Hace seis años, cuando ingresé al mundo de la opinión y el análisis, me incliné en mi primer artículo por describir al tipo de sociedad que tanto detestaba: una sociedad que piensa una cosa, dice otra y por supuesto actúa de una manera muy distinta a su decir y pensar, a la que sin pelos en la lengua llamé “sociedad de hipócritas”. Esa misma sociedad de hipócritas es la que pide a gritos prisión perpetua para el padre de familia o para el individuo que comete algún tipo de delito físico, bien sea asesinato o violación a un menor de edad, mientras clama porque se apruebe una ley que permita asesinar bebés en gestación.
Con toda seguridad quienes lean esta columna me han de tildar de puritano y retrógrado, pero no importa, porque si por el hecho de defender la vida tengo que reconocerlo, perfecto, lo acepto.
Es difícil de entender que en Colombia se expida una ley que permita que mujeres en gestación asesinen a sus bebés, con la excusa de que en nuestro país se llevan a cabo alrededor de cuatrocientos mil abortos ilegales, y que muchos de ellos se hacen en condiciones que atentan contra la salud pública; que esto conlleva a una enfermedad de la madre que cometió tal hecho y que es hora de darle las garantías para que esta práctica se lleve a cabo en lugar que cuente con las normas de higiene necesarias para que la vida de la madre no corra peligro, así la del bebé esté a punto de ser interrumpida. Esto es como aceptar que al Estado le quedó grande no solo acabar con las guerrillas, sino también hacer respetar el derecho a la vida y tiene que ceder ante tales presiones.
Sin acudir a principios que marca la Iglesia Católica a la que pertenezco y no pienso ocultar, opino que bajo ningún argumento se puede aceptar que una madre asesine a su hijo que se encuentra en formación, porque si la excusa es que fue concebido a través de una violación sexual, porqué mejor no presionar al Estado para que expida una ley que permita un acompañamiento psicológico, le brinde toda la protección y atención en salud que se requiere y además le facilite los trámites de adopción si es que no desea continuar a su lado. No veo la razón de interrumpir un embarazo con el argumento de que el niño viene con malformación congénita, ¿quién dijo que un menor de edad en estas condiciones es indigno de llegar a este mundo?, ¿acaso no existen centros especializados para atender esta situación?, ¿cómo se entiende entonces que se luche y se clame por la no discriminación, cuando desde el embarazo se está discriminando? Yo me pregunto una cosa, ¿cuál es la razón para evitar que un niño llegue a este mundo sin un pie, sin un brazo o con tres cabezas?, ¿evitarle el sufrimiento al niño? O mejor aún ¿Evitarle la vergüenza a los padres?
Tampoco veo razón para acabar con la gestación de un niño porque la salud de la madre se encuentra en peligro. Hasta donde yo sé, todo embarazo genera un riesgo y si no es así que alguien me explique entonces los motivos por los cuales una mujer debe acudir periódicamente al médico para cuidar su salud, la del bebé y tomar los cuidados necesarios. De hecho existen casos en que la persona luego de dar a luz fallece, sin que necesariamente se haya visto afectada durante el periodo de gestación.
Ni hablar de los casos en que una mujer pretende abortar para no dañar su figura esbelta, que sin conocer mucho de este caso, puedo estar seguro que en este grupo se encuentra un gran porcentaje de personas del género femenino que están a favor del aborto.
Tampoco puedo entender cómo se educa a una menor de edad inculcándole valores y respeto por la vida y en el momento en que queda en embarazo gracias a una aventura de adolescentes, lo primero que se le viene a la cabeza a los papás en lugar de aplicar esa educación que se le dio, basada en el amor por el prójimo y la buena moral, es inducirla al aborto en lugar de darle el apoyo que como tal se requiere.
Puedo no ser de vocación conservadora, de hecho quienes me conocen, saben y le consta que soy de tendencia liberal, más no por eso estoy de acuerdo con que se atente bajo ningún argumento contra la vida en gestación, mucho más si la idea de legalizar esta práctica surge de una sociedad de gente que se contradice luchando por el deber ser de las cosas, mientras clama porque se acepte este tipo de asesinatos.