La soberbia de las Farc pareciera no tener límites. Como tampoco su torpeza política. Con un inocultable error de cálculo respondieron con la ruptura del cese al fuego unilateral al ataque del Ejército Nacional a unos de sus campamentos del frente 29, en el departamento del Cauca, en el que perdieron 26 integrantes, entre combatientes y comandantes. Cese al Fuego que habían decretado desde diciembre pasado. Que habían cumplido en términos generales y que habían violado con el ataque en Buenos Aires (Cauca) que a mediados de mayo le costó la vida a 11 uniformados también en el Cauca.
Las Farc ocultan que fueron ellos los que precipitaron la decisión del presidente Santos de reactivar los ataques a sus campamentos con el ataque de Buenos Aires. Precisamente cuando el proceso de paz gozaba de un creciente respaldo de la opinión pública como producto de gestos y acuerdos puntuales de desescalamiento del conflicto: el cese al fuego unilateral de las Farc, la suspensión de bombardeos a los campamentos ordenada por el Presidente y el acuerdo sobre desminado. Y son ellas, las propias Farc, las que llenan de argumentos a quienes disparan a diario contra los diálogos de La Habana.
Ya sabemos que acudir a la guerra para presionar a su favor la agenda de La Habana es un reiterado acto de torpeza de los farianos. Porque con ello producen el efecto totalmente contrario. Estimulan la animadversión y la desconfianza de la opinión pública al proceso de paz, envalentonan a sus caracterizados opositores desde la extrema derecha política y endurecen las posiciones de los sectores renuentes a la paz en el estamento militar. Y con ello le quitan capacidad de maniobra al Gobierno Nacional para defender la paz en el debate político nacional e internacional, e incluso para otorgarle concesiones a la guerrilla en la propia negociación.
Pero vistas las actuales circunstancias del país y el contexto internacional en materia de derechos humanos la torpeza adquiere dimensiones descomunales. Porque no se requieren estudios especializados en el tema para advertir que cualquier proceso de paz en el mundo de hoy tiene que responder a estándares internacionales contenidos en el Estatuto de Roma. Y la flexibilidad del gobierno o la aceptación de la sociedad colombiana para el tratamiento de dichos estándares también se restringen si las acciones de guerra de las Farc son, sobre todo, actos de barbarie. Porque los ataques a la infraestructura petrolera y energética ocurridos en Putumayo, Nariño y Cundinamarca son verdaderos crímenes ambientales que atentan contra la población civil censurados por la normatividad del Derecho Internacional Humanitario. Las Farc no solo han dejado sin agua potable a los habitantes del municipio de Algeciras (Huila), sino que casi dejan sin fluido eléctrico a la Capital de la República.
Tampoco se requiere ser un avezado analista político para constatar que esta oleada violenta de las Farc socava irremediablemente su viabilidad como proyecto político. Su poca imagen favorable se disemina con cada explosión y su credibilidad pública a mediano plazo queda seriamente comprometida. El marxismo aprendido alguna vez por los negociadores de las Farc en las cartillas soviéticas, debería servirles para una elemental lectura de contexto de las actuales negociaciones de paz. Y para entender que hoy la paz se conquista con gestos de paz. Y que la legitimidad política se gana con argumentos, audacia e innovación. Y que se pierde con bombas y emboscadas. Con soberbia armada.
@Antoniosanguino
La soberbia armada de las Farc
Mar, 16/06/2015 - 12:35
La soberbia de las Farc pareciera no tener límites. Como tampoco su torpeza política. Con un inocultable error de cálculo respondieron con la ruptura del cese al fuego unilateral al ataque del Ejé