Persona, programa, personajes, país y pueblo: las cinco pes de alta significación respecto de Iván Duque, el ciudadano que la mayoría de los colombianos escogimos para gobernar durante el período 2018-2022. “Pes” relevantes, sobre cada una de las cuales cae bien formular unas consideraciones mínimas.
La persona que nos gobernará
El 7 de agosto llegará al mando de la nación, de cuarenta y dos años, dicho ciudadano de tradición antioqueña nacido en Bogotá, de quien sus opositores se mofan llamándolo “mofletudo”, en palabras de Antonio Caballero, “cerdo”, en trazos del caricaturista Matador, y “títere”, en líneas de Vladdo, francotiradores y “adalides de la paz” en Colombia, aparte de sostener que las ideas del mandatario electo son “de extrema derecha”.
En cambio, más de diez millones de colombianos votamos por Duque sin importarnos su figura o sus ideas de extrema derecha (imaginadas por mentes atormentadas). Lo hicimos atentos a su condición de persona honesta, capaz, animosa, bien formada, inteligente, con valiosas experiencias profesionales en instituciones nacionales e internacionales. Y también lo hicimos atentos a su frescura, su espíritu juvenil, sus habilidades sociales, su talante conciliador, su habilidad dialéctica, su carácter, su visión de país y sociedad. Rasgos, todos ellos, que lo condujeron a la victoria y a hacer suya la frase de Evander Holyfield el 10 de noviembre de 1996, al convertirse en campeón mundial de los pesos pesados, por tercera vez, tras triunfar sobre Mike Tyson: “Gané porque encaré cada asalto en forma competitiva”.
El programa que lo guiará como gobernante
Y los ganó a puño limpio, de frente, con su programa de gobierno, su segunda pe, ventilado en numerosos escenarios, que orientará su acción. Programa gestado y formulado con ayuda de ciudadanos honrados, capaces, ilusionados y visionarios. Un programa que busca adaptarse a la sociedad, no lo opuesto, para así atender sus carencias y expectativas y convertirlas en auténticas oportunidades de cara al logro público, el bienestar general, el progreso de las personas y las comunidades. El respeto a la libertad y a las instituciones democráticas, la convivencia pacífica, la divergencia constructiva. Con sentido de las prioridades, de lo factible y lo sostenible. En plan de violar la ley de Hane: “No hay límite para que las cosas resulten mal”.
Los personajes con quienes gobernará
Duque sabe, recordando al viejo gurú Peter Drucker, que “el buen gerente se rodea de personas mejores que él”. Y lo hará, aunque las desconozca, a la luz de las palabras de uno de nuestros poetas, Carlos Castro Saavedra, hace cincuenta y cinco años, probablemente leídas por su padre: “El que de verdad aspire a dirigir, a ser conductor, brújula de la patria, depositario de las esperanzas colectivas y no corista de los directorios políticos, que recobre la independencia en primera instancia y empiece a buscar a Colombia en sus propios caminos interiores”.
Por eso se rodeará de personajes –la tercera pe–, es decir, de mujeres y hombres idóneos, para rendir las mejores cuentas ante la sociedad, y honestos para rendirlas con la frente en alto. Y los escogerá sean o no populares, de diversas formaciones académicas y procedencias regionales, con experiencias probadas y edades de “asalto”, sin darle mucho juego al ensayo-error. Es demasiado lo que está en juego…
El país al que gobernará
Duque arriba a la Casa de Nariño para gobernar a un país polarizado y fraccionado, con grandes riquezas y desigualdades, grandes oportunidades y frustraciones, grandes logros y fracasos, grandes alegrías y desgarramientos. Un país que no consigue consolidarse en posiciones de avanzada en ningún campo de importancia. Que por momentos parece ir a la topa tolondra, y en otros suscita esperanza y gozo. Que espera decisiones sabias de alcance amplio y una inteligente redención social en numerosos frentes.
El pueblo que estará atento a su gobierno
Duque se estará exponiendo a un pueblo atento a sus palabras, decisiones y acciones: quienes le dimos nuestro voto, para verificar que las promesas de campaña, por las que lo elegimos, van viento en popa, y quienes no lo hicieron, para aumentar su dosis de exigencia y crítica, sin dejar de desear estos, allá en el fondo, que le vaya bien en su gestión.
Pero el nuevo mandatario también estará atento a ese pueblo, al que querrá volver su aliado. Complacido con los aplausos de sus seguidores, se sentirá a la vez retado por las aspiraciones que en las urnas dejaron los ciudadanos que prefirieron otras opciones. Y sabrá apreciar la popularidad que llegue a conseguir en su gobierno por los éxitos obtenidos, en relación con lo cual viene de maravilla lo vivido por el célebre arquitecto griego C. A. Doxiadis cuando conducía un pequeño bote en el mar Egeo, acompañado de un viejo marinero, cuya historia escuchaba. Lo hacía tan embelesado, que el curtido hombre de mar tuvo que pedirle que fuera más cuidadoso en el manejo del timón. “Pero el viento nos es favorable”, replicó Doxiadis. “Precisamente por eso, contestó aquel. Es mayor el peligro de perder el rumbo”…
Para despistados: son cinco pes, no síncopes…
INFLEXIÓN. En su discurso del 17 de junio en la noche, Petro dijo que “entrará a la Casa de Nariño dentro de cuatro años, aunque es posible que sea antes…”. ¿Algún periodista le ha preguntado qué quiso decir con ese “antes”?