Punto de no retorno

Dom, 21/05/2017 - 05:18
Tal parece que el país está llegando a un punto de no retorno. Nunca la desidia y la ignorancia habían tenido tanto peso en la sociedad ni habían sido tan contundentes en nuestra cotidianidad. Tam
Tal parece que el país está llegando a un punto de no retorno. Nunca la desidia y la ignorancia habían tenido tanto peso en la sociedad ni habían sido tan contundentes en nuestra cotidianidad. Tampoco la sociedad había estado tan descompuesta como ahora. Principalmente, aunque se cacarea por doquier, la tolerancia, que ya es un término sin sustancia, una palabra de discurso, pero no de uso corriente entre nosotros. Se violan y se matan niños casi por deporte, se descuartizan a diario sin ningún pudor, se asesinan madres (y en el famoso día de la madre se emborrachan y babosean su amor por la autora de sus días), profesores, policías, jueces, líderes comunales, ministros de Dios, en una orgía que desmiente la convivencia que se anuncia como el paradigma de nuestra época. Se ha perdido por completo el respeto por el otro para instaurar el miedo por el otro, el odio, el deseo de venganza, la supremacía irracional del más fuerte, del que posea el arma y no del que tenga la razón. La razón es el dinero y la represión, el engaño y la tortura. La religión es un atracadero de conciencias y de bienes y no el bienestar espiritual de nuestras gentes. La educación no es formación sino instrucción a medias, datos por montones para supuestos sabios, nada de comportamiento humano que construya sociedad. El conocimiento se usa para el mal, la destrucción y el provecho personal. En la ambición de riqueza se desmorona la solidaridad La salud es una muerte indigna. El amor es una mercancía. El paisaje ya no es el verde sino el cemento. La solidaridad sólo es la envidia y la hipocresía. El gobernante ya no administra, roba. Estamos llegando a un punto de no retorno. Sálvese quien pueda. Huyan. Desháganse de monstruos asesinos, de falsos promeseros y mercachifles de la paz. Deténganse a pensar por un minuto. En ese minuto puede estar la base de un siglo de ventura. Busquen en su interior la reconciliación y la tranquilidad. Escúlquense a ver si existe aún un poco de pudor y de piedad, un poco de amor propio, algo de respeto por la vida, una luz de autoridad que pueda respetarse. Respétese a sí mismo y busque una mañana distinta que irradie luz en esta noche que avanza como un mal por nuestra patria. Comencemos por forman en nuestros niños un nuevo concepto de convivencia y de respeto por la vida, porque es una única manera de tener una nueva sociedad que reconstruya el verdadero progreso y la verdadera paz que merecemos para levantarnos sobre los escombros. Reconozcamos que sólo la educación hará posible ese país que hemos soñado y está refundido en el morbo de la muerte.
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