Cuando llegó María Isabel Rueda a la redacción de Semana hace más de 30 años fue recibida con cierto excepticismo. Bajo la dirección de Plinio Apuleyo Mendoza la revista era una especie de reducto de izquierdistas que veíamos a María Isabel como una goda consentida de la casa Gómez. Era una columnista del periódico El Siglo pero dejaba ver con facilidad que había heredado lo mejor de los conservadores, sus preceptos sobre la ética y la moral pública; y sorprendía cada vez más con su agudeza periodística y su afanosa búsqueda de la verdad. Persistente y hasta rabiosa contra la corrupción política, hacía una llave miedosa con María Elvira Samper porque ambas detestaban casi visceralmente incluso a los amigos de Felipe López que tenían cercanías con los mafiosos en la década de los ochenta o con aquellos políticos que para ellas eran cuando mínimo díscolos en el manejo de lo público o laxos en sus percepciones sobre el bien común. Conocí su faceta de militante a ultranza del Alvarismo al tiempo que su tenaz esfuerzo por encontrar el equilibrio y la ecuanimidad, aunque no lograba ocultar algo de clasismo aprendido en sus entornos familiares y sociales, tradicionales.
Por su espíritu solidario, un antiguo compañero de universidad, que se encontraba profundamente deprimido con su profesión de abogado y que admiraba su facilidad con la pluma, terminó como redactor internacional en Semana, gracias a su manejo del inglés y su particular vocación por la política internacional. Hoy es el subdirector y el ya casi legendario jefe de esa sección. Conocí por aparte a su extraordinario esposo, Juan Arciniegas, que por infortunio para el buen humor y la ponderación, la muerte se lo llevó tempranamente. La conocimos después en el ejercicio del periodismo en el noticiero QAP, donde pudo demostrar que su calidad de empresaria no logró jamás invadir su concepto de responsabilidad profesional, y donde las Marías, como las llamaban a ella y a María Elvira en los círculos políticos y periodísticos, se fajaron para impulsar un periodismo televisivo independiente que por entonces se había convertido prácticamente en un bien escaso. Hasta el punto de que por sus posturas éticas y sus denuncias terminaron en bronca frontal con sus grandes amigos Ernesto y Daniel Samper Pizano, en las escabrosas épocas del proceso 8.000.
Si hay alguien admirable por su independencia y por su criterio frente a la verdad es María Isabel Rueda. Es de las pocas personas que no se dejaron confundir con que la ética, el bien público y la verdad pertenecen únicamente a la esfera de las izquierdas. Ella desde sus posiciones filosóficas de derecha ha denunciado y combatido más la corrupción que muchos de los que se muestran como adalides de la verdad y de la moral pública y que disparan dardos a diestra y siniestra desde la pretendida izquierda. Ha sido valiente y nunca le ha temblado el pulso para poner las teclas en la llaga en los espinosos temas de la narcopolítica, la narcojusticia, la narcoguerrilla o la narcocracia que se ha enquistado en el establecimiento desde hace casi 40 años. En Semana se hizo famosa una anécdota en la que Felipe López se puso con los pelos de punta cuando encontró la frase que Maria Isabel escribió en un perfil sobre su amigo y vecino en Anapoima Julio Cesar Sánchez, donde decía que éste había visto engordar su chequera desde la época en que se desempeñaba como Alcalde de Bogotá.
Por eso resulta difícil no darle la razón a María Isabel en el episodio que la enfrenta al Fiscal Eduardo Montealegre sobre las omisiones en la investigación del asesinato del dirigente conservador Alvaro Gómez Hurtado. Es notorio que allí existe un manejo amañado porque por alguna razón no se ha actuado con la misma diligencia que en otros casos bajo su administración en la Fiscalía. Los testimonios y los implicados no han sido tratados con la misma celeridad que se le nota por ejemplo en el rifirafe que mantiene con la excontralora Sandra Moreli. Es endeble la postura de que los Estados Unidos no colaboran y por lo menos extraña la respuesta que les dio a los familiares del líder asesinado sobre la idea de no declararlo crimen de lesa humanidad. Podrá ser muy progresista el Fiscal para hacer causa común con el alcalde Gustavo Petro contra el Procurador y podrá parecer muy de avanzada en sus enfrentamientos con el expresidente Alvaro Uribe frente a la Ley de justicia y paz, pero en este caso es muy raro que no se hayan llamado a los implicados y no se hayan tenido en cuenta ciertos testimonios.
No son muy claras las posturas del Fiscal en este caso como nunca han sido suficientes sus explicaciones en el de Saludcoop. Por eso es válido imaginarse “ ¿Qué se estará preguntando María Isabel?¨ porque aquí hay gato encerrado y no es la primera vez que una columnista dice algo respecto de la actuación del señor Montealegre. Esperemos que la periodista Cecilia Orozco no termine citada en la Fiscalía para que diga lo que sabe sobre Kiko Goméz, que no sabe la Fiscalía, a raíz de su columna en la que se extraña de ciertas apreciaciones del controvertido exgobernador de la Guajira hacia el hoy felicitado Fiscal General de la Nación. Por eso es probable que María Isabel no gane este round ya que en este país la justicia se la ponen de ruana los propios encargados de administrarla. Pero como tarde o temprano su radio será un philips la verdad sobre los autores intelectuales de la muerte de Alvaro Gómez se conocerá más temprano que tarde gracias a María Isabel.
Y por esta misma razón resulta casi indignante que un columnista online de Semana pretenda convertirse en sparring de María Isabel y se victimice ahora como si ella impulsara una especie de censura en la sombra desde la revista Semana. Él puede sentirse muy de izquierda y verla a ella muy de derecha pero de seguro que como decía Antanas Mockus cuando le preguntaron si era de derecha o de izquierda, "a veces como en el tráfico bogotano se avanza más por la derecha que por la izquierda". Y por eso María Isabel saldrá avanti contra las cuerdas de la Fiscalía y contra las de los periodistas mamertoides. Porque no es muy coherente que la justicia haya puesto preso al exdirigente liberal Alberto Santofimio a raíz de que unos sicarios y mafiosos hayan testificado que fue él quien le ordenó a Pablo Escobar que matara a Luis Carlos Galán mientras que los testimonios que involucran a personalidades de alta talla nacional y de alto turmequé liberal con el asesinato de Álvaro Gómez no sean ni siquiera tenidos en cuenta, cuando menos como para declararlo como crimen de lesa humanidad.
Lo que se pregunta Maria Isabel
Lun, 15/12/2014 - 08:50
Cuando llegó María Isabel Rueda a la redacción de Semana hace más de 30 años fue recibida con cierto excepticismo. Bajo la dirección de Plinio Apuleyo Mendoza la revista era una especie