Juan Pablo II a los veinte años de edad y ya sin familia sufrió, junto a sus compatriotas, de la barbarie nazi y de la ocupación de las tropas soviéticas que instalaron un opresivo sistema comunista por más de cuatro décadas. Dicen que la policía secreta polaca no se inquietó por la promoción de Wojtyla a Arzobispo de Cracovia en 1963. Menospreciaron su fuerza al considerarlo un poeta y un soñador. A este soñador se le debe que el pueblo polaco haya tenido el valor de rechazar el poderío soviético y en buena parte la caída del comunismo.
“No tengáis miedo” fueron las primeras palabras que regaló al mundo entero Juan Pablo II cuando inauguró su pontificado treinta años antes de que toda Colombia dejara de sentir miedo, aunque fuera por un día, con la multitudinaria marcha el 4 de febrero de 2008. Un millón de voces contra las FARC fue el nombre de esa manifestación popular.
¿Dónde están esas voces ahora cuando la situación es de una mayor gravedad? Con esa marcha el país demostró que había perdido el miedo a los terroristas y con ello barrió con muchos otros temores, pero el espectro del miedo ha regresado a oscurecer nuestra patria.
Vale la pena recordar que los años que precedieron a ese histórico 4 de febrero estuvieron marcados por el miedo. Eran pocos los que se atrevían a decir en voz alta que las FARC eran un grupo terrorista y entre ellos escaseaban notoriamente políticos y periodistas. Se sabía del riesgo tan grande al que se exponía quien se atreviera a decir la verdad y denunciase sus atroces actos.
Hoy, cuando el país se encuentra en el peor momento de su historia agravado por tener en la presidencia a una persona que no cuenta con los más mínimos requisitos de liderazgo y se encuentra empeñado en fragmentar al país, me hago estas dos sencillas pregunta
¿A qué le tenemos miedo?
Tal vez a la verdad y ver la realidad de frente. Los colombianos podemos ser comparados con un enfermo terminal al que se le oculta la gravedad de su mal pretendiendo que al hacerlo se hará más llevadera.
Y el mundo entero se hace el de la vista gorda cuando es evidente que nuestro país, por su estratégica ubicación y sus riquezas, es una presa apetecida por el terrorismo internacional que saca partido de unos organismos internacionales que dan vergüenza y de la pusilanimidad de los dirigentes de los países aliados de Colombia.
¿Por qué en una situación como la actual preferimos la mentira a la verdad?
Tal vez porque el país se está incendiando y no queremos sentirnos inútiles frente a esto, por eso predomina la mentira ya que la verdad exige comprometerse debidamente y eso produce miedo.
Para salir de esta encrucijada se requiere del compromiso de todos. Por la ausencia de liderazgo y conducción del presidente, sus ministros, los mandos militares, del congreso y la justicia nos vemos obligados a una participación activa en la reconstrucción del país y para eso se requiere valor y enfrentar la verdad.
Sin la responsabilidad individual será imposible salir del abismo en el que hemos caído y asumiéndola en toda su dimensión podremos construir el país que soñamos.
“No tengas miedo” le he escuchado decir a mis amigos en los últimos días como una voz de aliento y en estos momentos les diría a cada uno de mis compatriotas: No tengas miedo.
No tengas miedo
Mié, 24/07/2013 - 01:03
Juan Pablo II a los veinte años de edad y ya sin familia sufrió, junto a sus compatriotas, de la barbarie nazi y de la ocupación de las tropas soviéticas que instalaron un opresivo sistema comunis