Como es natural entre muchos hermanos en la niñez, mi hermano y yo a veces peleábamos por diferentes motivos a la hora de comer y alguno de los dos se paraba de la mesa sin terminar su plato. En realidad, era mejor para el que se quedaba porque podía comer doble porción y doble postre. Fue así como entendimos que ese enojo y rebeldía fugaz terminaba por afectarnos a nosotros mismos, entonces aprendimos a defender nuestros puntos de vista con vehemencia, pero con respeto y sin ignorar al otro.
En este mundo de redes sociales en el que vivimos hoy, es cada vez menos frecuente encontrar personas que puedan disentir con argumentos y sin groserías cuando el otro piensa diferente. Ahora que para segunda vuelta estamos entre dos candidatos que representan polos opuestos, los seguidores de ambos han contribuido a que esa polarización se acentúe. Son muy pocas las veces que he visto conversaciones en internet entre desconocidos que piensen diferente y puedan respetarse sus puntos de vista. Al contrario, las descalificaciones son de tipo personal, directamente para hacer daño y anular al oponente.
A propósito de debatir con altura, en mi Twitter, Facebook e Instagram he recibido todo tipo de mensajes salidos de tono y hasta amenazantes porque he manifestado mis discrepancias con el modelo político y económico que plantea Gustavo Petro. No entiendo por qué muchos de esos seguidores atacan y desacreditan a todo aquel que sostenga una visión de país diferente, sin detenerse a reflexionar o al menos a escuchar para tener un panorama un poco más objetivo. Debo reconocer que las elecciones del 27 de mayo demostraron un despertar en la sociedad colombiana, en los jóvenes, y eso es muy positivo, porque cada vez son más quienes hacen sentir su voz y se manifiestan ante el futuro de Colombia. Pero, de nuevo, podemos reaccionar, hacer valer nuestras posiciones, sin irrespetar al otro.
Esas confrontaciones se han visto ahora muy marcadas con quienes han manifestado su voto en blanco para el 17 de junio. Respeto las razones que esgrimen los líderes políticos y de opinión que votarán en blanco, es una opción democrática y un mensaje claro de parte de quienes lo usan. Por eso, me parece contraproducente y peligroso que muchas personas se hayan dedicado a atacar a aquellos que se decidieron por esa opción, completamente válida y razonable. Si no les convencen ninguno de los dos candidatos, no veo por qué hay que obligarlos a inclinarse hacia un lado u otro. Específicamente, esas personas que aseguran que votar en blanco es favorecer a Iván Duque. No señores, votar en blanco es votar en blanco y punto.
Ahora bien, con los ciudadanos que han decidido abstenerse tengo profundas, pero respetuosas diferencias. En mi opinión, estas personas que decidieron no votar son las mismas que se paran de la mesa antes de terminar, simplemente porque se niegan a debatir sobre cuál de las dos opciones elegidas democráticamente debe ser el próximo presidente de los colombianos y tampoco quieren votar en blanco. Es lo más parecido a lavarse las manos, dejando la decisión exclusivamente a quienes sí tenemos nuestro voto definido y lo defendemos con convicción.
Anuncié que en esta segunda vuelta estoy con Iván Duque porque creo que no podemos darle la espalda a la realidad y dejar que las ideas socialistas del siglo XXI se tomen al país, sino que debemos construir juntos y mirar hacia adelante, de la mano de una persona joven, preparada, capaz y con un plan de gobierno que busca soluciones a las necesidades de todos los colombianos. Las propuestas de Duque plantean el fortalecimiento de la seguridad en las ciudades, zonas rurales y fronteras; la realización de reformas tan necesarias en el sistema judicial para que los ciudadanos vuelvan a creer en la justicia; el crecimiento de la economía basado en mayor inversión y exportaciones. También, tiene unos objetivos claros en áreas en las que he venido trabajando y seguiré haciéndolo desde el legislativo como son mayores oportunidades de estudio y financiación para los jóvenes, progreso del agro colombiano y mejoramiento de los servicios en salud y pensiones.
A su completo plan de gobierno hay que añadir que Iván Duque es un hombre que suma y no resta. Él mismo ha dicho que no perseguirá a sus opositores ni gobernará “con espejo retrovisor”. Una persona como Duque nos da plenas garantías de que Colombia estará en buenas manos, mirando hacia adelante y concentrándose en los retos que se avecinan, por ejemplo, en materia económica, cuya recuperación nos conviene a todos.
Estas elecciones deben servirnos para aprender a debatir sin atacarnos, a defender con fuerza nuestras posiciones, pero sin agredir al que piense distinto, a respetar a quienes no se sientan identificados con uno o con otro y decidan votar en blanco. Al fin y al cabo, somos parte de un mismo país, con las mismas preocupaciones y mañana tendremos que levantarnos a trabajar para aportar lo mejor a nuestras familias y a la sociedad. A los abstencionistas les digo: no cometan ese autogol. Necesitamos más ciudadanos activos, defendiendo con vehemencia sus posiciones y exigiendo mejores condiciones de vida. Este 17 de junio no se paren de la mesa. Este 17 de junio empecemos a construir juntos entre orillas contrarias, entre los del centro, los incrédulos y toda la sociedad. Estoy seguro que podemos edificar dentro de nuestras diferencias una mejor Colombia.
¡No te pares de la mesa!
Sáb, 09/06/2018 - 10:38
Como es natural entre muchos hermanos en la niñez, mi hermano y yo a veces peleábamos por diferentes motivos a la hora de comer y alguno de los dos se paraba de la mesa sin terminar su plato. En rea