"Hay que amar mucho a los hombres. Hay que amarlos mucho, mucho, amarlos mucho para amarlos. Sin esto, no es posible. Uno no puede soportarlos". Margarita Duras.
Con esta cita abre la novela de la escritora francesa Marie Darrieussecq del mismo título, ganadora del premio Médicis. La premisa es simple. Solange quiere a Kouhouesso. Kouhouesso va tras su gran idea: filmar la versión africana del Corazón de las Tinieblas de Conrad. Solange es francesa y blanca. Kouhouesso es del Congo y negro.
S y K se conocen en Hollywood, en casa de George. A partir de ahí todo es quijotesco: el sueño de Kouhouesso de filmar en la selva de su continente; el amor enfermizo ¿cuál no lo es? de Solange por él; las ganas de Darrieussecq de desmitificar muchos lugares comunes a la vez: las parejas de raza distinta, la maquinaria de Hollywood y el amor delirante.
Darrieussecq juega con estos temas con valor y originalidad en su narrativa, que comienza en Los Angeles, pasa por París, y llega hasta las selvas del Camerún. El primer paso de Darrieussecq siempre es atraer al lector con detalladas y auténticas descripciones: desde los platitos de cocaína y duendes de chocolate que ofrecían en una fiesta en Los Ángeles, las estanterías de una farmacia parisina, los ruidos y luces de una noche selvática, o las vendedoras de mandioca africanas, que también ofrecen nokias (suena muy bello en francés).
Pero ese es sólo el vehículo que usa la escritora para guiar a preguntas más fundamentales: ¿Qué es ser humano y qué papel juega la raza en esto? ¿Podemos desprendernos nuestro color de piel o de nuestra historia? ¿Qué es colonizar a un pueblo? ¿Se puede colonizar a otro ser humano? ¿Es el cine hollywoodense una forma de colonización moderna, como lo dijo Godard?
Tal vez la mejor virtud de Darrieussecq es que es sabia y atrevida, pero no moralizadora. Sus ojos devoran detalles y múltiples dimensiones de una realidad, y su visión es clara sin jamás perder la complejidad. Hay también cierto desenfado en la estética de la autora, que nunca termina de dejar de lado el humor o la picardía, a pesar de la seriedad de los temas que enfrenta. Como ella misma lo dice, debe ser carísimo poner a George Clooney en una película, pero a ella hacer fiesta en su casa para abrir la novela, le salió gratis. Al final este libro celebra ese aspecto invencible de las buenas letras: son libres.
Marie Darrieussecq: Hay que amar mucho a los hombres
Mar, 09/12/2014 - 13:56
"Hay que amar mucho a los hombres. Hay que amarlos mucho, mucho, amarlos mucho para amarlos. Sin esto, no es posible. Uno no puede soportarlos". Margarita Duras.
Con esta cita abre la novela de la
Con esta cita abre la novela de la