Si el Ministerio de Educación fuera el de Hacienda

Jue, 25/09/2014 - 02:33
La educación está de moda, pero para que no pierda este momentum y, sobre todo, para que tenga las repercusiones en la sociedad que el país necesita se requieren dos cosas: excelente capacidad téc
La educación está de moda, pero para que no pierda este momentum y, sobre todo, para que tenga las repercusiones en la sociedad que el país necesita se requieren dos cosas: excelente capacidad técnica y recursos. Con respecto a estos últimos, esperamos que el debate que se dé en el Congreso en estos días conlleve a una aprobación de recursos suficientes para que desde el 2015 el país pueda desarrollar el plan de educación que está proponiendo, aunque desafortunadamente todo parece indicar que esto no sucederá. Y para lograr excelente capacidad técnica, las instituciones relacionadas con el sector educación deben dejar de percibirse y tratarse como instituciones de tercera categoría, y los resultados de las políticas emprendidas deben esperarse en el mediano y largo plazo, entendiendo que no dan réditos políticos rápidos. Estoy convencida de que el día que el Ministerio de Educación Nacional y las secretarías de educación departamentales y municipales se consideren tan o más importantes que sus homólogos de Hacienda, contaremos finalmente con la capacidad técnica sostenida que requiere el sector, y las políticas educativas se diseñarán de manera responsable, independientemente del costo político de las mismas a corto plazo. El manejo de la política económica del país por lo general se encuentra blindando de los vaivenes políticos y de los cambios de gobierno, y aunque pueden existir diferencias ideológicas y técnicas, y en ocasiones la financiación de la politiquería (conocida hoy como mermelada) se direcciona desde esta cartera, normalmente se administra de manera seria y se proyecta a largo plazo. De manera similar, si las políticas educativas que se plantean para este nuevo cuatrienio se planean y ejecutan de manera responsable, darán sus resultados en el mediano y largo plazo. Entre las líneas de acción propuestas, en su mayoría, acertadas, se encuentran, primero, la excelencia docente: sin duda contamos ya con algunos excelentes maestros, y si se emprenden las políticas planteadas cada día tendremos más, pero sólo en un horizonte de 10 a 15 años el país logrará tener un magisterio con docentes del más alto nivel, bien remunerados y reconocidos socialmente. La siguiente línea de acción es lograr la jornada única. Si se continúa el trabajo que se viene haciendo para ampliación de jornada y, específicamente, si se intensifica y se le asignan más recursos, tendremos en cuatro años una tercera parte de las instituciones educativas que cuentan hoy con doble jornada, en jornada única. Esto quiere decir que para lograrla al cien por ciento se requerirá de una inversión y una política sostenida durante por lo menos 12 años. Tercero, aunque la Unesco considera que un país libre de analfabetismo es aquel que logra tener menos del cinco por ciento de personas en esta condición, y el país está a menos de un punto porcentual de lograrlo, las disparidades regionales son inmensas y son justamente las zonas marginales y de difícil acceso las que más dificultades presentan para implementar los programas de alfabetización. Así que el reto es grande, y como los programas deben permitir la continuidad escolar de quienes se alfabetizan, la tarea es también de varios años. El bilingüismo es la cuarta línea de acción propuesta y sin duda ésta sí que es de largo aliento, aunque muchos creen que se logra a través de programas remediales. Es muy importante que nuestros niños y jóvenes tengan la oportunidad de ser bilingües, y sin duda esto tendrá efectos positivos importantes para el desarrollo del país. Pero para lograrlo de verdad, esta política tiene que ser parte del plan de mejoramiento y acompañamiento de los maestros desde su formación inicial, puesto que los programas que se han venido implementando para lograr el bilingüismo, tienen pocos resultados y son extremadamente costosos. Lo que quiere decir que con este tema no se puede caer en la trampa de metas a corto plazo, pues en este caso serían muy poco costo-efectivas. Por último, está el planteamiento de educación superior, que por error, pienso, está manejado como un todo en la quinta línea de acción propuesta. La educación superior en Colombia cuenta con unos retos inmensos y debe ser planeada, formulada y ejecutada con metas a corto, mediano y largo plazo, en muchos temas que van desde la financiación que se debe volver sostenible, hasta la investigación, pasando por eliminar las barreras de acceso para los jóvenes, y mejorar la calidad y pertinencia de los programas. Nada de esto se logrará completamente en cuatro años, pero se debe comenzar ya. En resumen, la educación necesita apuestas de largo plazo, que requieren planeación y una institucionalidad sólida que las respalde. Si el Ministerio de Educación fuera el de Hacienda y si las secretarías de educación fueran las de hacienda, serían instituciones reconocidas, estarían blindadas de la politiquería y contarían con un recurso humano técnico de alto nivel, respetado y bien remunerado. El día que los funcionarios del Ministerio de Educación cuenten con los mismos salarios de sus colegas de Hacienda, se habrá dado un gran salto en esta dirección.
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