Con motivo de Artbo se abrió al público un nuevo espacio para el arte en el viejo teatro Odeón que funcionó desde 1941 hasta 1953. Después perteneció al TPB, grupo de teatro que se mantuvo allí desde 1978 hasta los años 90. Se trata entonces de un espacio interesante, tan viejo como olvidado con sus ruinas, pero al mismo tiempo cuenta con sólidas paredes en cemento que respiran aire añejo y, por donde ha pasado el sentido creativo. Interesante experiencia artística ubicada en la Cra. 5 No. 14-69. Un espacio que se abre camino en ese gran corredor cultural donde se encuentra El Museo de Artes Visuales de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, La Biblioteca Luis Ángel Arango, El Centro Cultural mexicano y muchas interesantes galerías alternativas.
En esta ocasión se reunieron allí doce galerías y seis proyectos. Dentro de los proyectos, uno en especial me llamó la atención: la obra fotográfica de Max Steven Grossman quien presentó fotografías que tituló Bookcapes que, en español -me imagino-, son paisajes de libros. Fotos digitales del 2011 de bibliotecas con diferentes recorridos sobre temas que tienen consanguinidad estructural como lo es el arte, la arquitectura, un recorrido de libros de artistas del arte contemporáneo, teoría del arte. Imágenes que guardan muchos caminos conceptuales, varios tiempos, diversas geografías, infinidad de planteamientos teóricos o acercamientos literarios de narrativas de vidas privadas encerradas en mundos interiores. Vidas íntimas del mundo público.
Bookscapes, Max Steven Grossman.
Ya, dentro de la página web de este barranquillero (1971), encontramos un trabajo serio y constante que registra desde La Antártida donde la luz es el protagonista en sus serenos horizontes de hielo hasta unas intervenciones de fotos de animales o edificios donde el artista sobreimpone grafitties urbanos. Dos mundos que se reúnen técnicamente en otro concepto. En todos los trabajos existe una buena composición. Otra serie interesante de este artista, lo muestra cuando en un acto moderno, captura la velocidad de los colores urbanos en una geometría moderna.
En la galería el Garaje se destacó el trabajo de Aníbal Maldonado, joven artista graduado de la Universidad Nacional que siempre se encuentra buscándole soporte a un dibujo minucioso y detallado. Busca una la liviandad que corresponda a la compleja levedad de su dibujo. Y, ésta vez hace su proyecto titulado Sub-objetos, unas pequeñas almohadas de papel que cuelgan vaporosamente en el aire. La Galería Doscasas presentó a Adolfo Cifuentes artista que nació en Bucaramanga en 1961 y quien ha demostrado cómo su trabajo indaga en las facetas de una ironía sarcástica.
Graffiti, Max Steven Grossman.
Hablar de evento de Azularte de la Fundación Corazón Verde resulta siempre algo aparatoso. Estas obras, tan poco aventajadas, poco a poco se van mimetizando en las esquinas de la ciudad. Pero, no hay duda que se trata en la generalidad de obras con el horror que corresponde al descalabro de la idea inicial: la forma define a la expresión. Eso de proponerles a los artistas pintar un animal por justa causa resulta tener como resultado un coeficiente malo.
Hay excepciones, claro se me ocurre la de Lorenzo Castro que nuevamente trabaja el tema de la transparencia. En el parque de la calle 93, llama la atención la escultura de Edgar Negret, El Navegante realizada en el 2011…- porque hace ya tiempo sabemos todos que el maestro no tiene las posibilidades físicas ni mentales- para reproducir su propio trabajo. Es una obra que no tiene el volumen, que es parte de una expresión única que lo ha caracterizado siempre y además resulta achatada y sin gracia. Esa, como muchas que hay en el mercado, no pertenece a su autoría. Realmente, es muy tiste ver cómo sin respeto deslegitimizan la obra maravillosa de este gran artista.
Édgar Negret, El navegante, lamina de acero ensamblada y pintada.
