El lunes pasado vi en la televisión las imágenes trasmitidas por Canal Capital de la manifestación en la Plaza de Bolívar convocada a través de las redes por los seguidores de Gustavo Petro y por él mismo, a través de trinos enviados desde su cuenta de Twitter, que no dejaron de causarme mucha preocupación y cierto temor como si ya hubiese presenciado esas escenas con resultados catastróficos. Me di cuenta que sufría de una especie de dejà vu o de paramnesia, experimentando un falso recuerdo de unos hechos que por primera vez se daban en Bogotá, un alcalde recién destituido llamando a la movilización y calificando de golpe de Estado a una decisión de la Procuraduría. Tan sólo en la mañana del martes descubrí el origen de la confusión en mis recuerdos: lo que vi en Canal Capital se asemeja a escenas que vi hace años de películas sobre Adolfo Hitler dirigidas por la muy joven y talentosa cineasta -para esa época-, Leni Riefenstahl, quien de manera grandilocuente realizó los más impactantes documentales de propaganda de la historia.
Otro dictador que se dio el gusto de utilizar al cine como medio de propaganda política y personalista fue Francisco Franco, llevando a la pantalla el argumento de una de sus novelas en la película Raza, producida por el Estado español entre 1941 y 1942 en donde se incluyeron escenas documentales de la guerra civil.
No es de extrañar que el director y el equipo de Canal Capital se sintieran inspirados ante la elocuencia y la capacidad de mover multitudes del destituido alcalde y dar lo mejor de sus capacidades llevando a las pantallas de los colombianos el discurso y las arengas pronunciadas por Petro desde el balcón de la alcaldía a un nutrido grupo de simpatizantes en los que se distinguían muchos empleados públicos. Pero la inspiración llegó más lejos convirtiendo no solo al Canal si no también a su página de Internet, que deberían estar al servicio de la comunidad, en un medio de hacerse auto propaganda este alcalde que se caracteriza por tener la menor popularidad en la historia de la ciudad.
Este medio, junto a otros, han querido magnificar la movilización promovida, en un gesto cercano a los de sus amigos chavistas, por Petro, olvidando que más de 650.000 bogotanos firmamos por una revocatoria que reclamamos como un derecho ya que desde que se entregaron las firmas a la Registraduría, ha sido burlada de la manera más descarada por Petro y su equipo de abogados.
Desde hace un buen tiempo me he venido preguntando por qué los medios han rechazado tan categóricamente la revocatoria desde que fue promovida por Miguel Gómez. La respuesta no podría ser más simple: no hace falta sino repasar las páginas y páginas de costosa publicidad que ha caracterizado a esta administración. Por eso no es de extrañar encontrar en el editorial de un periódico, de los que ha sido beneficiado ampliamente con publicidad de la alcaldía, cuestionamientos graves a la decisión del Procurador en este caso específico cuando ha guardado silencio, este mismo diario, con anteriores destituciones e inhabilidades a funcionarios públicos. El alcalde destituido ha sabido llenar de pauta publicitaria a los medios y por eso no es raro encontrar este tipo de reacciones a una decisión de la Procuraduría, dictada después de una larga investigación y de haber escuchado los descargos durante muchos angustiosos meses. Lo que sí es muy raro es que a pesar de la contundencia de las faltas, se haya tomado el procurador todo un año para llegar a una sanción.
En Guayaquil, Ecuador, su ejemplar alcalde, Jaime Nebot, no gasta nada en publicidad -apenas 20.000 dólares mensuales en anuncios de interés público como la apertura de una biblioteca o de una piscina o la programación de un concierto, unos talleres o conferencias-.
¿Por qué nos acostumbramos a ver derroches en publicidad cuando la ciudadanía sabe perfectamente que esos lujos tan sólo se los dan pocas marcas y comercios, siendo dineros que se derrochan tan sólo con el fin del autoelogio del gobernante de turno? Con tantas necesidades urgentes podrían ser dineros que sirvieran al bienestar de los ciudadanos y sabemos muy bien que tener de aliados a los medios genera una arrogancia que abre las puertas a múltiples posibilidades de engaño y desinformación.
La prensa en Colombia no se ha caracterizado por su independencia de criterio y de neutralidad, muy por el contrario durante décadas hemos presenciado cómo se rigen por intereses particulares de orden político y económico que hacen de la información un arma poderosa que sale a relucir con facilidad en vísperas de elecciones. Muchas veces no se requieren nuevas alianzas porque ya están acordadas de antemano como se ha venido viendo con mayor frecuencia en los años recientes.
Las imágenes y la información que están ofreciendo en estos días Canal Capital y su página Web junto a muchos otros medios convierten lo que se inició con trinos en truenos. No hay sutileza, ni siquiera pudor de parte de Canal Capital al hacer ruido aprovechándose de un medio de comunicación que no es para el servicio de un alcalde destituido si no para que los bogotanos contemos con una información veraz y profesional.
De los trinos a los truenos
Mié, 11/12/2013 - 04:53
El lunes pasado vi en la televisión las imágenes trasmitidas por Canal Capital de la manifestación en la Plaza de Bolívar convocada a través de las redes por los seguidores de Gustavo Petro y por