Pocas veces se traducen al español novelas provenientes del medio oriente; Irán, la milenaria Persia, siempre ha sido cuna de civilizaciones, imperio de innovaciones, y en el último cuarto de siglo pasado, cultor de la revolución islámica, con renovado brío y confusas y aterradoras desviaciones en otras latitudes en la actualidad.
Por eso, la importancia de la novela de la joven escritora iraní Sahar Delijani, quien estuvo en la pasada Feria del Libro de Bogotá, radica en presentarnos la realidad cotidiana de la juventud posrevolucionaria de Irán, sus luchas, sus expectativas, pero sobre todo la forma de vivir de todos.
El mundo occidental trata siempre de amoldar comportamientos y considerar que en otras regiones no pueden existir similitudes y analogías a los mismos. En el transfondo de su novela, referencia autobiográfica, Delijani nos muestra la familia, padres, hermanos, abuelos, primos, todos con los mismos problemas y querencias que tiene cualquier familia en el mundo inmersa en las luchas del cambio, en las sinsalidas del autoritarismo, de las expectativas del amor, del aprendizaje continuo de la vida.
Esta novela escrita con una prosa con singularidades poéticas, propias de una tierra vibrante, histórica, con nostalgia y sabores de naturaleza, es una sucesión de historias, que cual conjuntos se van intersectando unos a otros.
Recrea aspectos íntimos de la actividad contrarrevolucionaria después de la caída del Sha y la llegada al poder de los Ayatolas con su cambio dramático de ver la vida. Jóvenes que soñaban con el cambio se ven inmersos en la abrumadora capacidad de represión del nuevo régimen por el cual había soñado y ahora desencantado; con las frías paredes de la cárcel como telón de fondo inicial, en donde la autora nace; con sus tragedias de injusticia que deja huérfanos o niños a la espera de sus padres cumplan sus condena; el cuidado de abuelos y tíos de los pequeños que van creciendo en una sociedad que también va cambiando.
Y cual deja vu, casi tres décadas después se repite con un renacer de cambio en la sociedad iraní pero que nuevamente es sujeta de represión e incompresión, solamente que ahora más interconectada y globalizada por la omnipresencia de la tecnología de la información y las comunicaciones, viajes al exterior, estadías en Occidente, entre otros factores que imponen nuevas realidades
Delijani va entretejiendo la historia de varios niños, hijos de la contrarrevolución y algunos de la revolución islámica que derrocó la monarquía autoritaria; sus infancias impregnadas por el amor de los abuelos y tíos, con la fuerza del cariño matriarcal de quien guía desde siempre la familia; la nueva llegada de los padres cuando cumplen las condenas y son desconocidos por los niños, en un nuevo nacimiento forzado; la tristeza por aquellos que no han vuelto; los secretos que aparecen con el tiempo como sombras que nunca se han ido.
En fin, la prosa de Delijani es dulce pero cruda; nos muestra esa realidad de Irán; también nos muestra a los jóvenes con sus ilusiones, sus amores, sus coqueteos, sus luchas y celos; todo eso forma parte del ser que la autora quiere profundizar y mostrar como parte de su revelación de vida.
Es un oasis de literatura, a la sombra de las flores violetas del jacarandá.