“Los pobres son del Estado, no míos”: padre Fajid

Mar, 16/07/2013 - 01:06
El padre Hernando Fajid Alvarez Yacub, quien acaba de vender su carro Mercedes que le costó $120 millones, dice que el dinero se lo devolverá a su familia, no a los pobres porque éstos son responsa
El padre Hernando Fajid Alvarez Yacub, quien acaba de vender su carro Mercedes que le costó $120 millones, dice que el dinero se lo devolverá a su familia, no a los pobres porque éstos son responsabilidad del Estado. “Eso lo tengo bien clarito…”, respondió sin ambages. ¿Por qué vendió el carro, padre? Por obediencia, yo soy sacerdote y soy fiel a la doctrina de la Iglesia y de paso, obediente también a la orden del Santo Padre. ¿No pensó los inconveniente que podría traer el exhibirse en un carro tan costoso? No, no es tanto. Es más lo que se ve que lo que cuesta. Es un regalo de mi familia, donde soy papá y hermano. En agradecimiento tuvieron ese detalle conmigo. Nunca lo he tomado como algo ostentoso. Siempre he visto mi carro como una herramienta de trabajo y como un medio de transporte, no más. ¿Los sacerdotes también pueden darse esos y otros lujos? Pienso que uno debe caminar al pie de los avances tecnológicos, pero mal haría yo que el Papa Francisco diga una cosa y el padre Fahid en Santa Marta haga otra. Quiero estar en sintonía con la Iglesia. ¿Y dice la verdad cuando afirma que sus hermanos le regalaron el carro? Cuando mis papás murieron, todos eran muy pequeños, yo era el mayor y en ese momento me tocó ser cabeza de familia. Hoy todos son profesionales (cuatro) y soy para ellos el amigo, el papá, el hermano y por encima de todo me respetan por sacerdote, como parte espiritual de la familia. ¿Y de dónde sacó el dinero para formar profesionales a sus hermanos? La herencia de mis padres. Yo nunca he necesitado el dinero de la Iglesia. Soy un sacerdote convencido, renovado, comprometido. ¿Desde cuándo ejerce el sacerdocio? Terminé el bachillerato cuando tenía 18 años. Cuando entré al seminario mi papá todavía estaba vivo. Murió cuando yo era estudiante de sacerdocio. Ya iba bastante adelantado en la carrera. Es más, me tocó retirarme un año del seminario para tratar de hacerle frente a toda la ausencia de él y tratar de organizar todas las cosas. Bueno, se organizaron, volví nuevamente al seminario y tengo 17 años de ser ordenado sacerdote. ¿Nunca tuvo la tentación de dedicarse a los negocios? No. La tuve muy clara desde el primer momento. Yo sabía lo que quería hacer. Y soy lo que quiero ser, el padre Fajid. ¿Qué piensa de la controversia desatada por sus lujos, que incluyen también joyas y relojes muy finos? El primero en enterarse de mi situación fue el señor Obispo de Santa Marta. Yo siempre he sido muy transparente y honesto con él. Saqué a mi familia adelante sin necesidad de tocar un peso de los rubros de la parroquia. Sólo recibo $1.800 mil de sueldo, apenas para vivir humildemente en Santa Marta. Comparto residencia con otros tres sacerdotes, de la forma más módica posible. ¿De qué tamaño fue la herencia recibida? Lo suficiente como para vivir cómodamente. Padre, ¿por qué los curas católicos tienen que ser pobres?  Hay diferencias entre ser pobres o vivir como pobres. Para estar sintonizado con el Papa, me deshago de ese carro y comienzo a coger buseta y me convierto en un normal y corriente en la ciudad de Santa Marta. ¿Pero le parece justo? Trato de complacer al Papa. En su opinión ¿cuál es el momento que está viviendo la Iglesia Católica colombiana? Hoy la gente no busca al Señor de los Milagros, sino que busca los milagros del Señor.  Por lo regular todos los que van a la Iglesia llegan a pedir, pero no tienen buena relación de familia y menos con Dios. Hay que sembrar para recoger, y cada quien recoge de lo que siembra. Es necesario estar en paz, con la conciencia tranquila, para poder ser una persona bendecida. Hay un canto de la iglesia católica que dice, “como puedo yo orar, enojado con mi hermano, Dios no escucha mi oración si no me he reconciliado. Ahí está, clarito. ¿Queda tranquilo al vender ese carro Mercedes? Por lo menos quedo en sintonía con el Papa Francisco. Soy una persona muy humilde. En Santa Marta soy amigo del rico, del uno y del otro. A todos los trato con igualdad, con respeto. Nadie puede decir nunca que le pedí, que le quité, que le robé, porque en eso sí he sido muy transparente. Definitivamente me gusta la plata, pero la plata de mi trabajo. No la de los demás, ni me gusta ni la envidio. ¿Cómo es eso que usted hace sepelios virtuales? Decidí instalar en la capilla del cementerio San Miguel un sistema de cámaras, estratégicamente distribuidas, que prestan un doble servicio. Me sirven de seguridad y al mismo tiempo cuando muere una persona, los familiares van, yo les doy una dirección de Internet, ellos se meten y desde ahí pueden escuchar la ceremonia como si estuvieran en la capilla. ¿Y por qué bloquea los celulares en el templo? Conseguí un aparato en Estados Unidos, me costó 770 dólares. Con eso impido que en plena misa suenen los celulares con ringtones de música champeta, vallenatos, salsa y reggaetón. Para que las cosas sean bien hechecitas, definitivamente opté por este aparato que Dios mediante en 15 días debe estar funcionando en la capilla del Cementerio. Así tendremos una eucaristía con más recogimiento y la gente más concentrada y en devoción. ¿Y eso es legal? Averigüé y me dijeron que después de que lo haga dentro de mi espacio no hay ningún problema. Padre, usted es muy singular… Soy amplio, sencillo, amigo del que vende el tinto o cholado. También del médico y el político. Los trato igual.
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