¡Exijo respeto!

Lun, 20/01/2014 - 16:15
¿Cuándo, a qué horas, con autorización de quién, una mujer a todas luces ignorante, bastante primaria, se toma la atribución de dictar normas morales y religiosas a miles de personas, a nombre d
¿Cuándo, a qué horas, con autorización de quién, una mujer a todas luces ignorante, bastante primaria, se toma la atribución de dictar normas morales y religiosas a miles de personas, a nombre de un ser superior que, para desdicha de sus seguidores, no puede contradecirla, ni corregirla? Las iglesias, todas, unas más que otras, hacen esto: hablan en nombre de Dios y eso les da patente de corso para engañar, extorsionar y explotar la ingenuidad de gente buena que se acerca a sus lugares de culto. Claro, no todos los que pertenecen a una iglesia son seres malvados, pero las instituciones religiosas como tal, a lo largo de la historia, se han convertido en refugio de mediocres que se “empoderan” amparados en la mentira hacerse pasar por enviados del altísimo. En el catolicismo, por ejemplo, se ha visto de todo, pederastia, violaciones, robos, inquisiciones y poder, mucho poder, representado en bienes materiales, control de gobiernos y hasta bancos para operaciones de dudosa procedencia. Ahora aparece como salvador de esa organización un hombre bueno, con inteligencia y respeto por los fieles. Monseñor Bergoglio que llega a Papa y significa todo un cambio. Lamentablemente es una individualidad en medio de mucho desvarío. En las llamadas iglesias cristianas las cosas son peores, entre otras razones porque no hay una sola autoridad jerárquica. Son microempresas religiosas que únicamente responden a sus propietarios, pero de ninguna manera son dioses o seres superiores, sino personas envanecidas que se han dedicado a una lectura sesgada de los evangelios, para lucrarse de la ingenuidad y necesidad de sus fieles. Dejo claro que respeto profundamente las creencias espirituales de las personas, de todas, las que se congregan en iglesias cristianas, en la católica – romana, en las budistas, shintuistas, islámicas o de las personas que no siguen ninguna iglesia pero mantienen una fe personal. Mi rechazo es contra la manipulación de esas creencias por parte de quienes se apoderan o administran esa fe, que se enriquecen a partir de la manipulación de los miedos y las culpas y que se apropian de la potestad de “sanar, perdonar pecados, conectar con Dios”. Ahora resulta que además del poder terrenal acumulado, tienen la autoridad para establecer normas estéticas-éticas como la que conocimos esta semana cuando escuchamos a una pastora decir que una persona con discapacidad no puede subir al púlpito. Dice esto una mujer que no esconde su propia discapacidad mental, que se expresa con palabras torpes, con frases incoherentes para dictar desde un opulento atrio, hecho de diezmos, que la discapacidad física está proscrita en la Biblia. ¡Válgame Dios! Si ni siquiera es capaz de una lectura cuidadosa de la Biblia, se los va a llevar el diablo, en esa congregaciones religiosas. La Biblia es un libro antiquísimo, escrito por muchas manos, en diferentes tiempos, un compendio de relatos tan disímiles que difícilmente puede entenderse como un tratado. La Biblia, hecha del Nuevo y Antiguo Testamento, tiene tantas incoherencias que de seguirla al pie de la letra tendríamos que cortar manos, sacar ojos, mantener harenes, pero también perdonar los pecados, acoger a las prostitutas, proscribir a los ricos del reino de los cielos y, sobre todo, echar a los fariseos de la iglesia, como hizo Jesús cuando a latigazos expulsó del templo a los “pastores” de su época. Tal como hoy intenta hacer el Papa Francisco, ¡afortunadamente! Sin embargo María Luisa Piraquive lee en la Biblia lo que le gusta, lo que se ajusta a sus estrechas concepciones de lo que es Dios y lo que es “bueno”. De seguir en su oficio, lo más probable es que encuentre en algún pasaje bíblico la obligación de pagar diezmos, recomendaciones para hacerse cirugías plásticas y aplicarse botox y el mandato de acumular poder político. Los y las predicadoras improvisadas, esa gente que encontró el negocio de “ser religioso”, lee los versículos como quien espulga entre pepas de fríjol, para seleccionar las que más les gustan, y, de ahí, construir una ideología que nadie controla y que está envenenando buena parte de nuestra sociedad. Y eso, da miedo y da asco. http://www.margaritalondono.com/ http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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