El embajador ante EE.UU removido y la verdadera cónsul de Nueva York

Lun, 29/07/2013 - 09:02
La salida obligada del embajador de Colombia  ante los Estados Unidos y el desempeño del servicio consular de Colombia  en Nueva York no son sino una  mu

La salida obligada del embajador de Colombia  ante los Estados Unidos y el desempeño del servicio consular de Colombia  en Nueva York no son sino una  muestra en pequeño  del fracaso del servicio exterior patrio.

El embajador ante los Estados Unidos, Carlos Urrutia,   se retira para defenderse… y se defiende para retirarse: El embajador  de Colombia ante los Estados Unidos  acaba  de renunciar aduciendo que se retira para enfrentar las acciones  legales que se adelantan en su contra, que no son otras distintas a las formuladas por la Red de Veedurías Red-Ver  ante el Consejo Superior de la Judicatura  y Fiscalía General de la Nación, entre otras, como lo registraron, en su momento, los medios de comunicación. Como se recordará la firma  de abogados de la que el mismo era socio hasta incorporarse al servicio diplomático -en el cual no tenía  ninguna  experiencia- revela dos aspectos significativos: que como abogado gracias  a maniobras de su bufete, esto es siendo socio del mismo, se crearon varias personas jurídicas  nacionales con las que se quedaron con miles de hectáreas en el Vichada, destinadas a campesinos pobres, pero que gracias a esas maniobras “jurídicas” -o mejor antijurídicas-  le entregaron a empresas nacionales y extranjeras miles  de hectáreas de tierras. Lecciones que deja el cargo en el servicio diplomático más importante del país Ya iba siendo hora  que las autoridades disciplinarias y penales se ocuparan de los casos de posibles actos de corrupción con relación al ejercicio de la profesión de abogado, al más  alto nivel, y dejaran de ocuparse de sancionar e investigar a abogados de cafetería, vale  decir de aquellos cuya magnitud y trascendencia de su actividad en el desempeño del conjunto del andamiaje institucional es prácticamente trivial, irrelevante, y socialmente intrascendente… en este caso estamos  hablando de uno de los bufetes de abogados más reconocido del país… lo que dejaría entrever que en materia del ejercicio profesional el prestigio tampoco va de la mano de la pulcritud…  Carlos Urrutia ¿Carrera diplomática o diplomático a la carrera? Mientras que el servicio diplomático en los Estados Unidos los diplomáticos   designados por conexiones políticas más que por meritos propios son la minoría - así del 35% en el gobierno de Obama, en el gobierno de Bush el 28%, y en el de Clinton del 28%-  en Colombia la mayoría obedecen a intereses más particulares que generales. En el país  del norte el tema ha tomado interés por la reciente nominación de Caroline Kennedy, como embajadora ante Japón, donde se ha recordado a Obama lo que Flanklin Roosvelt recomendaba sobre el particular -que aplica a nuestro país, por supuesto- : “si escoge sus amigos para el servicio diplomático, lo ideal es que escojas a los mejores de estos.” Al fin y al cabo la responsabilidad por ese servicio es del presidente de turno. En general lo que se advierte es que el servicio diplomático se ha convertido en un mecanismo donde no existe una carrera, pero al mismo tiempo los que hacen parte de la misma no son los mejores, y los restantes son escogidos a dedo. Como resultado nuestra representación en el exterior es en general muy pobre, como lo fue el paso del abogado Carlos Urrutia por la embajada de Colombia ante los Estados Unidos, desprovisto de experiencia diplomática, pero dotado de los contactos políticos, empresariales, profesionales, y especialmente personales  con que se hizo nombrar embajador.   Para la muestra un botón: la canciller se mantiene en su cargo a punta de tratados de libre comercio con cuanto país se los ofrece -al por mayor y al detal- , sin importar en qué términos y bajo qué condiciones, y pese a haber perdido más de 70 mil km2 con el fallo sobre  San Andrés  -donde no es muy apreciada-, que le debiera costar la cabeza, se muestra más atornillada a su apellido y amistad personal con el presidente Santos que a su servicio al país como tal. La verdadera cónsul de Colombia en Nueva York Colombia tiene uno de los servicios consulares más precarios con sus propios connacionales y como si fuera poco los costos de los trámites son abusivos, pese a ser los inmigrantes uno de los mayores generadores de divisas para el país. Si usted va al consulado de Colombia en Nueva York, lo encontrara en un lugar exclusivo -a media cuadra de la famosa Quinta Avenida, donde precisamente no habitan los colombianos- y entrará en un edificio con dos celadores monosilábicos, fríos,  apenas saludan y le da un turno. Luego entra a un salón de espera pequeño, con dos televisores sintonizados con canales americanos, por supuesto en inglés, el turno aparecerá el otro televisor que le habilitara el ingreso a un segundo piso. No hay un solo impreso que indique como hacer un trámite. Solo se encuentra propaganda comercial escrita. No prestan una sola llamada, como tampoco  hay un solo terminal de computador al servicio de los colombianos para tratar de sortear los trámites que allí se adelantan. Nadie le informa ni le orienta adecuadamente. No todo colombiano en Estados Unidos tiene acceso ni maneja el internet, ni mucho menos la complejidad de su sistema notarial. Nuestro consulado es más frio que un banco  gringo. La única persona que ejerce como cónsul es Sandra Martínez, una  risueña y dulce emigrante colombiana llegada a Nueva York hace doce años aproximadamente, y hace dos despacha desde una banca azul sobre el andén en las afueras del edificio consular, ella vende los recibos de pago de dinero o depósitos exigidos por el servicio consular - llamados “money orders”, explica en detalle y de manera gratuita el trámite  de las apostillas, hace los trámites ante la Corte, resuelve directamente el tema de las traducciones con personas acreditadas, adelanta las diligencias de notaria americana, y presta su servicio impecable y puntual,  a domicilio si es del caso. Ah, y es mas en sus ratos libres trabaja en un restaurante  mexicano, media  calle arriba del consulado colombiano, donde se vende comida  típica  de nuestra patria. Así las cosas tenemos un embajador que no nos representa, una canciller que entregando nuestro patrimonio marítimo se sostiene y atornilla, y una cónsul de verdad que no hace parte de la planta de personal de la cancillería, y que presta unos servicios de orientación que no lo hacen los bien remunerados miembros del cuerpo consular: Sandra presta asistencia consular y no tiene el cargo…mientras que quienes lo ostentan no prestan la atención que un colombiano de bien merece en el exterior… y en el interior… @reddeveeduriasver  
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