La diplomacia colombiana en el Caribe occidental

Vie, 23/06/2017 - 07:03
El Caribe occidental conforma una cuenca etno geográfica que rebosa de belleza natural y riqueza cultural desconocida por los hacedores de política exterior de esta centralista y “cachaca” Colom
El Caribe occidental conforma una cuenca etno geográfica que rebosa de belleza natural y riqueza cultural desconocida por los hacedores de política exterior de esta centralista y “cachaca” Colombia. De Providencia a Bluefields, de Bocas Del Toro al barrio de San Luis en San Andrés, de Corn Island a La Loma, se come el mismo rondón, se habla creole y se comparte la misma herencia genética y el mismo Mar, ese mar que no es el de las cartas geográficas de meridianos que no se ven en las aguas y de cancilleres que no comprenden la dimensión humana de la geografía. Ya en 1.928 la primera intervención miope de la diplomacia cachaca resolvió un diferendo con Nicaragua mediante un tratado que reventó las familias de la región separándolas como ciudadanos de dos Estados que a partir de ese momento olvidaron a su suerte aciaga a las gentes de la región. Con cada acto de soberanía que se ejercía desde Bogotá o Managua se castigaba a los raizales de los dos países a vivir en una frontera que no producía ningún tipo de desarrollo humano, cultural o económico. Al finalizar el Siglo XX Nicaragua presenta una demanda ante la Corte Internacional de Justicia en La Haya que es contestada por el gobierno de Pastrana y manejada de manera desastrosa por Uribe que, de manera absurda y de espaldas a la población de las islas, renuncia a la defensa del meridiano 82 como frontera y no mostró la presencia de una etnia que necesita el Mar para sobrevivir ( como quedó consignada en la parte motiva de sentencia del 19 de noviembre de 2.012 ) Esa política que yo llamé la política de los hombres grises en una intervención en la Cámara de Representantes el día siguiente al fallo de la Haya (ver intervención https://youtu.be/93HQwcKZ1D8 ) profundizaron aun mas las distancias entre las familias ya separadas y convirtieron la frontera en una zona de tensiones mas parecidas la lo que ocurre entre las dos Coreas que a este Caribe azul y cordial. Hoy estamos acudiendo nuevamente a una nueva demanda de Nicaragua que puede terminar empeorando la situación de las gentes que habitan en las dos orillas de este Mar condenados al NO FUTURO de vivir en una frontera hostil y aislada. Colombia debe entender que su política exterior en la zona debe considerar fundamentalmente la protección de la población raizal de las islas y empezar a proponerle a Nicaragua un Tratado que permita la re-unión de las familias y desarrolle una frontera viva que desarrolle la región cultural, económica y socialmente. Seguir dándonos la espalda en esta esquina del Caribe donde habitan gentes extraordinarias, con una belleza natural excepcional y con un potencial económico prometedor es un error histórico que debe corregirse imperiosamente. Esta es una frontera de parientes. P.S. Anotemos que muchas empresas colombiana participan de manera importante en sectores de la economía nicaragüense como la banca y la generación eléctrica.
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