¿Quién le pedalea a la bici?

Lun, 15/04/2019 - 06:04
A pesar de que Bogotá cuenta con una Gerencia de la Bicicleta, este medio de transporte luce desamparado durante la actual administración. La mala calidad del

A pesar de que Bogotá cuenta con una Gerencia de la Bicicleta, este medio de transporte luce desamparado durante la actual administración. La mala calidad del aire, una inseguridad disparada de manera alarmante y un balance decepcionante en infraestructura y mantenimiento de la misma, hacen que parezca lejano el horizonte prometido por el alcalde Peñalosa de ver a Bogotá erigirse como la “capital mundial de la bici”.

Por una parte, esta figura de la gerencia, que era una propuesta de años atrás, no ha logrado articular los esfuerzos institucionales. Solo en materia de infraestructura de ciclocarriles y ciclorrutas recae en tres entidades distintas: Instituto de Desarrollo Urbano, Unidad de Mantenimiento Vial y la Empresa de Acueducto, que se encarga de las rutasque están en zonas de humedales y ríos. Hay programas que recaen en la Secretaría de Educación, otros en la Secretaría de Movilidad, y unos más en el Instituto Distrital de la Participación y Acción Comunal, por citar algunos de los casos más relevantes.

Cada una de esas entidades tiene sus propias metas y sus propios indicadores, de manera que ni siquiera hay un estándar que permita hacer un consolidado de información. Lo comprobamos al solicitar respuesta al cuestionario que permitió contar con la información que se presenta en este artículo: las entidades le lanzaban la pelota a las demás y no existe una base de datos unificada. Esto permite que el alcalde Peñalosa entregue cifras confusas y engañosas a la ciudadanía.

Por ejemplo, al desagregar las cifras que la administración entrega sobre la magnitud de la infraestructura, se observa que en las cuentas de ciclocarriles y ciclorrutas incluyen elementos que no corresponden a esta categoría. Así, se inflan las cifras sumando los metros de intersecciones viales, puentes peatonales y los carriles preferenciales para la bicicleta, que básicamente son segmentos de una calle normal, con alguna señalización básica. La administración llega al extremo de sumar en estas cuentas la vía a La Calera, una carretera sin ningún tipo de segregación donde los conflictos viales entre ciclistas y conductores son el pan de cada día.

El tema no es menor pues estos tramos dudosos consiguen aumentar la cifra total de infraestructura en más de 100 kilómetros. Todo esto ha sido revelado con lujo de detalle por el investigador de la Universidad Nacional Juan David García, quien expuso recientemente estos y otros hallazgosen un artículo elocuentemente titulado: “Las promesas de la bicicleta o el arte de incumplir cumpliendo”.

Al tratar de consolidar los indicadores que cada entidad entrega por separado se encuentra que la infraestructura no parece estar avanzando a la velocidad necesaria. Hasta octubre de 2018 el IDU había implementado 60 kilómetros de nueva infraestructura para ciclistas, gracias a 15 contratos que la actual administración encontró ya firmados cuando comenzó su período en 2016.

Por el lado de la Secretaría de Movilidad las cosas no son mejores. Hasta marzo pasado, esa entidad apenas había implementado 28.2 kilómetros de infraestructura nueva, dentro de los que se incluyen un número indeterminado de esos tramos de falsa infraestructura como los descritos anteriormente. Teniendo en cuenta todo esto, parece difícil que en los pocos meses que le quedan, la actual administración pueda alcanzar esa meta de entregar 120 kilómetros de infraestructura. Al menos de infraestructura nueva y, sobre todo, real.

Todo esto está ocurriendo en un panorama donde la inseguridad se ha triplicado alarmantemente con respecto a las cifras de 2015. De 1.775 casos de hurto denunciados en 2015 la ciudad pasó a tener 7.732 el año pasado. Aunque la Secretaría de Seguridad asevera que las cifras de 2015 y 2018 no son comparables por un cambio metodológico, solo analizando las cifras de 2017 y 2018 se ve un incremento cercano al 150% en las denuncias de robo.

Más allá de la discusión sobre las cifras, los ciclistas esperan medidas de choque para mejorar su seguridad que va en claro deterioro. Esta situación de inseguridad es particularmente crítica en las horas de la noche y ha llevado a que los ciclistas eviten utilizar las ciclorrutas, donde se encuentran particularmente expuestos a bandas de atracadores.

Sobre este tema se pronunció la Personería de Bogotá en un informe que reveló el pasado 12 de abril. Según esa entidad, en los primeros tres meses de 2019 la inseguridad ha dejado un saldo de 15 ciclistas muertos; la cifra de usuarios de bicicleta involucrados en siniestros viales creció un 27 por ciento y los lesionados un 31 por ciento. Especialmente preocupante es que del año 2012 a 2018 pasaron de 48 a 63 los ciclistas que lamentablemente perdieron sus vidas en accidentes. Ese mismo informe me dio la razón en las denuncias que hice en junio del año pasado sobre el nulo avance de la Alcaldía en la implementación del sistema de bicicletas públicas. 

Todo esto revela la falta de una política consistente y las fallas en la implementación de la gerencia de la bicicleta, que poco puede hacer sin la primera. Era una buena idea, pero se quedó en eso.

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