Me parece profundamente errada la posición de medios como el New York Times cuando se niegan a publicar las viñetas de humor de Charlie Hebdo por considerar que son provocadoras e incitan a la violencia religiosa.
Guardadas las proporciones, esto sería parecido a lo que dicen los machistas para justificar su violencia: que el vestido era provocador, que la cantaleta inaguantable, que estaba borracha… Pues sí, puede ser que una mujer se exhiba o alegue demasiado o tome mucho trago, pero nada justifica la violencia contra ella, como nada puede justificar la violencia contra la prensa o cualquier tipo de violencia. La violencia nunca será el camino de resolver los conflictos.
Para algunas personas las acciones violentas son provocadas por la actitud de las víctimas y no por la intransigencia del victimario como sería el caso de las doce muertes causadas por un par de islamistas fanáticos que intentaron acallar al semanario de humor y “vengar al profeta”.
La libertad de prensa no provoca, ¡libera!. Lo que genera violencia en cambio sí es el silencio frente al fanatismo, la resignación ante el totalitarismo, la sumisión frente a la fuerza bruta de las armas. Lo contrario sería tan absurdo como aceptar que 400 niñas inocentes provocaron su secuestro por la organización islámica Boko Hanan o que Malala, premio Nobel de Paz hubiese sido responsable de la bala que le traspasó la cabeza por empeñarse en ir a la escuela, o que los trabajadores humanitarios degollados frente a una cámara por el Estado Islámico, generaron su propia desgracia por haber nacido occidentales.
De ninguna manera son aceptables estas falaces justificaciones de la violencia. Rechazo solidaria como persona y como periodista los asesinatos de los caricaturistas de Charlie Hebdo así como las muertes de inocentes que cayeron en esa barbarie religiosa.
Hacer caricatura o humor gráfico es trabajar desde la metáfora para mostrar, mediante la comparación o la exageración, los rasgos cuestionables de una persona o de una situación. El humor es una forma crítica de comentar la realidad. ¿Pero acaso no son precisamente eso los libros sagrados? ¿Metáforas de la historia? ¿Explicaciones simbólicas de la vida?. Porque imagino que ni el propio Papa Francisco, con toda su inteligencia, se tragará el cuento de que el universo se creó en siete días y que a Eva la hicieron de una costilla de Adán.
Son cuentos, metáforas que permiten una explicación teológica de fenómenos naturales y nadie en su sano juicio justificaría que algún ateo o seguidor fanático del evolucionismo realizara un atentado contra el Vaticano o contra una Mezquita por intentar difundir su forma de ver de la realidad.
En eso consiste la libertad de cultos, en permitir que cada religión arme su propia metáfora de la vida por encima de las pruebas científicas. Los libros sagrados como la Biblia y el Corán son, por decir lo menos, caricaturas de sus respectivas teologías y por supuesto caricaturas de la realidad científica.
Por mucho que se disienta de ellas, por primitivas que les puedan parecer a algunos, sus explicaciones de la vida y la muerte merecen respeto y sobre todo merecen garantía de divulgarse en libertad. Eso mismo merece la prensa, incluyendo humoristas y caricaturistas, sin importar la ideología que defiendan o la visión del mundo que proclamen. ¡Je suis Charlie!.
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De una caricatura a otra
Mar, 13/01/2015 - 04:08
Me parece profundamente errada la posición de medios como el New York Times cuando se niegan a publicar las viñetas de humor de Charlie Hebdo por considerar que son provocadoras e incitan a la viole