De nuevo el Partido Conservador está ausente de las elecciones regionales en Bogotá al no presentar candidato a la alcaldía de la ciudad más importante del país. La capital de Colombia es el centro económico, político, social y cultural, genera cerca del 24% del PIB nacional y aporta indicadores similares en términos de empleo. Además, y es tal vez el más importante elemento, requiere con urgencia un líder que proyecte de nuevo a esta metrópoli como cabeza de nación, referente de América Latina y orgullo de la República. Bogotá ciudad, tiene más habitantes que países como Uruguay, Costa Rica o Panamá, en Latinoamérica; o Singapur, en Asia; y Finlandia, en Europa. Esta Santa Fe tradicional, hermosa y célebre, hoy no es más que una sumatoria de problemas crónicos cocinados en doce años de malos, corruptos y populistas gobiernos que engañaron a los electores con propuestas idealistas, lejos del propósito de calidad de vida.
Un reciente estudio del programa Cómo Vamos, muestra que el 54% de los bogotanos no están orgullosos ni satisfechos con la ciudad. La seguridad, la movilidad, la falta de ejecución son, entre otros factores, los que los ciudadanos evalúan como nefastos. Si en una ciudad, solo el 17% por ciento de la población se siente segura, lo que domina es el miedo y una comunidad asustada ni produce, ni disfruta, ni confía en nadie.
Es justo en estas coyunturas, crisis y bancarrota, cuando la fuerza de un partido debe empoderarse y aglutinar lo mejor de la sociedad para erradicar lo peor que está atornillado, pero no, la dirigencia conservadora de la capital resultó peor que la enfermedad de polo a polo.
Nada que me sobrecoja más que la pregunta ¿por qué no tiene el Partido Conservador su candidato a la alcaldía? Como vicepresidente de la colectividad siento vergüenza, muchas disculpas salen a la ligera. ¿Debilidad de un partido? No, debilidad de los dirigentes, ¿en dónde está la disciplina y el fervor por la cosa pública? Tal vez en los bolsillos de los caciques.
He llegado a la conclusión que esa dirigencia bogotana (si es que se le puede llamar así) cree que el purgatorio, para limpiar los pecados, es buscar coaliciones incluso perversas para seguir aferrados a estanterías huecas.
¿Cómo es posible que los Directorio Nacional y Distrital no sintiéramos el remezón que produjo Marta Lucía Ramírez que, sin el apoyo de todo el partido, logró más de 400 mil votos en Bogotá? Es bueno recordar que en una decisión clientelista, discriminatoria y amañada, representantes con chapa del Partido Conservador no respaldaron esa propuesta de avanzada y transparente para la presidencia de Colombia.
En el tiempo que llevo como miembro del Directorio Nacional Conservador he visto lo que hay y lo que es este partido: es un frondoso árbol centenario, arraigado profundamente y fuerte en su terruño. Que tiene muchas hojas y ramas nuevas y sanas (juventudes conservadoras, veteranos en uso de buen retiro) que quieren cambiar y renovar esa poderosa leyenda. Sin embargo, el follaje está infestado de ciertas plagas que se alimentan de los nutrientes del árbol para sostenerse y acomodarse a los vientos; a la hora de reaccionar en favor del entorno, guardan silencio y se arrastran a las corrientes que lo arrasan todo.
La solución no es tumbar el árbol, claro que no. Es limpiarlo, fumigar las plagas, así sean octogenarias o cuarentonas y permitir que las mujeres del partido, los jóvenes con ideales y principios y las inteligencias brillantes, que han soportado durante décadas la afrenta de los caciques, recompongan el mando.
El Partido Conservador, con Marta Lucia Ramírez a la cabeza, produjo un documento-propuesta como mandato para Bogotá, pero no se quedará en el escritorio, hay suficiente coraje para defenderlo en medio de tanto individualismo. En ese proyecto se evidencia que la capital es una suma de ciudades (localidades) en las que hay problemáticas diferentes y alternativas de desarrollo heterogéneas. No se puede seguir manejando la capital como un desencuentro del norte con el sur adornado con oriente y occidente.
Hace falta mucho más. Hace falta talento, inteligencia, empoderamiento y trabajo colectivo. Está demostrado que cada uno haciendo fuerza por su lado lleva a todos al abismo, bueno, la verdad es que ya estamos peña abajo. Recorreremos la ciudad palmo a palmo, escucharemos y ofreceremos soluciones, si fuimos inferiores al reto de una candidatura a la alcaldía, no lo seremos en abrirnos espacio en el Concejo Distrital y en las Juntas de Administración Locales. Una ciudad necesita buenos concejales y buenos ediles y los electores tenemos que ser conscientes que quien administre debe tener control político fundado en el interés común y no en sus aspiraciones electoreras o en la ‘mermelada’ que endulza desde todos los palacios de la carrera octava. Solo espero que un poderoso árbol, añejo y sin plagas nos detenga antes de que ocurra lo peor. Si para sostener el árbol hay que, después limpiarlo, comenzar a abonarlo de nuevo, pues así será con Bogotá. El Partido Conservador tiene gente nueva muy talentosa que, desde las bases, debe empezar su tránsito hacia arriba.
En la parte de abajo de esta columna, espero sus comentarios. Todos somos responsables. Recuerde, estamos peña abajo.
Partido Conservador, árbol frondoso al que le sobran plagas
Dom, 26/07/2015 - 19:10
De nuevo el Partido Conservador está ausente de las elecciones regionales en Bogotá al no presentar candidato a la alcaldía de la ciudad más importante del país. La capital de Colombia es el cent