Me impactó ver a John Viafara escoltado por Policías, rumbo a prisión. Las imágenes, turbadoras, me remontaron de inmediato al título de copa Libertadores del Once Caldas, con su disparo maravilloso que lo inmortalizo, para vencer a Abondanzieri, portero de Boca Juniors, desde tres cuartos de cancha. El héroe de las secciones deportivas, de aquellos tiempos, protagonista en la actualidad de la crónica negra; aquel volante todo terreno, de imponente físico, pasa horas de angustia asediado por el entramado judicial que lo investiga, por conducta criminal aun no comprobada, en reducido recinto como "ballena en un acuario".
En mi memoria aquella voz eufórica que gritaba triunfos del Once Caldas, Junior, Medellín, América, Cali, Equidad, Pasto y la selección, relevada por un susurro, como tímida afirmación de su inocencia. Si hasta en Inglaterra anduvo, destacando en el Portsmouth.
Pensé en la demencia de la fama. La droga maldita del protagonismo a cualquier costo. Los amigos tóxicos en el entorno, la vida fácil, el mal manejo del ocio, la esclavitud de oro del balón, los dirigentes tolerantes y los periodistas complacientes. Sus amigos los policías y los entrenadores que se rindieron a su protagonismo y pasaron por alto sus desmanes.
Él, Viafara, como tantos futbolistas de ropa ceñida, que saltan de bar en bar, de cama en cama, mostrando destrezas de alcoba, con mujeres alegres y torrentes de dinero entre las manos.
"Chicos plásticos de esos que van por ahí, con la peinilla en la mano y cara de yo no fui… Por las apariencias que hay que tener… para una chica plástica recoger".
Los ídolos de pies mágicos en las canchas, tantas veces seducidos por comportamientos ligeros, descarriados y bulliciosos.
Viafara recorrió el mundo con Messi y sus amigos, cuando el astro del barca llenaba bolsillos con falsas aportaciones sociales ,"lavado" que algunos llaman, que también lo llevaron a los tribunales. Eran coqueteos disimulados con la mala vida, que hoy lo tiene a la deriva. El derrumbe de un ídolo y la fe en su inocencia. Historia de goles y autogoles, en estrados judiciales, donde no solo hay que saber pegarle a la pelota.