Recuerdo que en el año de 1.962 leía en el parque San Francisco, de Ocaña, mi tierra natal, donde se había llevado a cabo la histórica Convención de 1.828, el libro escrito por el periodista y parlamentario del MRL Ramiro Andrade Terán que se titulaba: “Cuba el vecino socialista” y que prologaba, en forma magistral, el entonces profesor universitario Alfonso López Michelsen.
En la isla había triunfado, tres años antes, el emblemático Movimiento “26 de Julio” conducido en forma brillante por el aguerrido conductor de masas Fidel Castro Ruz y una pléyade de jóvenes dirigentes: Raúl Castro, el Che Guevara, Camilo Cienfuegos y Almeida entre otros, comenzaban a orientar una revolución socialista que estaba rompiendo el equilibrio hegemónico de los EE.UU. situado, quien lo creyera, a escasas 90 millas de su territorio.
El Movimiento Revolucionario Liberal - MRL –, que surgía en Colombia como nueva alternativa política opuesta al Frente Nacional, organizado y orientado por Alfonso López Michelsen y Álvaro Uribe Rueda, manifestaba en foros y plazas públicas su clara simpatía por la Revolución cubana. Adherían fervientemente a este compromiso connotados dirigentes, reconocidos intelectuales y profesores universitarios de talla internacional, como lo eran Indalecio Liévano Aguirre, Eduardo Umaña Luna y Héctor Abad Gómez, entre otros.
Años posteriores (1974) Alfonso López llega a la presidencia de la República y restablece las rotas relaciones de Colombia con Cuba. Fue su canciller Indalecio Liévano y el ardoroso e inteligente senador de la república Uribe Rueda, quienes clamaban desde el Senado de la República por una política social más profunda y efectiva, como debía corresponder a un Partido Liberal que había recogido el pensamiento social democrático del dirigente de la Guerra de los Mil días, Rafael Uribe Uribe.
La revolución cubana que había triunfado en enero de 1.959. Implementó una serie de medidas que golpearon los intereses de capitalistas norteamericanos, sobre todo las grandes posesiones en tierras dedicadas a la producción azucarera, expropiándolas y articulándolas a su proyecto central de reforma agraria.
Por esta razón, desde muy temprano comenzaron a agrietarse las relaciones diplomáticas entre los dos países y se tornaron en unas relaciones contrariadas que con el paso del tiempo terminaron rompiéndose estruendosamente. El 20 de octubre de 1.960 los EE.UU. embarga las exportaciones cubanas y tres meses después, en enero de 1.961, los dos países rompen sus relaciones diplomáticas.
En abril del mismo año, los EE.UU. promueven y respaldan la invasión a Bahía Cochinos, que fracasa ante la cerrada defensa que el pueblo cubano hace de su Revolución. Fidel, frente a la gravedad de la situación declara públicamente a la isla como socialista, marxista y leninista, la Unión Soviética entra a respaldar con todo su apoyo a Cuba y en octubre de 1962 se presenta la grave crisis de los misiles nucleares en el Caribe que tuvo al mundo ad portas de una tercera guerra mundial. Los EE.UU. profundizan el bloqueo económico y diplomático contra Cuba, que con el tiempo pierde toda su fuerza cuando la comunidad internacional, sistemáticamente, año por año, vota en las Naciones Unidas el fin del bloqueo.
Es precisamente a raíz de estos acontecimientos que el profesor universitario y político de la oposición Alfonso López Michelsen prologa el libro mencionado y sostiene la visionaria postura: Los EE.UU. deben respetar cualquier forma de gobierno que implemente Cuba, mantener relaciones sanas y normales que faciliten un ambiente de comercio y cooperación entre los dos países, ubicados a escasas 90 millas uno del otro.
Tendrán que transcurrir 54 años para que las sabias palabras expresadas por el ex presidente López Michelsen se cumplan y el pasado 18 de diciembre los presidentes Barak Obama y Raúl Castro, presidentes de EE.UU. y Cuba respectivamente, le anunciaron al mundo el acuerdo de restablecer sus rotas relaciones. El presidente Obama manifestó que “El aislamiento no ha funcionado. Es el momento de un nuevo enfoque hacia Cuba. Todos somos americanos”. Del mismo modo, el presidente de Cuba Raúl Castro respondió diciendo: “Esta decisión del presidente Obama merece el respeto y reconocimiento de nuestro pueblo” y agradeció el valioso apoyo brindado por su Santidad, el Papa Francisco, al proceso de distensión.
Los presidentes de América Latina manifestaron su complacencia ante el significativo hecho histórico, entre ellos Juan Manuel Santos de Colombia quien expresó: “Es un paso fundamental para la normalización de las relaciones entre los dos países, que va a repercutir en todo el hemisferio”. La presidenta de la Argentina Cristina Fernández, manifestó: “Estamos muy felices como Argentinos, como americanos del sur, como militantes políticos, por todo esto que creíamos que nunca se iba a ver” y remató el presidente de Venezuela Nicolás Maduro diciendo: “Hay que reconocer el gesto del presidente Barack Obama, un gesto de valentía y necesario en la historia”.
Estamos convencidos que vendrá una nueva era de Paz y progreso para nuestras naciones. Cuba y EE.UU. tienen la inmensa responsabilidad histórica de enseñarles a las nuevas generaciones que es posible trabajar armónica y eficazmente por el bienestar de nuestros ciudadanos, respetando las diferentes formas de democracia que consideren válidas y acertadas nuestros pueblos. Deseamos que este artículo sea un homenaje post mortem al estadista visionario que fue Alfonso López Michelsen, al recomendar a estas dos naciones mantener respetuosas relaciones diplomáticas por encima de sus diferentes visiones políticas y democráticas.
Nota: Mis fraternales y buenos deseos para todos al iniciar este nuevo año 2.015. Que la Paz y la convivencia sean una realidad entre nosotros.
Exembajador de Colombia.
Cuba y EE.UU. Una relación contrariada
Mié, 14/01/2015 - 05:02
Recuerdo que en el año de 1.962 leía en el parque San Francisco, de Ocaña, mi tierra natal, donde se había llevado a cabo la histórica Convención de 1.828, el libro escrito por el period