El ‘elefante’ fronterizo

Sáb, 29/08/2015 - 15:29
La expulsión masiva de colombianos desde Venezuela sin que medie un proceso de deportación con garantías no es otra cosa que un desplazamiento forzado, un delito de lesa humanidad. Es similar a cua
La expulsión masiva de colombianos desde Venezuela sin que medie un proceso de deportación con garantías no es otra cosa que un desplazamiento forzado, un delito de lesa humanidad. Es similar a cuando, la guerrilla terrorista o grupos paramilitares, sacan de forma violenta a los campesinos que les toca huir con lo que tienen puesto y dejándolo todo. Esos colombianos que llegan a diversas poblaciones de la frontera presentan similares condiciones. Con un agravante, con la dignidad rota, destrozada por los abusos de las autoridades vecinas. No hay ninguna coherencia en el gobierno de Venezuela que argumenta que tras estas personas están las mafias paramilitares o contrabandistas. Nunca se ha sabido de acciones similares contra los guerrilleros de las Farc y el ELN que, en campamentos al otro lado de la frontera, logran evadir las acciones del Ejército de Colombia. Eso sí, se sabe que secuestran y trafican. Pero es que no es nada nuevo que el "troglodita" que gobierna a Venezuela, como lo llama el Presidente Fox, acuda a acciones como estas para evadir la presión por la muy grave situación social que se vive allá. Y menos que responsabilice a los colombianos de lo que sucede en ese país. Lo ha hecho con los expresidentes, con los empresarios, se ha metido con los medios de comunicación  y ahora con los colombianos que han hecho vida en  las zonas de frontera. Conduce Maduro una agenda noticiosa a la que le hacen coro aquí y allá, pero ahora está generando muy graves condiciones para familias despedazadas por lo atrabiliario del proceder ‘veneco’. Se veía venir, era cuestión de tiempo. El exmandatario Andrés Pastrana lo había advertido y numerosos estudios habían lanzado las alertas, pero claro, en el alto gobierno no hay voluntad para escuchar estos llamados. Es una violación sistemática de todos los tratados internacionales y de  las normas de la Convención Americana de Derechos Humanos, el protocolo Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, la Carta Africana de Derechos Humanos y la normativa de migraciones. Además, se está generando una corriente de xenofobia muy negativa en cualquier escenario del mundo. Se han violentado de manera cruel los derechos de los niños, es aberrante el trato al que han sido sometidos los menores de edad de las familias que han sido sacadas a culatazos. Ahora resulta que, cuando comenzó la crisis, el gobierno de Juan Manuel Santos no acudió a las instancias internacionales porque confió en la voluntad de Maduro para buscar una solución, que torpeza. Que falta de decisión y de protección de los colombianos. Lo hemos visto en la frontera sur con Ecuador, en alta mar con Nicaragua y de manera repetida con Venezuela. No hay carácter. Estamos ante un enorme ‘elefante’ que ha acosado de manera permanente a los compatriotas que llegaron a Venezuela por diversas razones. Y claro, las acciones de UNASUR han sido paquidérmicas y en el gobierno de Santos todavía confían que el expresidente liberal Ernesto Samper entre a solucionar la crisis, cuando está claro que su alianza con el Chavismo es evidente. La Canciller insiste en convocar a este organismo. Sin necesidad de una bola de cristal, todos sabemos que nada va a salir de allá más que simples declaraciones de paz, anuncios de buena voluntad y llamados por el entendimiento entre pueblos hermanos, saludos a la bandera. No más UNASUR, así lo han pedido varios partidos, entre ellos el Conservador que considera que este organismo es ineficaz, invalido e inútil. Los diálogos de La Habana tienen relación estrecha con lo que ocurre en las relaciones colombo-venezolanas. Como era de esperarse, los negociadores de las Farc, que se siguen identificando con sus alias, se pusieron del lado de Maduro y dicen que Venezuela es “soberana”. Claro, la alianza del Castro-Chavismo con las terroristas Farc es de vieja data. Esa es realmente la pesadilla de Juan Manuel Santos, ya que, por efectos de la crisis en la frontera, es inevitable que se genere ruido en las conversaciones en Cuba y se radicalice la posición de la guerrilla que a la fecha ha tenido acciones dilatorias y se aleje de la obsesión del presidente de Colombia de firmar acuerdos a cualquier precio. Y más allá del conflicto político internacional, del cual, sin duda, no saldrá nada, lo más importante es recibir, atender y devolver la esperanza a los colombianos que, apaleados y arruinados, llegan a buscar cómo sobrevivir. De entrada los han recibido los delegados de Santos, y él mismo, con un menú promesero y populista que no quisiera ver tan confuso y poco realizable. Dios quiera y se tomen medidas no solo de atención inmediata, sino de restablecimiento de los derechos, que las carpas que hoy registran los medios albergando a los desplazados, no se conviertan en sus moradas permanentes al estilo de los damnificados de Haití. Que esas comunidades que llaman de invasión no se constituyan en otra evidencia de la negligencia estatal. Ahora, es importante contextualizar esta crisis desde algunos datos sobre la economía de Venezuela: Según el más reciente estudio de Bank of America, la inflación anualizada a junio de 2015 se ubica en 172.4%, las importaciones se han contraído en 31.8%. El FMI prevé que la economía del vecino país será la última de la región al final de 2015. El mismo organismo proyecta que Venezuela será el país con el mayor desempleo en la región por encima del 10%. Lo del desabastecimiento ya es crítico y los precios del petróleo se mantienen a la baja dentro de la nueva era energética que las potencias establecen. Ante este panorama en Venezuela, Nicolás Maduro decide que los colombianos, que  no son potentados, ni empresarios, son los responsables de la debacle y del inconformismo creciente en un caldo de cultivo que no auspicia nada bueno en la región. PD: Sigo sin entender la acción de Maduro y la reacción de Santos.
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