Reflexiones de un maestro

Jue, 15/03/2012 - 00:01
El sábado pasado falleció nuestro Rector, Fernando Hinestrosa Forero. Así lo consideramos los externadistas, nuestro, con una ingenua dosis de posesividad,

El sábado pasado falleció nuestro Rector, Fernando Hinestrosa Forero. Así lo consideramos los externadistas, nuestro, con una ingenua dosis de posesividad, es verdad, pero especialmente con gran afecto y admiración. La Universidad Externado de Colombia se ha caracterizado desde su fundación por promover la libertad, el pluralismo, la tolerancia, el respeto del pensamiento diferente y el laicismo, valores que el doctor Hinestrosa llevó tan lejos como solo es posible hacerlo gracias a una vida dedicada con altruismo al mayor servicio que es posible prestar a la sociedad: la educación.

Al igual que miles de externadistas, venido de la provincia fui acogido con inmenso cariño y generosidad por una casa de estudios que lo único que me pidió a cambio para formarme como jurista fueron las ganas de aprender (el Externado premia a los mejores estudiantes de todas las carreras otorgándoles la denominada “matrícula de honor”, que los exonera de gastos). Del rector Hinestrosa las enseñanzas son incontables: honradez, inteligencia, pulcritud, humanismo, tolerancia, buen humor, curiosidad inagotable, racionalismo, sentido crítico, cosmopolitismo, espíritu autodidacta, rigor intelectual, simpatía, calidez…, pero ante todo la convicción de que la educación de alta calidad basada en el esfuerzo, la disciplina y la excelencia académica es el pasaporte al éxito profesional y la clave para la construcción de ciudadanos pensantes, autónomos, que lleven el país por el rumbo del desarrollo.

Hoy estamos de luto en el Externado, invadidos por la inevitable tristeza que deja la partida de quien es irremplazable. Pero no se trata de cualquier luto sino de aquel necesariamente optimista que produce el final de una vida rebosante de realizaciones. “Post tenebras spero lucem” es el lema del Externado. El colosal legado del doctor Fernando Hinestrosa lo asumimos como la continuación de la destellante luz que fue su vida. La escogencia de su sucesor en la rectoría confiamos en que será el resultado de un acto de extrema ponderación por parte del Consejo Directivo de la Universidad, que no tiene delante suyo una misión fácil para encontrar alguien de la estatura moral e intelectual que exige el cargo.

A continuación, apenas un abrebocas del brillo de su pensamiento, tomado de una entrevista y dos libros altamente recomendados: Reflexiones de un librepensador (UEC, 2001) y Fernando Hinestrosa: el último caballero radical (UEC, 2003).

“El laicismo no es hostilidad ni persecución de la religión, sino respeto por la libertad de conciencia, que está por encima de la libertad religiosa”.

“Algunos dicen que somos altaneros. No es cierto. Somos altivos que es diferente, porque nuestra columna vertebral son los principios”.

“El credo de libertad, el culto a la democracia de autonomía, es difícil. Así como la gente prefiere la recomendación y la intriga al concurso, prefiere la solución fácil del caudillo, a la autonomía. Y es muy fácil desacreditar la democracia diciendo que es ingobernable. Entonces, vamos todos tras del flautista de Hamelín”.

“Por liberal no pude continuar en el marxismo. No pude soportar la prohibición de disidencia. No concibo el dogma, ni el indefinido, ni el cambiante, pero tampoco puedo ser converso. Creo, como decía esa luchadora fascinante, Rosa Luxemburgo, que «sin libertad no puede existir el socialismo»”.

“El Externado es una escuela de tolerancia, somos intolerantes solamente con la intolerancia y créame que no es un juego de palabras”.

“Creo en las ideologías, me parece que al poder debe llegar una imagen, un programa, no un afiche, o un libro autobiográfico”.

“Las instituciones son como los instrumentos musicales, hay que estarlas afinando a cada movimiento”.

“A lo largo de la historia, las artes han sido refugio, porque manejan un lenguaje que la tiranía no puede acallar”.

“Nuestra actitud sigue y seguirá siendo la de incitar a las nuevas generaciones que nos distinguen con su confianza, a aguzar su capacidad analítica, a pensar por sí mismas, a atreverse a obrar por cuenta propia, a ser dueñas de su disentimiento, igual que de su conformidad, a correr el riesgo de desagradar a otros; todo dentro de un alto sentido de responsabilidad y de respeto a uno mismo y al ser ajeno”.

“¡La solidaridad de los distintos!”.

“El Externado ha sido fundamentalmente una universidad nacional, en donde la «provincia» ha encontrado predilección que se tornó mutua”.

“El mundo ha experimentado una sensación de alivio, de primavera de la libertad, en modo alguno exenta de temores de la escalada de una nueva «santa alianza» y del aprovechamiento perverso del fundamentalismo que, ni corto ni perezoso, declara a racionalismo, iluminismo y liberalismo reos de lesa independización del individuo y causantes de todas las desgracias de nuestro siglo: caído el comunismo, ¿a quién más exorcizar y cargarle los fracasos, las insatisfacciones y la rebeldía?”.

“Quienes opinan y eligen son «la mayoría conformista de una minoría de satisfechos», el resto de la población vive al margen, desilusionado, desentendido o simplemente escéptico y rebelde sin orientación”.

“Cuántos afortunados siguen pensando que la pobreza es castigo a la pereza o la desidia y la riqueza un premio a la sagacidad y la intrepidez, cuyos resultados han de exhibir y ostentar por eso mismo, y que, en consecuencia, la intervención del Estado contraría leyes naturales o divinas inexorables, como no sea cuando la hace para asumir los descalabros de negociantes vivos y audaces”.

“En la confrontación entre capitalismo individualista y capitalismo comunitario, y en medio de la polémica acerca del tamaño del Estado y la graduación de sus funciones, es imperioso conservar el sentido común y deseable no perder el sentido humanitario. La idea de un Estado activo o, mejor, activista, no tiene por qué considerarse un híbrido o una figura de compromiso. Hay una cultura política de rescate y aseguramiento de las funciones y deberes del Estado, no sólo los primarios de policía y justicia, sino, a partir de los de seguridad de vida, trabajo e ingreso, los que propenden a la dignidad de todos los ciudadanos, los del presente y los de nuevas generaciones, a quienes las actuales deben solidaridad”.

“El progreso abre un futuro que no le teme a la novedad”.

“Dentro de la alternativa de adoptar una retórica del consenso o decidirse por la del disentimiento, es obvia la indicación de la crítica, la independencia, el sentido común. Los profetas siempre se distancian de la comunidad, pero al propio tiempo se unimisman con ella”.

“Habiendo de convenir en el advenimiento del escepticismo frente a las verdades establecidas, en la deslegitimación de los dogmas, en la disolución del miedo, lo que se ofrece no es una desmoralización, sino el señalamiento racional y razonable de la dignidad humana como eje ético, político y jurídico del devenir de la sociedad, como punto de referencia y de comparación, como medida de valor”.

“Pese a algunas predicciones o reflexiones tremendistas o apocalípticas, todo hace pensar que no hemos llegado aún al fin de la historia, ni como desaparición de la especie, ni como culminación de sus aspiraciones; la humanidad, y con ella la historia, se mantendrán mientras el hombre conserve su capacidad de innovar, al margen de si sus transformaciones se habrán de calificar o no como progreso”.

“Lástima que el despotismo no ilustrado hubiera escarnecido el vocablo «regeneración», que bien podría expresar lo que se desea y se necesita en esta coyuntura. Por ello es preferible decir sin más: queremos renacer, superar, avanzar”.

“Al margen de las posturas mágicas y dejando de lado tarots, astrología y de cuanta superchería se pueda imaginar, el hecho es que nos encontramos ya en la era de la posmodernidad, sin que importe en qué milenio o siglo ubicarán los historiadores su comienzo. Espíritu abierto, vigor, voluntad de vivir nuestro siglo, compenetrados con su complejidad, interviniendo en su devenir, y no meramente sobreviviendo corroídos por la amargura de la desadaptación. ¿Hasta cuándo?, se preguntará, y la respuesta tiempo ha que nos la dio Goethe en ese sincretismo de sabiduría, experiencia y vitalidad de Fausto: «Hasta cuando al instante fugaz haya de decirle: ¡Detente, eres demasiado bello!». Hasta cuando conservemos la capacidad de admiración y el temple para pensar y disentir, analizar, criticar y aprobar sin otro dictado que el de la conciencia: la propia y la colectiva”.

“A propósito de la perspicuidad de las providencias judiciales, siempre me ronda la anécdota de abogado ecuatoriano, tan sutil como “irrespetuoso”, que al notificarse de una sentencia, luego de haberla leído y releído con esmero infructuoso, escribió: «Pido a la Honorable Corte Suprema me aclare su sentencia enel sentido de decirme si mi cliente ganó perdió el pleito»”.

“La anfibología, la oscuridad, la exuberancia, pueden hasta ser atributos positivos del discurso en la poesía o la narrativa, sus estragos para el lector son insignificantes en las disquisiciones sociales: a lo mejor le imponen abandonar el libro en bien de su salud y su buen gusto. Inclusive el natural esotérico y brumoso del lenguaje religioso ha tenido que cambiarse por expresiones y movimientos elementales, entendibles y agradables a los más de los fieles. ¿Qué no predicar, entonces, del lenguaje jurídico? El decir del profesional del derecho, no sólo suministra información o genera conocimiento o suscita sentimientos, emociones, sino que fundamentalmente está enderezado a ordenar conducta, directa o indirectamente está llamado a crear situaciones y relaciones trascendentes y, además, coercibles. De ahí que le sean inexcusables, aun por razones éticas elementales, la claridad y la precisión”.

“Quien se expresa como retórico –y ese es el oficio del abogado- oscila entre privilegiar la solidez o el contenido y la vistosidad del atuendo. Su instrumento es el lenguaje, su medio es cautivar la atención, su meta el convencer; nunca está seguro de haber logrado uno y otro cometidos. De ahí que, inevitablemente, aun en la exposición del todo académica, incurra, o mejor, haya de incurrir, en ampulosidad o repetición”.

“Profesional del derecho, amo mi oficio y lo miro con gratitud. Por eso mismo me duelen sus deficiencias y que quienes ejercen la profesión la desacrediten, escarnezcan, abusen de ella. Añoro su posición de primacía, no mirando al privilegio, cuanto a la mayor posibilidad de servicio a la comunidad y al calado de su mensaje de justicia e igualdad”.

@florezjose en Twitter

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