Cuando se tiene una vida perfecta...

Sáb, 15/02/2014 - 17:07
Reseña crítica del libro “ El cielo ha vuelto ” de Clara Sánchez

 “El que no se esfuerza en buscar no tiene derecho a encontrar.”

C.S.

Patricia es una
Reseña crítica del libro “ El cielo ha vuelto ” de Clara Sánchez  “El que no se esfuerza en buscar no tiene derecho a encontrar.” C.S. Patricia es una chica joven a quien la fortuna sonríe: es modelo de pasarela, guapa, talentosa, adinerada, reconocida y exitosa. Casada con un hombre apuesto, pintor poco conocido, pero de quien está profundamente enamorada. Difícil imaginar un mejor cuadro de vida; una situación de privilegio de la cual ella es consciente, así como su entorno que la envidia y no siempre con buenas intenciones. Quiso el azar que en un viaje de trabajo compartiera silla en el avión de regreso de la India con Viviana, una desconocida quien no bien entablada una conversación le vaticinó que alguien de su entorno buscaba hacerle daño, buscaba su desgracia y su muerte. La modelo, protagonista de la narración, apenas si le prestó oídos y evitó el diálogo. Al regreso a Madrid, Patricia empieza a notar que una serie de insucesos se vuelcan sobre ella: accidentes corporales, intrigas laborales, dudas amorosas, dificultades familiares. Hechos que la llevan de inmediato a recordar la predicción de su azarosa compañera de vuelo. La contacta, entonces, con el ánimo de entender esa frase pronunciada. Así comienza una serie de viajes a Barcelona en donde reside Viviana, y un asiduo contacto que la vuelve dependiente de los pronósticos y “tratamiento” de la adivina. Viviana es una especie de pitonisa a quien su malograda vida ha colocado en una ruta en donde el esoterismo se le impone como fuerza invisible a la que atiende y cultiva para su satisfacción intelectual y en parte económica. La primera mitad del libro transcurre lenta, sin interés aparente, con lo cual el deseo de abandonar la lectura surca las sienes; salva la situación un perseverante esfuerzo de disciplina; y afortunadamente porque la segunda mitad el libro cambia radicalmente, el ritmo se acelera, la trama se complica para darle relevancia y acentuar el deseo de descubrir quién es el personaje que desea hacer daño a la protagonista. En lectura usualmente la constancia paga, como mínimo para poder juzgar un libro en su integralidad. El libro es una mezcla de esoterismo, thriller y reflexiones psicológicas que terminan para bien enganchando al lector. A lo largo de los diferentes episodios que acontecen o que se develan a la protagonista, la vemos madurar, salir de ese letargo en que se halla sumergida como consecuencia de su éxito. Un recorrido evidente de niña frívola, irreflexiva y cursi a una mujer que da valor a sus propios actos, más analítica, menos cándidamente entregada y confiada en los demás, y consciente de que en general su entorno, incluida su familia, la buscan porque les aporta dinero a manos llenas. A través de Patricia se nos presenta un caso bien interesante en el que se busca valorización ante los demás por el aporte económico que se les hace; esto permite desentenderse de las personas como tales, cubriendo la necesidad de relacionamiento y genuina afección mediante dádivas materiales. Un caso corriente que la experiencia demuestra que suele crear vínculos irreales, dependencias que no son de corazón, rencores silenciosos, insinceros y ficticios agradecimientos que cesan cuando, por algún motivo, la ayuda material finaliza. A colación la frase que Viviana le lanza: “–No te preocupes. ¿No te das cuenta de que te preocupas demasiado por los demás? Los vuelves débiles. Todo el mundo se las arregla para sobrevivir.” Aquí la frase hace referencia a la preocupación material que la protagonista experimenta hacia los demás. Tal vez el interés del libro radica en la puesta en escena de hechos y frases de filosofía corriente, esas que tenemos tendencia a ignorar, o que por obvias no les prestamos atención y, sin embargo, cuán ciertas son. Veamos algunas de ellas: “No hay que darlo todo en el amor, siempre hay que reservarse un poco”, “El rencor y el odio me ayudaban a no dejarme aniquilar” u otras que ameritan un mejor análisis: “El amor es una enfermedad llena de indignidad y cobardía”. Sí, el libro tiene moraleja: todo lo que brilla no es oro, la vida perfecta no existe, lo es solamente en la medida en que queremos ignorar la realidad, en la medida en que queramos ver solo la superficie, en que no tengamos una introspección adecuada o no analicemos el mundo y nuestra interacción con él. Por eso, no en vano, suele decirse que la felicidad es para los tontos, alguna dosis de lucidez desmorona la dicha permanente que creemos tener. Los aspectos esotéricos presentes en el escrito le dan un tufillo de Paulo Coelho o de Ángela Becerra, lo que no es un cumplido para la escritora Clara Sánchez. Por fortuna, estos tienden a transformarse a lo largo de la novela en presentimientos premonitorios o en análisis emocionales y psicológicos más que afirmarse en supercherías, así la molestia se desvanece. Clara Sánchez (Guadalajara, 1955) es la escritora del libro. Española bien reconocida en el ámbito de las letras con varias novelas a su haber, así como acreedora de importantes galardones, como el Premio Alfaguara 2000 (“Últimas noticias del paraíso”) y el Premio Nadal 2010 (“Lo que esconde tu nombre”) que la propulsó exitosamente al mercado internacional. La novela aquí tratada (“El cielo ha vuelto”) obtuvo el Premio Planeta 2013. Si bien es un libro que recomiendo, no podría decirse que sea una obra que deje profunda huella ni que impacte por un estilo sobresaliente; lo pondría en el puesto de las lecturas rápidas y entretenidas, que logra una magnífica descripción y creación de personajes; no estoy seguro siquiera que sea el tipo de libros que quisiera ver en el estrado de los prestigiosos premios Planeta. A título de colofón, transcribo una frase de Irina, la jefe de Patricia, que habla por sí sola: “Irina solía decir que nadie tiene tiempo de buscar en el interior de las personas, que ese interior hay que darlo servido. «Hay que gritarle al mundo entero quién es uno, porque el mundo está distraído en otras cosas.» Para ella no tenía sentido la palabra «profundo». Todo lo que no se veía no existía.”
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