Mi gran amigo Jaime Patiño Santa, abogado de profesión y con una maestría en Derecho de la Universidad de Barcelona, España, lanza hoy en Armenia, Quindío, su libro más reciente titulado “Sin miedo a morir” y que estamos convencidos se convertirá en un texto vital para tratar de comprender ese acto inexorable en la vida de todos nosotros que es la muerte. Pertenece a la Asociación de Tanatología del Estado de Morelos, México y a la Asociación Cuidados Paliativos de Colombia.
Me acompaña la convicción y la satisfacción de haber mantenido con él una larga y fructífera amistad. No puedo precisar la fecha pero si los lugares donde la vida nos citó irremediablemente para cerrar, junto a otras manos, los confusos procesos políticos en los que estuvimos, y nos brindó más tarde la oportunidad de abrirnos a la complejidad del mundo y atrevernos a comenzar un sistemático esfuerzo por tratar de entender, no ya las complejidades de la lucha social, si no la razón de nuestra existencia y hacia donde marchaban nuestras atribuladas vidas siendo conscientes e identificados con el poeta ausente de “Canción de la Vida Profunda”, que se atrevió a escribir: “Hay días en que somos tan móviles, tan móviles; Como las leves briznas al viento y al azar….Tal vez bajo otro cielo la Gloria nos sonría…La vida es clara, undívaga, y abierta como un mar…”
Pero en este nuevo sendero en la medida que procurábamos entender las duras contradicciones sociales, la lucha a muerte generadas en el vórtice de la contradicción principal, se iba llevando la vida de viejos camaradas y entrañables amigos para quienes solo había desde la distancia un minuto de silencio y de recordación ante la magnitud de su entrega y la dimensión de su sacrificio.
De allí pienso le viene esa profunda vocación a Jaime Patiño Santa por acercarse al borde de lo infinito y asumir con admirable serenidad el dialogo directo y descarnado con la muerte. Quizás será porque siendo muy joven, la parca traicionera le arrebató para siempre la vida sonriente y el corazón cariñoso de su madre. Y en esa profunda elegía se dio la transformación y surgió el amigo y el maestro que sabe acompañar a los seres, enfermos terminales, que su vida poco a poco se va agotando y él, los va conduciendo de su mano por los recónditos confines donde se acorta la vida y se gana la dimensión gratificante de la eternidad para disfrutar al lado de los seres queridos que han partido antes, por las razones inexorable del destino.
Pero su preocupación y sus esfuerzos se ubican también más allá de la ayuda generosa que brinda a los pacientes en el complejo tránsito de transcender. Ahora cuando nuestra nación herida se prepara para recibir la Paz y la reconciliación de la gran familia colombiana, allí está, nuevamente, el amigo y el maestro Jaime para brindar sus luces, sus experiencias y su amor en el largo e interminable camino del perdón, del duelo y la reconciliación.
Se de sus múltiples viajes y esfuerzos para encontrarse con la esencia viva de las comunidades y pueblos que han sufrido en carne propia el doloroso látigo de la violencia, de la muerte y la humillación. Sé que ha llegado hasta lejanas poblaciones donde los violentos han impuesto su impronta del crimen y la muerte violenta, para acompañar en la sanación del alma y para que esas mismas poblaciones puedan ganar la gracia suprema del perdón que al concederlo los libera de la aridez de la venganza y les concede el bálsamo supremo de la gratificación. Se de sus innumerables horas de vigilia escuchando a los seres en la desnudez de su alma, donde anida el dolor y la tragedia. Pero se también de su profunda comprensión de los fenómenos para entenderlos, explicarlos y cuando llegado el momento haya que trascender, allí estará el amigo y el maestro Jaime con su dulce voz y su profunda visión de la vida y la muerte, ayudando a encontrar los caminos que alivien el sufrimiento humano.
Estoy convencido que el libro que lanza hoy en la Universidad del Quindío titulado “Sin miedo a morir. Perdón, duelo y reconciliación”, se convierte en una ayuda fundamental para todas aquellas personas y comunidades que han sufrido el dolor terebrante de la enfermedad, de la violencia y la muerte; y para nuestra sufrida sociedad que hoy desanda los caminos del perdón y la reconciliación hallara en sus páginas las palabras dulces que la acercaran inexorablemente a la Paz, recordando las palabras bíblicas de Jesús: “Mi Paz os dejo. Mi Paz os doy”.
Ex. Embajador de Colombia en Europa
Vice. Presidente del Comité Permanente por la Defensa de los DD.HH. (CPDH).
Agosto 26 de 2016.
