Los habitantes de los 195 países considerados por la Naciones Unidas como estados soberanos se enfrascan cada determinado número de años en decidir a quién elegir para manejar sus destinos. Las campañas por lo general destapan lo peor de la condición humana y en algunos una vez llegan al poder los líderes, modifican las leyes para perpetuarse, en otros los presidentes encarcelan a sus opositores y quiebran a sus países, mientras tanto algunos renuncian antes que los destituyan y a otros los tumban porque no logran esconder manejos corruptos en los que incurren durante su administración o en el proceso que permitió su elección.
En Colombia como ocurre en casi todas partes del mundo durante los procesos electorales, los ciudadanos son meros espectadores de enfrentamientos entre candidatos, de discusiones vanas sobre coaliciones para sacar de juego a quienes unas mayorías -determinadas por las encuestas- aspiran a sacarlos del primero, segundo o tercer lugar en el que los resultados de estas los ubican, para al final de cuentas al llegar al poder terminar repartiéndose los puestos entre todos, sin ocuparse de lo que realmente debería importar a la hora de decidir quién va a conducir al país, para entre otras tareas urgentes defender un territorio que tiene un valor que sobrepasa los mezquinos intereses electorales y que alberga una buena proporción de la biodiversidad que el planeta necesita para sobrevivir.
La prestigiosa revista Science de la Asociación Americana para el avance de la Ciencia, advirtió en 2015 que el planeta tierra está entrando en su sexta extinción masiva y a diferencia de las cinco anteriores, ocurridas hace millones de años, en esta oportunidad es la acción del hombre la principal causa de la futura desaparición de miles de especies y que incluirá al ser humano.
Los investigadores del tema (Gerardo Ceballos, Paul R. Ehrlich, Anthony D. Barnosky, Andrés García, Roberto M, Pringle y Todd Palme) sostienen que es incontrovertible que las recientes tasas de extinción no tienen precedentes en la historia de la humanidad y aseguran que el mundo globalizado ha iniciado la destrucción de especies y otros organismos a un ritmo tan acelerado que ha iniciado una extinción masiva que no tiene par con lo ocurrido hace 66 millones de años, cuando se presentó la quinta extinción como consecuencia de la caída de un asteroide de 10 kilómetros de diámetro en la península del Yucatán, hoy México, que exterminó a los dinosaurios y a todos los grandes mamíferos que habitaban el planeta. La extinción es irreversible lo que desaparece es para siempre y así ocurrió con las otras cinco anteriores.
Por supuesto que los millones de años que ha habido entre esas extinciones masivas, que según los estudiosos de la evolución del planeta tuvieron origen en la acción de agentes externos como choques de asteroides y erupciones volcánicas, nos podría llevar a pensar que estamos lejos de que este fenómeno nos extermine y que esa catástrofe no tendrá que manejarla quien resulte elegido presidente, lo cual es falso, porque de lo que si tendría que ocuparse es de liderar un país que ocupa el segundo lugar en biodiversidad, precedido por Brasil y que está catalogado entre los 12 países más megadiversos del planeta.
Infortunadamente la biodiversidad colombiana ha evidenciado una disminución promedio de 18%, de acuerdo con estudios del instituto Humboldt, que estableció como la mayor amenaza la pérdida de hábitats naturales, relacionada con la agricultura y la ganadería expansiva, también que a estos factores se les suma el riesgo de invasiones biológicas, vacíos de información, la presencia de especies invasoras, cambios en las condiciones climáticas y actividades humanas de diversa índole como la deforestación, la minería ilegal, cultivos ilícitos, la sobreexplotación de especies silvestres, el tráfico, la caza, la depredación, la contaminación del agua, expansión urbana e industrial, entre otras.
Bueno sería que, a cambio de mostrarse entre sí los dientes, los candidatos sacaran las uñas para defender el que tal vez sea el mayor patrimonio que tiene Colombia y se preparen para defenderlo e impedir que lo sigamos destruyendo y acelerando la extinción masiva de especies. Hoy es posible recorrer el país y encontrar a simple vista lo que muchos de los líderes de las naciones más ricas y poderosas quisieran tener en su territorio. El tesoro que tiene Colombia en toda su geografía hay que protegerlo y reconocer que el verdadero poder en el futuro no será del que tenga más lingotes de oro en sus bancos centrales sino el que cuente con recursos naturales para desacelerar la destrucción del planeta.
