Enfrentar un enemigo tan despiadado como las FARC ha sido una larga lucha llena de sangre, dolor y lagrimas. Ahora, luego de dos periodos presidenciales dedicados a complacer a las FARC con el fin de posicionarlos en un lugar desde el que puedan alcanzar el poder por la vía democrática, vemos como la batalla decisiva está cada día más cercana.
No me queda duda de que todo este asunto se resume en un viejo enfrentamiento entre dos bandos irreconciliables, uno liderado por las FARC y el otro por Álvaro Uribe, que se definirá en el campo de batalla de las urnas con los votos como armas… aunque de las FARC se puede esperar cualquier cosa, como se hace evidente con su llamada a conformar, a partir de sus milicias armadas, las tales Unidades Tácticas del Común para las elecciones de marzo y en mayo. No queda la menor duda de que van a hacer lo que sea por derrotar a su contrincante sin importar el tipo de armas que utilicen con tal de establecer un régimen castro-chavista legitimado por unas elecciones. Los títeres de la izquierda, una partida de ineptos y corruptos políticos, son solamente parte del decorado de fondo para distraer la verdadera naturaleza de esta lucha.
Para enfrentar ese siniestro enemigo, Álvaro Uribe ha conformado una llave prometedora con Iván Duque y están trabajando como lo saben hacer, con total entrega y con un entusiasmo que contagia a los colombianos. Trabajar, trabajar y trabajar es el viejo lema con el que conocemos a Uribe al que hay que añadirle ahora, el de ganar, ganar y ganar que es lo que vamos a lograr muy pronto en las elecciones parlamentarias para ir fortalecidos a las presidenciales.
Con frecuencia las cosas más extraordinarias están frente a nuestros ojos pero pasan desapercibida hasta que de repente se iluminan. Mientras recorremos este oscuro túnel, buscando una salida con desesperación empezamos a vislumbrar una luz de esperanza en este venturoso 2018:
Imaginemos un 20 de julio en el que se instale un nuevo congreso liderado por Álvaro Uribe con unas claras mayorías. En tan solo seis meses iniciaríamos la reconstrucción de una Colombia a la que le han dinamitado su estructura y sus bases democráticas. Para eso se requiere trabajar, si queremos una Colombia con un futuro grande, y ganar para que desde el Parlamento rearmemos una institucionalidad quebrada.
Del 20 de julio al 7 de agosto, si ganamos, ese congreso prepararía el camino para la posesión de Iván Duque, brillante político que se perfila como un estadista de talla mundial.
Álvaro Uribe e Iván Duque recorren el país, llenan las plazas, comunican a sus compatriotas sus planes de gobierno y devuelven en cada rincón del país la fe en el futuro. Eso es trabajar, trabajar y trabajar. A los colombianos nos corresponde ganar, ganar y ganar en las urnas esta decisiva batalla.
La batalla decisiva
Jue, 11/01/2018 - 03:52
Enfrentar un enemigo tan despiadado como las FARC ha sido una larga lucha llena de sangre, dolor y lagrimas. Ahora, luego de dos periodos presidenciales dedicados a complacer a las FARC con el fin de