Colombia entera necesita hacer una Catarsis

Lun, 22/10/2018 - 04:43
Es tal el número de violencias que padecemos en este país que definitivamente por salud mental urge hacer una liberación y/o purificación emocional a través del cuerpo y de la mente. El recuerdo
Es tal el número de violencias que padecemos en este país que definitivamente por salud mental urge hacer una liberación y/o purificación emocional a través del cuerpo y de la mente. El recuerdo de un hecho violento, de los duelos no resueltos y eventos traumáticos dejan una huella casi siempre profunda y terminan perturbando la armonía que necesitamos, el equilibrio que tanta falta nos hace, la felicidad que nos merecemos y que siempre buscamos pero sobre todo el bienestar emocional, fundamental para vivir en paz con nosotros mismos y con los demás. Es un error creer que sólo las victimas de cualquier tipo de violencia son las únicas que necesitan experimentar la expulsión de las emociones negativas y recuerdos. También podemos cargarnos con este dolor cuando estamos cerca de quien lo vive, un familiar o un amigo, o porque lo presenciamos en la calle o en nuestro trabajo. Puedo afirmar que en nuestro país es casi imposible no cargarse de este dolor por la violencia y la intolerancia, todos los días lo escuchamos, lo vemos y leemos en los diferentes medios de comunicación o por boca de nuestro vecino o compañero de trabajo. Podemos preguntarle a cualquier colombiana o colombiano si al terminar el día no sienten a veces ganas de llorar, después de escuchar la noticia de un niño o niña asesinada o secuestrada , de mujeres violentadas y de innumerables atrocidades principalmente contra las personas más vulnerables. Yo creo que la respuesta es afirmativa, pero también esta lo que de manera inconsciente nos puede despertar todas estas noticias, el sentimiento de miedo, de rabia o de frustración que también vivimos en nuestra cotidianidad, porque nos sentimos en peligro en el transporte público, porque fuimos maltratados por nuestro jefe o pareja, o porque también fuimos violentos al corregir a nuestros hijos. Pero no lloramos, nos contenemos, porque estamos obligados a ser fuertes, es mejor negar nuestras emociones, no queremos vivir en el dolor, nos sentimos superhéroes con el control de nuestros sentimientos, porque la fragilidad está mal vista, esa condición tan humana que nos permite conectarnos con nuestro propio interior pero que al tiempo nos permite generar empatía y solidaridad con los demás. Mi invitación es a que nos demos la oportunidad de recobrar el derecho a llorar, a ser frágiles, lo necesitamos en un país y una sociedad que nos carga a diario con emociones que si no se liberan o expulsan, tarde o temprano nos van a hacer mucho daño, no sólo a nosotros, sino a quienes nos rodean, a quienes queremos. No liberar este dolor contribuye también a perpetuar los ciclos de violencia. Por favor, tomemos un espacio para hacer catarsis, para llorar, para purificar el alma, para liberarnos de las cargas emocionales que no nos permiten vivir a plenitud. Podemos hacerlo cantando, bailando, leyendo, escribiendo, lo podemos hacer de manera individual o colectiva, gritemos, expresemos nuestras emociones, pero siempre, como lo dice el doctor Santiago Rojas, de una forma positiva, la catarsis nunca puede buscar dañar a nadie, nuestra catarsis no puede ser excusa para violentar o maltratar porque se pierde su efecto curativo. Martha Ordóñez
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