Pero, ¿qué le pasa al Pirry?

Sáb, 06/06/2015 - 07:48
Hay personas que nos rodean y que suelen distinguirse en las reuniones sociales por ser los graciosos, los cargados de humor para reírse de sí mismos y de los demás, los  chispeantes contadores de
Hay personas que nos rodean y que suelen distinguirse en las reuniones sociales por ser los graciosos, los cargados de humor para reírse de sí mismos y de los demás, los  chispeantes contadores de chistes; son los histriones siempre bienvenidos a los convites, que animan y dan vida, rompen el hielo, crean ataduras entre los convidados, y hacen amena nuestra vida social. Son poseedores de una bufonada que por natural no tienen necesidad de preparar, su “repertorio” es improvisado y urdido al compás de las circunstancias. No obstante, si a estos mismos se les pidiera que se presentaran en un escenario profesional frente a un gran público y que hicieran funciones con boletería, dudo, o mejor aún estoy seguro, que la idea sería un gran fiasco; este tipo de representación es diferente, es profesional y necesita de dotes actorales, preparación, manejo de técnicas teatrales que van más allá de las innatas histriónicas que con facilidad ostentan en los pequeños auditorios de amigos. Eso le ocurre a Guillermo Prieto Larrota, mejor conocido como Pirry, quien pensó que por el hecho de tener gracia en reuniones privadas, o poseer prestigio como presentador periodístico, eso lo graduaba de actor cómico. La decepción es grande. Su Stand-up Comedy “El tamaño sí importa” es un amasijo de ramplonería, en donde intenta improvisar a partir de las líneas generales de su propia vida. Brilla por la grosería. Espectáculo en el que frase por medio emite un hp y algún otro “gracejo” soez. La chabacanería se toma la escena del Teatro Nacional de Bogotá por casi hora y media que parecen un siglo. Sí Pirry, efectivamente el tamaño sí importa; pero el tamaño de la capacidad y calidad actoral, ese que no se improvisa sino que se prepara, se estudia, se madura fuera de los escenarios antes de enfrentarlos, so pena de lanzarse al vacío de la bagatela prosaica y del divertimiento barato. Más triste aún es ver que no poca parte del público se desternilla de risa con la exposición de lugares comunes con la que juega el protagonista destempladamente a la insolencia, y que simplistamente ese auditorio premia con sonoras carcajadas cada hijueputazo que con alarde escupe el aprendiz de humorista. ¿En eso está quedando nuestra cultura, nuestro teatro? ¿Es este nuestro humor que otrora se ufanaba de fino? Triste, triste, y más patético que el Teatro Nacional se preste a difundir esto. Comercio obliga, supongo. Por fortuna, no todo son malas noticias en la curaduría del Teatro Nacional, también (o en lugar de) se puede asistir a la interesante pieza teatral “El labio de la liebre” de Fabio Rubiano y su equipo, que bien vale la pena. Pirry nos acostumbró a programas televisivos de aventuras audaces y deportes extremos (en donde puso en peligro su vida), pero sobre todo al periodismo investigativo que le procuró en dos ocasiones el prestigioso premio Simón Bolívar y los más altos ratings. Programas que, en general, cautivaban nuestra atención. Por allí desfilaban temas álgidos, así a veces fueran notorios sus sesgos políticos o sus magnificaciones; eran programas serios, bien documentados, de denuncia, incitadores a la reflexión, aclaradores y acusadores de los dislates de los gobiernos o de los particulares al filo de la ley. No lo amedrentaba lo políticamente incorrecto, y por ello recibió amenazas que el gobierno tomó en serio por lo que ha tenido que protegerlo. Un hombre polémico que hace falta al periodismo colombiano; así él, lo sabíamos, no era periodista de profesión, sino un avezado escudriñador de realidades vetadas o silenciadas. Nos propuso temas como la prostitución, la eutanasia, el paramilitarismo, la corrupción, los asesinos a sueldo, las barras bravas, los diezmos de las iglesias, la libertad de prensa, la pederastia en la iglesia,  etc. y etc. Todos al cual más interesantes y de actualidad. Y ahora  ante nuestro asombro el periodista polémico y crítico se nos quiere trastocar en payaso de baja monta... Un gran pesar constatar que de repente su vocación periodística se haya frenado, su lucha truncada, bien sea porque, como él lo afirma, tiene cansancio del ajetreo connatural al oficio, de recibir amenazas y granjearse enemigos, o porque el rating de sus programas bajó y con ello la estima del canal que lo contrata. Implacable mundo el televisivo que no tiene memoria, sino sólo presente, que en cuanto el público deja de frecuentar un programa, entra el canal todopoderoso, primero a cambiarle el horario y luego a terminarlo sin compasión. No hay piedad alguna, ni gratitud ni recuerdo que valga. A los anales de la historia y nada más. ¿Será que no hay posibilidad para que Pirry se recicle en eso que ahora domina con experiencia y pericia? ¿Será que no tiene cabida en otros programas de corte periodístico investigativo que vuelvan a cautivar al público? Y que así el Pirry periodista no tenga que lanzarse en aventuras para las cuales claramente no tiene talento y lo apostan de hazmerreír en la palestra pública. Dentro de ese reciclaje que emprendió se atrevió también con un libro, “Sexo”, basta con hojearlo para entender que la escritura no es lo suyo, que el desparpajo a ultranza que utiliza no convence, que no es lo mismo la presentación periodística oral que un tema escrito, y menos cuando de toda evidencia busca “épater le bourgeois”, y peor aún no lo logra. Entonces, nuestros deseos para que el Pirry vuelva a la televisión develando casos vetados, hurgando en temas estorbosos de los poderosos o en esos que la pacatería ambiente condena al silencio. Temas que saquen de ese marasmo que distingue la sosería telenovelística. Que vuelva a entablar polémica, y que no tenga que seguir un mal trance en donde intente lucir con entrevistas atrevidas de su vida personal a revistas de espectáculo y farándula, o lanzar libros improvisados o peor a graduarse, sin títulos, como autor cómico. Ninguna de estas nuevas actividades lo hace renacer. Te esperamos en el terreno que conoces Pirry. Zapatero a tus zapatos.
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