Nada tan contradictorio como la opinión nacional, mientras pide a gritos más jóvenes en las listas de los partidos y menos presencia de los viejos caciques que han hecho de la política el más vergonzoso oficio que se puede ejercer en Colombia, critica y ataca cuando se propone una cara nueva, no para pegar afiches y repartir volantes que es para lo único que se les tiene en cuenta a adolescentes y menores de 35 años, sino para que asuma la dirección de una colectividad tradicional que ha hecho historia en la política de nuestro país.
Sorprendió la manera como se criticó en la pasada contienda electoral por la Alcaldía Mayor de Bogotá a David Luna y Carlos Fernando Galán, no por sus propuestas, sino porque según analistas políticos como María Jimena Duzán, eran muy jóvenes para dirigir una ciudad como la capital. Así mismo, en su columna publicada en la última edición de la Revista Semana, esta señora muestra su desacuerdo con la elección de Simón Gaviria en la jefatura única del Partido Liberal; según ella, aún no está listo para asumir tal responsabilidad, olvidando que Aníbal Gaviria fue gobernador de Antioquia sin llegar a los 40 años.
Afortunadamente mi querida María Jimena, la Constitución no señala la edad en la que una persona en nuestro país debe asumir responsabilidades en la política nacional, porque de ser así, la renovación estaría en las caras de Carlos Holguín Sardi, Horacio Serpa Uribe, Piedad Córdoba, Jaime Dussán, Cesar Pérez, Roberto Herlein, etc., nombres con los que seguramente usted no estaría de acuerdo por pertenecer a la vieja política tradicional, es decir por todo lo contrario a lo que representan personas como Simón Gaviria, Juan Manuel Galán, David Luna, Carlos Fernando Galán, Gina Parody, etc.
Por otro lado, no se puede criticar el oficio de una persona sin que antes lo haya ejercido, razón por la que tampoco puedo estar de acuerdo con la exministra Cecilia López, al mostrar su prevención con la nueva jefatura del liberalismo. Puede ser que quien ha sido ministra, directora de Planeación Nacional, senadora de la República, decana en una de las universidades más importantes del país, no quiera verse sometida a las directrices que le señale alguien muchísimo menor que ella, pero no por eso se puede entrar a descalificar a quien, en primer lugar, no ha iniciado su labor como cabeza del liberalismo, y en segundo lugar, hasta el momento ha demostrado responsabilidad y dedicación con las tareas que asume. Será por esto que pienso que Simón Gaviria debe estar bien preparado para capotear las embestidas de viejos zorros de la política como Horacio Serpa, Camilo Sánchez, Ernesto Samper, etc., quienes no dudarán en buscarle el quiebre y difícilmente acatarán su directriz.
Estupendo sería que los demás partidos políticos siguieran el ejemplo y renovaran su dirección, pero no limitándose al cambio de nombre en su jefatura única, sino en una persona que la represente, así la designación genere críticas como las de María Jimena Duzán, quien en columnas anteriores asegura defender la labor de la mujer en la sociedad colombiana, pero teniendo en cuenta lo contradictorio de alguno de sus argumentos, dudo mucho que por aquello de la solidaridad de género, haya votado por Noemí Sanín, Ingrid Betancourt o Cecilia López en las elecciones presidenciales, y que en la última contienda por la Alcaldía Mayor de Bogotá haya favorecido a Gina Parody.
@sevillanojarami