No preguntamos por ¿miedo o por autocensura?

Lun, 01/12/2014 - 21:04
Volvió el General Alzate con su séquito compuesto por la abogada y el cabo. Lo recibió el domingo el Ministro de Defensa y por supuesto, el país respiró aliviado. Pero su secuestro deja un gran i
Volvió el General Alzate con su séquito compuesto por la abogada y el cabo. Lo recibió el domingo el Ministro de Defensa y por supuesto, el país respiró aliviado. Pero su secuestro deja un gran interrogante que al momento de escribir esta columna no se había resuelto: ¿Qué estaba haciendo el general vestido de civil y sin escolta en un sector plagado de guerrilleros? He leído algunas hipótesis tan ingenuas o más que la propia actitud de militar. Algunos inclusive se atrevieron a insinuar que Alzate estaba “tirándose” una canita al aire. Sorpende esta mirada tan simplista. El militar no estaba tirando balas ni mucho menos amor. En este hecho hay mucho más de fondo y no nos vayan a salir con explicaciones rebuscadas para semejante acto irresponsable. Es difícil hacer preguntas incómodas pero para eso es el periodismo, no para repetir versiones oficiosas o acomodadas y me da la triste impresión de que los medios, en este caso, están pasando de agache. Y es que al decir lo que voy a decir creo correr riesgos serios, entre otros el de calumniar a tan alto oficial o molestar a las fuerzas armadas. Pero en este oficio de opinar tenemos la obligación de no tragar entero; por eso no resisto la tentación de dar mi propia explicación del secuestro: Creo que hay negocios turbios camuflados en la reunión que el General Alzate fue a realizar en ese caserío perdido al norte de Quibdó. Y lo creo, primero porque esa es una zona de tráficos ilegales. Por allí pasan negocios de armas, drogas y minería ilegal. En estos es vox populi que están involucrados tanto las bandas criminales como la guerrilla y hasta sectores militares. Si el litoral Pacífico y en especial el Chocó están como están es porque allí confluyen intereses económicos de estos tres sectores. Lo creo, en segundo lugar, porque el general Alzate en el momento de su captura era el oficial al mando del control territorial y por ende quién tenía la posibilidad de interceptar o dejar pasar “cosas”. Esto lo colocaba en una posición de gran responsabilidad, pero también de mucha vulnerabilidad y exposición a la corrupción gigantesca del narcotráfico. En tercer lugar, lo creo porque solamente un motivo muy poderoso podría haberlo convencido de dejar su camuflado y sus escoltas para adentrarse en la boca del lobo. ¿Irse de paseo con una mujer? Nooo, imposible, no seamos tan imbéciles de comernos ese cuento. Si ese fuera el caso, en el mismo Chocó hay lugares más bonitos y seguros para una luna de miel. Pero una reunión privada sobre negocios ilícitos si requería privacidad y discreción, que fue lo que al parecer buscaba el militar con ese desplazamiento. Y finalmente, si ese encuentro pactado en total confidencialidad era con personas al margen de la Ley, ¿para qué lo secuestraron? Pues podría ser una forma inteligente de desmoralizar a las fuerzas armadas, evidenciando así que hay generales untados, que hacen cosas “non santas”. Esa misma podría ser la razón para devolverlo. Si le tienen pisada la cuerda, cuando sea el momento, las Farc estarían en capacidad de demostrar que la institucionalidad también peca y así todos empatan. Espero estar profundamente equivocada en mi hipótesis y, si lo estoy, ofrezco desde ya disculpas al general, a su familia, a la abogada y al cabo. De lo contrario, si no hay una explicación convincente y pruebas de que la actividad que desarrollaba Alzate y su combo no era un negocio oscuro, tenemos todo el derecho a sospechar de la “blancura de  los cisnes”. Mejor dicho, a sospechar de la transparencia con que sectores de las Fuerzas Armadas desarrollan su labor. Una última pregunta que también nos están debiendo los medios: ¿Cómo así que por el hijo de un indígena del Cauca piden mil millones de pesos? Independientemente de la gravedad del hecho que es un delito atroz, tendríamos que preguntar esa suma obedece a los ingresos de la familia. Y en tal caso, ellos serían muy, pero muy adinerados. ¿De dónde provienen entonces esos recursos? ¿Hay acaso allí también negocios ilícitos? Preguntas como estas deben tener respuesta con urgencia para bien de la comunidad Nasa y de las Fuerzas Armadas de Colombia. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/
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