad no puede ser la que escriban los asesinos. La lucha continuará con las FARC aún si hay “Acuerdo de Paz”. No se puede aceptar que a criminales se les conceda el derecho a la participación política. El desafío es evitar que las FARC gobiernen a Colombia.
@RafaGuarin
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¿A cambio de qué Farc reconocerían víctimas?
Jue, 22/08/2013 - 01:09
El asesino alias 'Pablo Catatumbo', cabecilla de la estructura de las Farc, responsable de la masacre de los 11 diputados del Valle del Cauca, reconoció que el grupo guerrillero ha causado víctimas