Hoy, cuando está a punto de finalizar el 2011 y de iniciar el 2012, me pregunto si vale la pena continuar opinando sobre política en Colombia, donde se valora muy poco este oficio e importa más el último tema musical de Reykon, la edad de Amparo Grisales, la última cirugía de Marbell, los vestidos de la primera dama de la Nación, etc., seguramente por lo interesante de estos temas que le han de cambiar a muchos la vida en nuestro país.
He pensando seriamente en dejar atrás el análisis político y escribir un poco más sobre la Britney Spears colombiana, esa que se hace llamar por el nombre de Shakira, que comenzó su vida artística cantando con los pies descalzos a ese ser que le inspiraba temas como Antología y movía las caderas al son de ojos así, que hoy por hoy ha preferido manejar los escenarios inspirándose no como lo haría una colombiana, sino una estadounidense, demostrándole a sus compatriotas que es posible cumplir el sueño americano, pero que además tiene la gracia, como bien dijeron en el Noticiero NP&, de ser la única barranquillera en el mundo que vive en Bahamas, tiene acento argentino y novio español. La misma que ahora se sube a los escenarios imitando a una loba, loca y rabiosa.
Con el ánimo de darle gusto al público que desea que se escriban y se traten temas más interesantes, para ellos claro está, seguramente decida seguirle la pista al alcalde Gustavo Petro, pero no para hacerle seguimiento a su obra de gobierno, resaltando lo que haga bien y señalando lo que esté mal, sino más bien para seguir el ejemplo de la “periodista” más ilustre en Colombia, Graciela Torres, alias la negra Candela, la misma que en aras de su profesionalismo y haciendo uso de la libertad de prensa, responsable y seria, mostró en televisión un video de la actriz Lully Bosa en la intimidad con su novio de entonces. Con seguridad nunca podré pisar sus zapatos y demostrar hasta dónde puede llegar la investigación periodística cuando se hace a profundidad. No, eso jamás. Sin embargo, posiblemente siga su ejemplo y me dedique a analizar la manera como se viste la esposa del burgomaestre Petro y si en los cocteles la primera de dama de Bogotá habla en un tono discreto o si lo hace como si en lugar de pulmones tuviera dos amplificadores adentro.
Aclaro una cosa, no estoy decepcionado de la labor como columnista de opinión, sencillamente estoy pensando en darle gusto al público lector, porque he notado que se enfurecen cuando se escribe sobre los errores de la gestión de Álvaro Uribe y no dudan en tildar al analista de turno de guerrillero o terrorista, así nunca haya visto un fusil y esté más cerca de Miami que de la selva en Colombia. El mismo público que se siente ardido cuando se opina sobre el actuar contradictorio de los movimientos políticos de izquierda o de los sindicatos, y no les tiembla la mano para señalar de “paraco” a quien se atreva a opinar sobre ese tema. Pero bueno, al respecto creo que no son sino “ligeras percepciones de lectores un tanto confundidos”, por lo difícil que se torna el mundo político en nuestro país.
Esperemos que mañana me lleguen las suficientes luces para escribir sobre tantos temas interesantes que hay en Colombia, país al que considero potencia mundial en noticias, donde solo en un día ocurre todo lo que en cualquier nación europea en un año, y que obviamente sean temas atractivos para todos los lectores. Por eso entiendo que el periodista y excongresista Édgar Artunduaga se haya inclinado a tratar en sus libros la vida sexual de cada senador y representante. Es lógico que la vida de todos cambiaría, no si el gobierno nacional toma la decisión de incrementar el salario mínimo en cien por ciento, pero sí si se enteran que determinado personaje hizo el amor en la selva con X o Y persona, o si aquel o aquella política es lesbiana, bisexual o gay.
Ojalá el 2012 sea un año inspirador para que se me ocurran ideas de temas interesantísimos, que le guste a la gente que lee, no con el ánimo de enterarse de los últimos chismes, sino con el fin de tener una mente lúcida y brillante y dar discursos al estilo de Poncho Rentería. O también, por qué no seguir el ejemplo del 60 por ciento de estudiantes de periodismo y comunicación social, que se matriculan en una universidad, pero no para ayudar con el ejercicio de su profesión a sanear a una sociedad llena de vicios y males, sino para trabajar en un canal de noticias, con temas de farándula y deportes.
Esperemos que comience un nuevo año y marque la pauta, pero lo que si puedo asegurar desde ya es que difícilmente dejaré de hablar de política, porque desafortunadamente para los lectores, este es un país 90 por ciento político y el análisis de la opinión pasa por ahí.