Hacerse el loco, el de la vista gorda

Mié, 05/11/2014 - 16:43
¿Podremos seguir haciéndonos los locos con lo que ha venido ocurriendo ante nuestras narices? ¡Hasta cuándo! ¿Hasta cuándo podremos ignorar la triste situación de miles de nuestros niños víct
¿Podremos seguir haciéndonos los locos con lo que ha venido ocurriendo ante nuestras narices? ¡Hasta cuándo! ¿Hasta cuándo podremos ignorar la triste situación de miles de nuestros niños víctimas del reclutamiento? Tal vez esperamos que dejen de ser niños, de eso el tiempo y nuestra ceguera se ocupa, para tranquilidad de nuestras malas consciencias. ¿Realmente guardamos los mejores sentimientos hacia los niños o solamente nos interesan nuestros hijos? ¿Podemos dormir tranquilos cuando sabemos que hemos dejado en el olvido a niños indefensos para que los conviertan en despiadados asesinos como sus captores? Como estas son muchas las preguntas que se han venido amontonando en mi mente desde la noche del 31 de octubre, luego de ver un programa por la televisión en el que se exponía en parte -en una mínima parte pero lo suficientemente dolorosa- la dura realidad de miles de niños víctimas del reclutamiento forzado por parte de la banda criminal de las FARC. Con la valentía que ha mostrado Claudia Gurisatti junto a su grupo de excelentes colaboradores, realizó una emisión histórica por NTN24 de La Noche dedicada a los niños que sufren los horrores de estar viviendo una situación abominable, justamente en la noche en la que millones de ellos salen a pedir dulces con sus disfraces -el arraigo que ha tomado entre nosotros la noche de brujas es notorio y da muestra del lugar privilegiado que tienen los pequeños en nuestros corazones; pero nos hacemos los locos ante el sufrimiento de tantos y tantos niños que son arrebatados de sus familias, obligados a cargar un fusil y condenados a una existencia tan alejada de cualquier humanidad. La Noche de los Niños podría llamarse ese programa de NTN24 que, considero, debería ser visto por todos los colombianos y por millones en el mundo para que comencemos a dirigir nuestra mirada, así esté nublada por las lagrimas, hacía esos niños que hemos abandonado a su terrible destino. Miles y miles de ellos ya son adultos, miles y miles ya murieron durante estos sesenta años de reclutamiento sistemático perpetrado por esos criminales. Cada día son más y más los niños víctimas de esta práctica diabólica que apenas nos altera y nos repugna pero ante la cual no hacemos nada. ¿Podremos construir un país con un mínimo de dignidad tolerando esta situación? No lo creo. Tal vez por ir acumulando culpas, resultado de la manera con la que evitamos enfrentar las crudas verdades de lo que ocurre en nuestro suelo, es que llegamos a ser tolerantes con tanta atrocidad cometida por quienes ahora se hacen llamar los amigos de la paz. Luis Andrés Fajardo, escritor del libro Reclutamiento de niñas y niños como crimen internacional de las FARC en Colombia, y Juan Daniel Jaramillo exrepresentante del Secretario General de la ONU, Kofi Annan, ante la Corte Penal Internacional, fueron los panelistas invitados a La Noche del 31 de octubre pasado. Junto a Jason Calderón, estos dos valientes personajes en poco menos de sesenta minutos alcanzaron a ofrecernos una visión de la gravedad de lo que significa el reclutamiento de niños por parte de las FARC. Fajardo dice que más de la mitad de los que han conformado esta organización terrorista fue reclutada cuando apenas eran unos niños. Con el pretexto de una guerra irregular esta organización criminal no se atiene a ninguna regla, por elemental que sea, de la guerra, siendo el reclutamiento de niños una práctica sistemática, una política de las FARC. Por eso no es raro que de los 8.000 niños que hacen parte de los grupos irregulares la gran mayoría estén en manos de las FARC. Por su parte Jaramillo dice con firmeza que el reclutamiento de niños es un crimen internacional, un crimen de guerra, un crimen contra la humanidad. Aprovechando la situación de pobreza junto a la falta de protección en la que se encuentran muchos niños colombianos, hacen de ellos víctimas fáciles. Se les lleva a la fuerza o con engaños, ofreciéndoles cualquier cosa como cinco mil pesos diarios que una vez en las filas no existen, y se les prohíbe regresar a sus hogares. Los panelistas pusieron el dedo en la llaga para dar muestra de las terribles consecuencias de esta práctica infame al revelarnos que la segunda causa de desplazamiento forzado en Colombia es el temor al reclutamiento de los hijos. Quien ve una mínima oportunidad de salir corriendo, abandonando su parcela y su pueblo, lo hace. ¿Qué padre quiere a sus pequeños en manos de esos verdugos cuando sabe muy bien que su hijito o su hijita al cumplir apenas doce añitos puede ser reclutado, o mejor dicho, secuestrado, arrebatado de su hogar? Y remueven esa llaga cuando nos explican que para las FARC los niños son armas baratas de guerra que se les roba fácilmente de sus familias para luego quitarles su humanidad y hacerlos esclavos que difícilmente huyen por temor y por adoctrinamiento. Y para que se nos quede bien grabado recalcan que si un niño huye y lo atrapan obligan a sus más cercanos amiguitos a asesinarlo para que aprendan bien lo que les puede pasar si intentan escapar de sus captores y de su terrible destino. ¿Por qué a un niño se le obliga a ensamblar las minas quiebrapatas? Muy sencillo, por sus pequeñas manos y porque si las pierden no están perdiendo un soldado bien entrenado al que han dedicado tiempo y dinero. Este es uno sólo de muchos ejemplos de lo que son obligados a hacer estos niños una vez arrancados de sus familias antes de convertirlos en maquinas de matar, herramientas de guerra a quienes, ya convertidos en adultos y condenados por nuestra inconsciencia a ser unos enemigos de la sociedad pasaremos a despreciar. No queda ninguna duda de lo que afirmaron los panelistas: el reclutamiento de niños y niñas es el crimen más atroz que existe y de ninguna manera puede quedar en la impunidad.
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