Infierno Capital

Jue, 18/06/2015 - 12:53
Bogotá, la capital del país, según las proyecciones del Dane, tendrá a finales de este año 7’878.783 habitantes. Es decir, más que algunos países de Centro América como El Salvador, Nicaragu
Bogotá, la capital del país, según las proyecciones del Dane, tendrá a finales de este año 7’878.783 habitantes. Es decir, más que algunos países de Centro América como El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Panamá y, ligeramente, por debajo de Honduras. Es una metrópoli por ser la cabeza del Estado y porque aquí se juntan miles de habitantes de todas las regiones que incluso ya tienen generaciones nacidas en esta planicie. Con frecuencia se oye decir que no hay sentido de pertenencia de la ciudad, que el comportamiento de miles dista mucho de las normas de urbanidad de un ciudadano. Es común escuchar a los nacidos aquí expresar que son los foráneos los que no cuidan, ni respetan la infraestructura urbana. Pero, sea lo que sea, sí es cierto que el civismo no es precisamente una demostración constante de los que vivimos en esta gran ciudad. Salir a las calles de Bogotá es observar la desconfianza, la frialdad, las barreras en la comunicación, la inmutabilidad por todo lo que acontece. Nada nos importa, más allá de criticar. Aunque son miles los inmigrantes de las regiones, a la hora de construir una mejor sociedad no importa el origen, lo clave es que vivimos todos en el mismo entorno. A esta indiferencia ciudadana, cívica y solidaria se une la falta de líderes sólidos frente a las problemáticas de la capital. Estos últimos doce años de gobiernos con tendencia de izquierda han sido nefastos y han agudizado la desesperanza y la problemática. Excesos en los impuestos que no son invertidos y quedan en caja sin ejecutar, la ‘inmovilidad’ de la movilidad, la inseguridad que va mucho más allá que la percepción. Es cierto, en las calles de Bogotá, ronda el crimen, el vicio, el raponazo y el atraco a mano armada. El gobierno de turno embelesa con su discurso dizque social, humanista y medio ambientalista, pero son ‘cortinas de humo’ espesas como la contaminación. El verde de la ciudad desapareció; las fuentes de agua existen, pero contaminadas y, sí, hay ciclistas, pero arropados por la nube contaminante, que es peor para su salud. Y la educación, fatal. El panorama no puede ser más desalentador cuando la Administración Distrital, dirigida por un exguerrillero del M-19, informa que al final de este gobierno no se cumplirán las metas fijadas en el Plan de Desarrollo que está previsto hasta 2016. Por ejemplo, en educación, de 125 obras proyectadas, solo se concluirán 28. En materia de desarrollo urbano, de 52 proyectos de infraestructura para mejorar la movilidad, 25 no se adelantarán. Se afectan nuevas troncales de Transmilenio: en San Cristóbal el cable aéreo, los terminales de transporte, entre otros. Si un mandatario reconoce que su plan no se cumplirá, estamos ante un fracaso estruendoso de una alternativa que recibió cierto respaldo por sus propuestas pero que fueron solo promesas. Con estos antecedentes el interrogante que surge es: ¿cuál es el líder político que podrá administrar a esta gran urbe como si se tratara de un país? Y es que lo es, sin duda. Si el ejecutivo que lleva las riendas de la capital no cumple por falta de previsión y planeación los propósitos del Plan de Desarrollo, también es cierto que el Concejo Distrital, aunque existe, está ausente del control político. ¿Cuánta responsabilidad tienen los concejales de una ciudad de casi ocho millones de habitantes? Es enorme su compromiso. Es una corporación similar a la Cámara de Representantes o al Senado, guardando las proporciones. Al final nos damos cuenta que el alcalde, con su equipo y el Concejo Distrital con todos sus escándalos, no tienen las capacidades para dirigir a la gran Bogotá, la gran capital. Tienen poco tiempo para defender a la ciudad y defenderse ellos en los estrados judiciales. La organización Bogotá Cómo Vamos, en la encuesta de Percepción Ciudadana de 2014, reveló que “el 63% de los ciudadanos tiene una mala imagen del Concejo de Bogotá y el 25% no lo conoce”. Sobran los análisis. ¿A quién elegimos? Es necesario y muy urgente establecer y consolidar un Foro Permanente por Bogotá integrado por la academia, las organizaciones de carácter cívico y social, los gremios y los reconocidos personajes que conocen a fondo la problemática y han estado alejados de las decisiones o  no los han dejado actuar. Bogotá tiene personas muy calificadas por su honestidad y preparación académica para este proyecto. Existe la Fundación para el progreso de la Región Capital, ProBogotá, que intenta servir de puente para articular ideas de proyectos para la ciudad, pero la magnitud del problema requiere músculos de opinión, de empoderamiento y participación. Según el Dane, para 2020, que es en menos de cinco años, Bogotá tendrá ocho millones 300 mil habitantes. Si este ritmo de despilfarro, corrupción, politiquería, engaño, populismo, insolidaridad, irresponsabilidad, criminalidad se mantiene, en poco tiempo Bogotá no será el Distrito Capital sino “el infierno capital”. Lo invito a aportar sus comentarios en la parte de debajo de esta pantalla, una mejor ciudad es una construcción de todos.
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