Encuentro con los grandes

Sáb, 20/10/2018 - 04:27
Los encuentros fueron muy breves (ya se entenderá por qué). El primero, con la periodista bogotana Cecilia Orozco Tascón, directora de Noticias Uno y columnista –rol en el que “soy como un
Los encuentros fueron muy breves (ya se entenderá por qué). El primero, con la periodista bogotana Cecilia Orozco Tascón, directora de Noticias Uno y columnista –rol en el que “soy como un zumbidito que estorba”, dijo de sí misma– en el diario El Espectador, donde cada domingo publica una entrevista. En atención a esto le pregunté su opinión sobre la entrevistadora italiana Oriana Fallaci, ya fallecida. “Me parece que era incisiva y fuerte, pero no fuerte en el sentido en que lo es Uribe…”. ¡Y se despachó contra el exmandatario antioqueño durante casi cinco minutos! Luego visité a María Jimena Duzán, periodista y politóloga, también bogotana, columnista en Semana. Nada más adecuado que conversar sobre Selma Lagerlöf, la primera mujer en recibir el Nobel de Literatura, en 1909. La respuesta de MJD fue inmediata: “Selma sobresalió por su idealismo y su percepción espiritual, aspecto en el que el expresidente Álvaro Uribe busca destacarse, lo que le es imposible porque es un ‘man’ totalmente insensible a…”. ¡Y fusiló a Uribe sin clemencia! Y mientras seguía con su arenga, pude escapar por el garaje de su apartamento, temeroso de que la tomara conmigo… Un tercer encuentro: con Piedad Bonnett, poeta, novelista, columnista, licenciada en Filosofía y Letras por la Universidad de los Andes, nacida en Amalfi, Antioquia, y radicada en Bogotá desde los ocho años. Obvio que importaba su opinión acerca de Gabriela Mistral, seudónimo de Lucila Godoy Alcayaga​, poeta y pedagoga chilena, Nobel de Literatura en 1945. “Con mucho gusto”, me dijo. “Fue majestuosa, inconmensurable, rasgo que el dictadorzuelo Uribe pretende abusivamente que le reconozcan. Es imposible porque…”. Otra arenga contra el expresidente. Increíble. Salí minutos después. Por esas cosas del orden alfabético, el turno ahora era con Antonio Caballero, igualmente bogotano, escritor, dibujante y columnista, hijo y sobrino de escritores y descendiente de políticos de siglos pasados. Una parte de sus estudios transcurrió en París, cuando su papá era embajador en la Unesco. El encuentro, entonces, se prestaba para hablar de François-Marie Arouet. “¿Se refiere a Voltaire?”, me preguntó. “Sí, sí”, le dije. “Pocos como él”, añadió, “para hablar de las cosas de las que tenemos que hablar los escritores y periodistas. Como, por ejemplo, de Álvaro Uribe, ese oligarca paisa que merece un…”. La diatriba fue inacabable, inalterable, insoportable, pero alcancé a musitar “merci beaucoup”. El quinto encuentro pude acordarlo con Beto Barreto, caricaturista e ilustrador del diario El Tiempo y profesor de diseño, venido al mundo en Bogotá. “Le propongo que conversemos de Ricardo Rendón”, le indiqué. “Ah, claro, del antioqueño Ricardo Bernabé de Jesús Rendón Bravo”, contestó entre risas, “el caricaturista político más influyente de su época. Fue un tipo opuesto al poder, todo lo contrario de Uribe, tu paisano, quien lo busca como nadie porque…”. ¡Por Jehová! ¿Más discurso antiuribista? Y veté a Beto. En la lista seguía Daniel Coronell Castañeda, bogotano, periodista y columnista en Semana, con un alto cargo en una cadena de televisión en los EE. UU. Tiene fama como investigador de distintos temas, en especial todo lo que se refiera al expresidente Álvaro Uribe. El tema para tratar con DCC era obvio: Mark Felt, exagente del FBI conocido como ‘Garganta Profunda’ por servir de fuente a los reporteros de The Washington Post en el escándalo de Watergate, cuando Nixon. “Felt fue un hombre de pantalones”, apuntó. “No como Uribe cree tenerlos, pues...”. ¡Narices! DCC le daba y le daba al expresidente hasta el cansancio. Me estaba volviendo loco. Apareció Daniel Samper Ospina, bogotano, “youtuber” y columnista de Semana. Al ser también comediante, el personaje en el encuentro era nada más y nada menos que Charles Spencer, “Charlie Chaplin”, el celebérrimo actor, humorista, compositor, etc., inglés. “Charlie –indicó DSO– sobresale como nadie en el celuloide, en el que no pudo ingresar Álvaro Uribe, quien pretende que…”. Pero ¿qué es esto? Los grandes están enfermos con Uribe. ¡Qué peliculón! Costó trabajo hablar con el ilustrador y caricaturista pereirano “Matador”, cuyos dibujos publica El Tiempo sin cortes ni recortes. Venía como anillo al dedo hablar de “Quino”, su gran colega argentino, bautizado Joaquín Salvador Lavado, creador, entre otros personajes, de Mafalda. “¿Cómo analiza el trabajo de Quino?”, le pregunté. “Como el de un genio. ¡Ese sí es! Y no como su paisano Uribe Vélez, que se cree el genio de las siete suelas porque…”. ¡Puf! Para estos tíos todo es Uribe. Están invadidos. En la lista de mi secretaria faltaba el noveno grande, Vladimir Flórez, alias “Vladdo”, venido al mundo en Armenia del Quindío el 22 de diciembre de 1963, “destinado” por la Providencia para elaborar sus ilustraciones y caricaturas, hoy, en Semana. ¿Cómo no tocarle un nombre, el del estadounidense de origen australiano Pat Oliphant, del Washington Post, uno de los “trazos” más relevantes de la historia norteamericana? “Es un ‘artistazo’ único”, acotó Vladdo, “como único se siente el caverna de Uribe, quien…”. Qué pena, con vos, Vladdo, pero tuve que dejarte con el veneno en la lengua antes de que me asfixiaras... Justo en ese momento me desperté del sueño que acabo de contar (¡sí, era un sueño!) de encuentros con nueve de los grandes de este país, “casualmente” antiuribistas implacables. Sin saber por qué, ya en mis cabales, recordé estos versos de nuestro poeta Rafael Pombo: Alzándose en furioso torbellino, eclipsó el polvo al sol, y gritóle por mofa, “¡Astro divino! ¿Dónde estás? ¿Qué te hiciste?...”. Y su camino siguió en silencio el sol. Y cesó el huracán; y tornó al cieno el polvo vil; y en el azul sereno, de gloria y pompa lleno, siguió en silencio el sol. INFLEXIÓN. El antiuribismo frenético oscurece la sindéresis, rompe la paz interior, maximiza el subjetivismo, incrementa el pesimismo existencial, produce alucinaciones… Es una nueva “enfermedad” mental.  
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