De tal descaro es la obstaculización a la competencia en el sector financiero colombiano, que la misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no podía dejar de incluirla en su reciente informe sobre la economía colombiana y las prácticas del gobierno al respecto.
Como cosa nada rara, de un grupo de columnistas reconocidos que se han ocupado del informe, tan sólo dos hicieron mención de tal obstaculización. Y así, como si nada, con eso les bastó para despachar el problema. En semejante contexto, una vez más se pasó de agache la necesidad de abrir el debate sobre el funcionamiento de nuestro sistema financiero.
La vida del país no se puede explicar sin la banca. Su estructura monopólica eterniza un funcionamiento que exagera dividendos para los dueños grandes. Como estos imponen las reglas, los de menos tamaño no les compiten. Simplemente se limitan a ofrecer los mismos productos y servicios, en las mismas condiciones de esos grandes. Ni más faltaba; muy buenas utilidades obtienen también al cobijo de esa sombra. Ver que entran bancos nuevos amplía el número de marcas mas no significa que se abra la competencia con productos financieros realmente diferenciados.
Pero el pato de ese manejo, a alguien le toca pagarlo.
Lo paga el aparato productivo, y de paso la economía, porque en épocas de revaluación del peso, como la actual, si los empresarios tuvieran acceso a tasas razonables de crédito en el mercado colombiano, pues se endeudarían aquí y no afuera. Lo que disminuiría el flujo de recursos provenientes del exterior, causante principal de tal revaluación. Pero entre una tasa de crédito del 3.25% que encuentra en el mercado internacional y una mínima del 8.3% que le ofrece el mercado interno, ese empresario va por la más barata. Clarito lo ha planteado el Ph.D en Economía y profesor César Ferrari. Entre las fórmulas anti revaluación aplicadas por la Junta Directiva del Banco de la República, una que ataque este fondo no aparece. Seguramente, porque implicaría tocar a la Banca…
Lo paga la gente, porque no puede estar más abusada en su día a día con los establecimientos financieros. Prueba de ese abuso es el contenido del aún incipiente grupo de leyes que por iniciativa particular de un representante a la Cámara (quien lo creyera: ¿un parlamentario entendido de lo que de ellos espera la gente?) desde hace poco se viene abriendo paso en el Congreso. Topes a las tarifas por servicios bancarios ya se han hecho realidad gracias a dos artículos introducidos en la reforma tributaria de 2010 (Ley 1430) en virtud de los cuales el gobierno limita por decreto el cobro por retiros en cajero automático, las consultas de saldo y las transacciones vía internet. Obliga al aviso previo de 45 días para subir tarifas, al reporte anual de todos los cobros por servicios, y prohíbe obligar a adquirir servicios por paquetes. El derecho a hacer pagos anticipados, sin multas ni sanciones, en créditos no superiores a 880 Salarios Mínimos Mensuales Legales Vigentes (SMMLV) también fue consagrado en otra ley. La 1555 de 2012. A tanto desborde hasta ahora le salen leyes. Así, lo que no se ha dado por la falta de competencia en el servicio, toca establecerlo por intervención del Estado. Con todo y la firmeza que les falta a sus funcionarios para hacerlo.
En la misma línea hacen trámite, proyectos de ley mediante los cuales se busca: que al momento de adquirir un producto el usuario conozca todos los costos asociados del mismo; que a los cuentaahorradores de escasos recursos no se les cobre por las transacciones ni por los costos financieros; que sin importar el monto que se mantenga en las cuentas de ahorro, a los cuentahabientes siempre se les reconozcan intereses. También se pretende desmontar el impuesto del 4X1000 a las transacciones bancarias: reducción a 2x1000 en 2013; a 1x1000 en 2014 y 2015. Eliminación total del gravamen desde 2016. Es decir, en menos tiempo que el dispuesto por el gobierno en la recientemente aprobada reforma tributaria.
Para que la banca cumpla su actividad como corresponde falta mucho. Esas limitaciones a la competencia propias de su estructura monopólica le han permitido operar a punta de excesos amparados por la ley. En ese desafuero se sostiene su creciente volumen de utilidades.
Obliga reflexionar: muchos nos indignamos ante el fraude cometido por Armstrong al doparse sistemáticamente para triunfar en el ciclismo mundial. Los abusos han sido el ‘doping’ de la banca para obtener sus ganancias ¿por qué nos enfurece lo del ciclista pero no lo de nuestros financieros? Aún más; nos escandalizan las pensiones injustificadas de magistrados y congresistas. El monto de esas pensiones es tan solo una mínima parte de las utilidades bancarias. Azuzados por los medios, resentimos el robo legalizado de nuestros padres de la patria mas no el legalizado de los bancos.
Falta atacar el abuso mayor de la gran diferencia entre las tasas de colocación y de captación, y otras anomalías como el marchitamiento del crédito de fomento y las actividades económicas extra bancarias.
Todo es tan al revés que Santos insiste en la admisión de Colombia en la OCDE (a la vez, club de países ricos que desde el neoliberalismo pretende indicar a otros como manejar los problemas que ese modelo agrava). Cuesta arriba la tiene el presidente para lograr ese cometido. Cuesta arriba la tienen los bancos para ganar nuestro aprecio.
Tocar a la Banca
Lun, 18/02/2013 - 01:03
De tal descaro es la obstaculización a la competencia en el sector financiero colombiano, que la misma Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) no podía dejar de incluirl