Energías renovables: el futuro

Jue, 15/02/2018 - 06:38
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo – La Red del Futuro – realizado el año pasado, el 72.3 % de las plantas de generación eléctrica de América Latina utiliza fuentes fósi
Según un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo – La Red del Futuro – realizado el año pasado, el 72.3 % de las plantas de generación eléctrica de América Latina utiliza fuentes fósiles y tan solo el 27.7% restante corresponde a renovables. Dichas consideraciones, están basadas en que las plantas eléctricas del cono sur del continente americano no se encuentran diversificadas y son altamente dependientes de combustibles fósiles, destacando el uso de petróleo, carbón y el gas natural. Este panorama debe ser una oportunidad para generar cambios y así apostar por las fuentes renovables de energía que ofrece la naturaleza y que además no tienen ningún costo, tal como lo expresé en mi artículo sobre la Economía Azul. Es claro el potencial que existe en Colombia para aumentar el uso de energías renovables, como la energía eólica, solar, biomasa, geotermia y marina, fuentes que nos pondrían en una ventaja excepcional en la región, por cuenta de la posición geográfica. Aprovechar esta ventaja comparativa, nos brindaría también la posibilidad de disminuir la dependencia de la variación de precios internacionales que conlleva el consumo de combustibles fósiles, que siempre están sujetos a las variaciones de factores internacionales. Así mismo, la dependencia de las hidroeléctricas son un riesgo para los países que se exponen a los efectos que se están presentando por el cambio climático, las sequías e inundaciones varían el costo y uso de esta fuente. La propuesta en Colombia es diversificar la matriz energética, aprovechando su posición y aumentando las fuentes de energía renovable. Así pues, dependiendo de la región y la hora, el país se puede beneficiar de los rayos del sol en el día especialmente en aquellas zonas desérticas como la Tatacoa, la Candelaria y la Guajira, con el fin de cargar los paneles necesarios para el suministro de energía a un municipio de tamaño medio, como Neiva o Riohacha. Un buen ejemplo del aprovechamiento de la energía solar, es la instalación de postes con paneles fotovoltaicas que generan energía en el día para alimentar las lámparas en la noche, así como semáforos que también se alimentan de paneles solares, revolución que se ha empezado a impulsar en pequeños municipios como Cota en Cundinamarca y Caño de Loro en Bolívar. En este sentido, también sería importante aprovechar la fuerza del viento en zonas costeras como la Guajira, así como la energía que proporcionan las mareas en el pacifico colombiano y con estas fuentes generar alternativas económicas de energía para municipios cercanos, que en muchos casos no tienen redes eléctricas disponibles y que dependen de plantas familiares que funcionan con ACPM, contaminan y resultan costosas. También en la utilización de energías alternativas, encontramos las procedentes de la biomasa, uno de los principales usos que encontramos es el denominado como biogás que se puede aprovechar de los procesos de descomposición de los residuos orgánicos en los rellenos sanitarios como el de Doña Juana, convirtiéndose en una gran oportunidad, que favorecería la generación adicional de energía para las ciudades grandes productoras de desechos. Para este fin el Ministerio de Minas y Energía ha implementado una estrategia para la integración de las fuentes no convencionales de energía renovable en la expansión del parque generador, dadas sus características de energía limpia y que son fuentes complementarias a las convencionales. Por tanto, se busca fortalecer la estabilidad del sector de generación de energía eléctrica ante la variabilidad climática, y los altos costos de las fuentes fósiles. Sin embargo, los esfuerzos aún no llegan ni al 2% del total de la energía producida en Colombia, por lo que se espera un aumento significativo en el desarrollo de estas fuentes que dependen de inversiones privadas, que necesitan apalancamiento financiero y flujos de caja futuros que les permitan recuperar las inversiones y pagar esta inversión, además de obtener el retorno esperado.  Es decir, que si bien existe claridad en que estas fuentes por ser renovables, son a largo plazo menos costosas que las fuentes no renovables, el proceso de implementación a corto plazo si resulta muy costosa, especialmente en aquellos casos donde se requieren grandes equipamientos como es el caso de la generación por fuentes eólicas y marinas y por lo tanto encontrar inversionistas privados para estos procesos se torna un poco más complicado, así posteriormente al desarrollar el potencial de las fuentes renovables, se aproveche la complementariedad, buscando abastecer la demanda a precios competitivos aún en épocas de hidrología crítica o con altos precios en los combustibles fósiles, lo que se traduciría en mejoras en las tarifas finales para los usuarios por debajo hasta un 30% de las tarifas con energías no renovables. Es importante reiterar, que gran parte de estas propuestas, están encaminadas a incentivar procesos económicos de crecimiento en regiones en las que estas fuentes renovables pueden ser desarrolladas, para generar alternativas de inversión a partir de estas ventajas, la cuales encadenen nuevos contextos productivos y que redunden en el mejoramiento de la calidad de vida de los colombianos; por este motivo debería ser un objetivo de gobierno la implementación de este tipo de fuentes energéticas. Así, debo ser objetivo y decir que Bogotá se encuentra rezagada en el desarrollo de alternativas de energías renovables, y debe ser política pública el avance en esta materia, empezando con la promoción de los techos foto voltaicos para la generación de energía limpia en nuevas construcciones, el uso de la energía solar para la instalación de alumbrado público y el aprovechamiento del biogás que producen los desechos orgánicos en el relleno Doña Juana, debe ser el comienzo de una nueva concepción de ciudad con miras al desarrollo sostenible.
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