Innovación, más allá de una visión legalista

Mié, 10/04/2019 - 07:20
En el siglo XXI, el conocimiento se volvió el activo más preciado y con ello, empezaron a cobrar especial relevancia la ciencia, la tecnología y la innovación. Aunque hacer ciencia es un gran reto
En el siglo XXI, el conocimiento se volvió el activo más preciado y con ello, empezaron a cobrar especial relevancia la ciencia, la tecnología y la innovación. Aunque hacer ciencia es un gran reto de disciplina, inversión y paciencia, lo mismo pasa con la tecnología, el problema es que se consigue más barata en el exterior. Dado que la ciencia y la tecnología son difíciles en Colombia, hemos decidido usar la palabra “innovación”. Sin embargo, su uso en nuestro país abarca, desde las modificaciones que hace el dueño de una tienda de barrio, hasta los cambios estructurales de producto de empresas que facturan más de dos mil millones de pesos al año. En ese mar de innovaciones que se han emprendido en el país, quiero resaltar que hace pocos días, leí una columna que se titulaba: Los 3 pasos para generar un Emprendimiento Innovador. El artículo explicaba que lo primero era determinar la naturaleza de la empresa que se quería constituir y expedir el acta de acuerdo de socios, lo segundo sería registrar tal decisión ante la Cámara de Comercio para poder tener una matrícula mercantil, y lo último para generar dicho emprendimiento innovador era solicitar el Registro Único Tributario, RUT RUT de la nueva empresa ante la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN. Esto me llevó a pensar que, al parecer, la sociedad colombiana comprende mejor una Ley que un manual de usuario de un producto electrónico y quizás, por eso cree que si se siguen unos pasos para que el emprendimiento sea legal, este va a ser exitoso. ¡Que gran mentira!. Un emprendimiento innovador como mínimo debe tener claro qué va a innovar y a quién le va a interesar ese descubrimiento o mejora, así como un equipo humano idonéo, la tecnología adecuada, una estrategia de mercadeo y una gran capacidad de reinventar lo inicialmente propuesto. Por mi experiencia como abogada y actual directora de la Asociación Colombiana para el Avance de la Ciencia, entidad que agremia a promotores de la ciencia, debo reconocer que en nuestro país, hay un problema serio de legalismo. Las cifras muestran que Colombia es el segundo país de Latinoamérica con más abogados por número de habitantes (356 por cada 100.000 personas según Universia), mientras que el número de ingenieros empezó a disminuir (aproximadamente 5.000 ingenieros al año). El panorama se vuelve más complicado si mencionamos que, a 2016, sólo contamos con 2.527 doctores graduados en el país en todas las disciplinas (Ocyt, 2016). Con ese desbalance entre abogados, ingenieros y personas dedicadas a la investigación científica: ¿cómo lograr equipos balanceados para promover los emprendimientos innovadores en Colombia? Dichas cifras nos abocan a una reflexión profunda sobre el futuro de Colombia en la era del conocimiento, y es que, sin un capital humano interdisciplinario que promueva los emprendimientos innovadores, estaremos repitiendo la triste cifra que nos reveló Confecámaras; el 98% de los emprendimientos que mueren al año son microempresas (Comfecámaras, 2017). Con ese capital humano vamos a seguir publicando recetas para el emprendimiento innovador desde unos paradigmas de construcción social basados en las normas y los documentos legales, desconociendo que éstos son el medio pero no el fin de la innovación. Es preciso anotar que antes de pensar en una empresa, se debe tener claridad sobre el producto (bien o servicio) que se quiere comercializar. En mi criterio, el papeleo jurídico de un emprendimiento innovador sólo se debe hacer una vez, el equipo conformado por ingenieros, científicos y administrativos, están listos para salir al mercado. Sin esa claridad, los tres pasos jurídicos tienen mucha probabilidad de caer en las desalentadoras estadísticas de Confecámaras. Mi llamado es a que en la era del conocimiento, las facultades de derecho asuman el rol de enseñarle a los futuros abogados a trabajar con los ingenieros y los científicos en la promoción de innovaciones de base tecnológica. Si ese conocimiento es transmitido desde las aulas, los futuros profesionales del derecho, podrán convertirse en facilitadores reales de la labor de los equipos de innovadores. @mapi_villaveces
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