Estábamos cerrando una actividad de aquellas que alegran el alma y ennoblecen el espíritu. Cuando de repente surge la palabra y por tanto la intención, más que esto la decisión, de recogimiento. Se despierta aquella sensación de religiosidad que por nuestra cultura ha tenido éste término y la mente de inmediato busca una nueva definición. La encuentro en múltiples páginas de internet (ver recuadro)
Cuando me doy cuenta, estoy ante aquello que la
vida me pide en éste momento.
Me doy cuenta que puedo continuar con mis
actividades de siempre y tener unos ratos, unos
momentos de recogimiento, sin necesidad de
apartarme de mi diario vivir.
Y es que cuando una voz interna nos llama a hacer algo, el seguir su consejo siempre nos traerá algo positivo, algo benéfico, algo con lo cual poder ser mejores cada día. Porque no hay que ocultar el sol con las manos y decir “todo está bien”, cuando por el solo hecho de ser seres humanos tenemos cosas por mejorar, cosas que no están tan bien, cosas malas.
Y es allí donde la definición de “volver a juntar lo separado” activa todos los mecanismos de alerta, ¡algo bueno está pasando! Elijo cerrar, soltar, dejar de asistir a algo en mi vida, para liberar el tiempo que necesito para el recogimiento que mi ser pide con vehemencia.
¿Cuál es la actividad que dejaré de hacer para tener tiempo para “vivir conmigo mismo” para “restablecer mi orden perdido” para “reunir, cosechar”
Y me dirijo a mi cuerpo. ¿Qué defectos clama por que sean corregidos?
Y me dirijo a mi mente. ¿De qué distracciones necesita apartarse?
Y a las emociones. ¿A quién volver a juntar a reunir, en la vida?
Sí, estamos en momentos que la vida nos da señales a través de la naturaleza para volvernos sobre nosotros mismos, llámese el “nosotros mismos” el país, la humanidad, la familia o simplemente YO MISMO.
Si algo de estas palabras te llegan, decídete y actúa. La experiencia personal es lo único que te dirá si es benéfico para ti y para los que te rodean.