Política y esquizofrenia

Mié, 21/08/2013 - 05:02
Al volver a mirar el proceso más vergonzoso de la vida política de Colombia que trajo las peores consecuencias para el país, como lo es sin duda el que se originó al comprobarse la entrada de una
Al volver a mirar el proceso más vergonzoso de la vida política de Colombia que trajo las peores consecuencias para el país, como lo es sin duda el que se originó al comprobarse la entrada de una inmensa suma de dinero a la campaña de Ernesto Samper aportada por el cartel de la droga más poderoso del mundo para ese momento, mi mente ha comenzado a hacer una serie de asociaciones un poco a la manera de John Forbes Nash -el genio matemático que al ser vinculado a la corporación RAND, adscrita a las Fuerza Aérea de Estados Unidos como parte de la estrategia de la guerra fría, comenzó “a ver criptocomunistas por todas partes”-. Esto me ha llevado a asociar distintos eventos políticos que al entrelazarse han conformado una red intrincada que ha convertido al país en un verdadero campo minado. Aunque me puedan acusar de ingenuo me es inevitable pensar que detrás de todo esto hay una conspiración y recuerdo que fue el mismo Ernesto Samper quien utilizó este término para desviar la atención sobre la gravedad de los delitos que cometió para acceder a la presidencia. Cómo no pensar en conspiraciones cuando nos enteramos de la serie de asesinatos de testigos claves y sobre todo cuando repasamos el magnicidio de Álvaro Gómez cometido luego de sus continuos editoriales en el diario El Siglo -que luego comenzó a difundir a través del noticiero 24 horas- contra la permanencia en el poder de Ernesto Samper, en los siguientes términos: “La opinión pública ha llegado a una evidencia: que en la campaña presidencial del señor Samper sí hubo dineros del narcotráfico, que fueron cuantiosísimos, que se emplearon intensamente para ganar la segunda vuelta de las elecciones, y que finalmente se obtuvo un triunfo por una débil mayoría, que bien pudo ser comprada por las millonadas de recursos ilícitos que se gastaron. Este hecho ya comprobado, es lo que ilegitima al régimen que padecemos”. “Un gobierno que tiene que hacerse perdonar todos los días y que está sujeto a las sorpresas de que se descubran nuevos actos ilícitos, no puede tener iniciativa, no consigue convocar, no logra dominar la economía, no puede mantener la dignidad. Todo esto es evidente y, por ello, volvemos a proponerle a los colombianos la única política posible: tumbar el Régimen”. Como lo recuerda su hermano Enrique: “Álvaro Gómez Hurtado planeaba continuar, cada vez con mayor intensidad, sus intervenciones en televisión a través del noticiero 24 Horas. No nos imaginábamos que el jueves de esa misma semana -2 de noviembre de 1995- fuera asesinado por varios sicarios mientras salía de dictar clase en la Universidad Sergio Arboleda”. Por otro lado, lo que tomó el nombre de Proceso 8.000 fue el escenario para montar una estructura de corrupción como nunca se había conocido en la vida política del país. Pero eso es tan sólo lo que ha salido a la superficie, son múltiples las asociaciones que surgen en la mente de quien repasa ese triste episodio haciendo surgir muchos interrogantes. Por ejemplo: ¿Qué papel jugaron los implicados en él cuando Ingrid Betancur fue secuestrada por las FARC, teniendo en cuenta que ella se proponía promover una reforma política que acabara con la dirigencia corrupta? ¿Qué habría ocurrido si Andrés Pastrana no hubiese entregado los narco casetes al presidente Gaviria sino a organismos internacionales? (Imagino que la cosa habría sido de otro color y nos habríamos ahorrado dos pésimas presidencias, una permeada por el narcotráfico y la otra con Caguán a bordo). Los desastres que vinieron con la presidencia infame de Samper aun los estamos sufriendo y es motivo de extrañeza que quienes protagonizaron hechos tan graves sean actualmente quienes detectan tanto poder en el país gracias a sus alianzas con el presente gobierno. Y cómo no pensar en conspiraciones cuando contemplamos la cadena de sucesos que han desembocado en una situación política aberrante que hasta desde Francia el periodista Jacques Thomet nos previene: “Por haber vivido durante cinco años en Colombia (1999-2004) como director de la Agencia France-Presse, y por haber seguido informando acerca de su país a través de mi blog y de mis libros de investigación, puedo decir que estoy consternado por el deslizamiento gradual de su pueblo hacia los abismos del horror comunista en provecho de las FARC”. Cuando el matemático Nash comenzó a enlazar distintas informaciones y de ahí deducir que se estaba preparando un complot, se le diagnosticó esquizofrenia. Ahora cuando en Colombia, con más de quince años a sus espaldas, el proceso 8.000 se revive por las declaraciones del hijo de uno de los capos del Cartel de Cali, no podemos dejar de enlazar distintos sucesos aunque nos tomen por esquizofrénicos.
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