El derecho de Juzgar

Mié, 13/02/2019 - 14:25
En Colombia estamos mal acostumbrados a soportar día a día situaciones inhumanas que nos rompen el corazón y a veces el alma a la mayoría de los colombianos.

Digo mal acostumbrados porque los h
En Colombia estamos mal acostumbrados a soportar día a día situaciones inhumanas que nos rompen el corazón y a veces el alma a la mayoría de los colombianos. Digo mal acostumbrados porque los hechos que suceden en nuestro país nos han vuelto de alguna manera insensibles ante tantos casos de asesinatos, abusos, corrupción, etc, etc, etc, al punto que poco reaccionamos frente a este tipo de hechos. En otros países los escándalos logran generar reacciones positivas en la sociedad, por ejemplo en Finlandia la presión de la sociedad ante el escándalo de los “Panama Papers” hizo renunciar al primer ministro Sigmundur David Gunnlaugsson. Aquí desafortunadamente reaccionamos, pero de manera negativa, y lo hacemos para criticar y aún peor lo hacemos para juzgar. Somos una sociedad con una sed insaciable de criticar, lo hacemos con los vecinos con los enemigos, con los amigos y hasta con la familia, nos gusta, parece que lo lleváramos en la sangre, pareciera que estamos preparados genéticamente para juzgar a las personas y decirles a sus espaldas como deberían, ser, actuar y hasta pensar, creo que nos gusta ver la paja en el ojo ajeno. Me afirmo en este concepto cuando veo la polarización que impera en nuestro país ante cualquier evento, tragedia, accidente, suceso u acontecimiento, por no mencionar el tema político que es inmensamente más explícito. Somos demasiado radicales y adoptamos posturas extremas de acuerdo a la situación de manera muy fácil sin siquiera ahondar en el contexto de las situaciones. Pero quién nos dio ese derecho, quiénes somos para juzgar con tanta severidad a los demás, acaso está consagrado en algún parágrafo o artículo de cualquier documento, creería que no, por el contrario he leído todo lo contrario. El principal problema de juzgar es que obviamos el contexto y nos volvemos radicales, dejando por fuera considerar ponernos en el lugar de los demás, únicamente para tratar de entender las motivaciones de las personas frente a sus acciones. No hablo de entender a los asesinos, violadores, corruptos ni mucho menos, pero en algunos casos las personas actúan porque las circunstancias los han arrastrado a cometer acciones en contra de la sociedad, y es que algunas veces el contexto puede cambiarlo todo. Mi reflexión va encaminada a que si tal vez nos detuviéramos un segundo a pensar en los demás, en sus motivaciones, si tan sólo fuéramos un poco más humanos a la hora de elevar nuestras críticas, si pudiéramos comprender que no todas la veces tenemos la razón, o que la razón no es absoluta Lograríamos avanzar como país y reduciríamos tanto odio que existe en nuestra sociedad.
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