El espía que vino del frío

Mar, 09/07/2013 - 01:03
Durante las épocas de la guerra fría los espías eran tema de numerosas películas. James Bond peleaba contra ellos con un Dry Martini en una mano y una diva en la otra. Era un mundo sencillo, el im
Durante las épocas de la guerra fría los espías eran tema de numerosas películas. James Bond peleaba contra ellos con un Dry Martini en una mano y una diva en la otra. Era un mundo sencillo, el imperio del mal amenazaba y el imperio del bien defendía. Nos tragábamos ese cuento en glamorosas salas de cine y vivíamos convencidos de que las cosas eran así de simples y divertidas. Mientras tanto, entre ambos imperios hacían atrocidades y guerras pavorosas. Pero ahora el mundo es distinto, entre otras razones porque el monopolio de las comunicaciones se ha resquebrajado, mucha información se cuela por los resquicios de las redes sociales y los espías cibernéticos arañan los archivos más recónditos. Rusia hace rato dejó de ser el malo de la película y USA ya no es tan bueno como se proclamaba, el mundo bipolar oriente-occidente, tiene más polos, también más conflictos es cierto y  la “verdad” se cocina de muchas más formas. Es precisamente esa verdad la que se convierte en el peor enemigo de los gobiernos, sean estos democráticos o dictaduras. Saber qué piensan, qué hacen, qué conspiran, es algo que pone en riesgo el poder de los poderosos y hoy como ayer los espías son los únicos capaces de develar las entrañas de los monstruos en que se convierten los detentadores del poder. La diferencia de la era de la guerra fría y hoy es que en esos tiempos los espías trabajaban para los gobiernos, para entregarle información de Rusia a Usa y viceversa. Hoy, hay espías que trabajan para extraer información de los gobiernos y entregársela a la gente, a las personas del común, que de lo contrario no se enterarían lo que se urde a sus espaldas. Assange y Snowden son ejemplos de estos nuevos espías, aquellos que se juegan el pellejo por sacar misterios gubernamentales a la luz pública, que son perseguidos por los poderosos por entregar información a los “pobres”. Estos dos muchachos parecen Robin Hoods modernos, metidos en el bosque Sherwood del ciberespacio y las redes sociales, apoyados por un grupo de pobretones que no tiene más recursos que lanzar pedradas contra los ejércitos del Rey. La persecución desatada por Obama contra Snowden es emblemática de esta situación. La Casa Blanca contra el muchacho escondido en un aeropuerto de Moscú; Obama, el presidente que traicionó la esperanza de un mundo distinto, reeditando a Hollywood en una lucha caricaturesca contra el “mal” de la información clasificada. Ante esto, unos pocos gobiernos que en sus propios estados persiguen la información, hacen el esfuerzo inútil de oponerse. Todo un circo: Estados Unidos persigue a Snowden y Bolivia, Ecuador, Venezuela, Nicaragua y Argentina defienden al espía mientras acosan en sus propios países a sus propios medios de información. El resto del mundo se acomoda en sus butacas para ver la nueva película de Hollywood “El Espía que vino del frio II”, que podría ser la zaga de la primera, aquella de James Bond. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/  
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