¡Maravillas, mijo…!

Sáb, 16/02/2019 - 04:24
En septiembre del año pasado, cuando se inauguraba como embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos afirmó, durante un foro del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS),
En septiembre del año pasado, cuando se inauguraba como embajador de Colombia en Estados Unidos, Francisco Santos afirmó, durante un foro del Centro de Estudios Estratégicos Internacionales (CSIS), en Washington, que en el tema Venezuela “se escuchan voces que hablan de operaciones militares unilaterales. Creemos que debe darse una respuesta colectiva a esta crisis. Pero creemos, y déjeme ser bastante claro, que todas las opciones deben ser consideradas" (El Espectador, 18sept2018). Probablemente, el ánimo resuelto del embajador obedecía a que estaba estrenando puesto. Pero sus palabras, por comprometedoras, levantaron los ánimos en las redes y los medios contra Francisco Santos y el gobierno Duque. Un poco más hacia acá, el viernes 8 de febrero, el canciller colombiano Carlos Holmes Trujillo, en una comparecencia en la Universidad Eafit, y ante la pregunta de un estudiante sobre si sería candidato presidencial en 2022, respondió: "Llegado el momento se los diré, pero, aquí entre nos, que no salga de Colombia: claro que sí, yo voy a aspirar en el 2022" (El Tiempo, 10febrero2019). Probablemente, el ánimo resuelto del canciller obedecía a que estaba delante de un grupo de jóvenes, terreno para su candidatura. Pero sus palabras, por inoportunas, también levantaron los ánimos en las redes y los medios contra Trujillo y el gobierno Duque. Ese mismo día, casi a las diez de la noche, Ignacio Greiffenstein, director del Servicio de Televisión de la Presidencia de la República, publicó un trino o tuit que decía: “¿Por qué habrá tantas fanáticas petristas con pinta de putas?” (Kienyke.com, 12 febrero2019). Probablemente, el ánimo resuelto del director del Servicio de Televisión obedecía a que, dados el día y la hora, por sus venas circulaba, fluidamente, un buen vino. Pero sus palabras, por ligeras, también levantaron los ánimos en las redes y los medios contra Greiffenstein y el gobierno Duque. En nuestra historia reciente, esas salidas de madre no son las únicas ni serán las últimas. ¿Falta de sindéresis, realismo, sencillez u oportunidad de los funcionarios? ¿De pautas por parte del mandatario? ¿De todo lo anterior? Humanos somos, y “posudos”, y ambiciosos, y deslenguados. Ningún presidente, por inteligente e imaginativo que sea, puede prever las torpezas de sus colaboradores y evitarlas. Ni siquiera con la existencia de un manual de comunicación, o algo similar, en el que se precise qué pueden/no pueden contestar en público, cómo deben/no deben hacerlo, a qué sí/a qué no comprometerse ante los demás, sobre qué están o no autorizados para hablar. O que determine qué hacer para cuidar el vocabulario y el ideario en entrevistas mediáticas, en reuniones académicas, con la ciudadanía y otros estamentos dentro o fuera del país. O cómo garantizar un sentido de unidad en lo primario y libertad responsable en lo secundario. O cómo combatir la improvisación malsana o improvisar brillantemente. Lo cierto es que las meteduras de pata de los funcionarios de este gobierno, y de otros, suelen representar un costo alto en aquellos y en el primer mandatario, pues sus contrapartes se hallan al acecho para aprovecharse al máximo y hacer el máximo daño. Se cuenta que un español de raca mandaca llegó a la casa a una hora inesperada y encontró a su mujer con un caballero en el tálamo conyugal. Sorprendido, la cuestiona: “Pero, ¡joder!, ¿qué hace ese hombre en mi cama?”. Con ibérica calma, pero llena de convicción, su esposa le responde: “¡Maravillas, hijo…!”. Eso, maravillas, pero a favor de sus enemigos y opositores, las garantizan algunos miembros del gobierno con comentarios y respuestas sin sentido de las proporciones y el contexto actual. Con razón se dice que el hijo tuitero de Gustavo Petro le preguntó a este si creía que los integrantes del equipo de Duque estaban realizando algo bueno. “Claro que sí”, contestó. “¿Qué, papi?”, avanzó el muchacho. “¡Maravillas, mijo!”, precisó el mesías de Ciénaga de Oro… Ni bobos que fueran quienes buscan el desprestigio y la caída del presidente. INFLEXIÓN. El famoso banquero J. P. Morgan fue célebre, también, por sus frases lapidarias, una de las cuales decía: "La gente siempre hace las cosas guiada por dos motivos: uno bueno, y otro, el verdadero"… Una maravilla.
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