Todos los colombianos somos prisioneros de guerra

Mar, 08/05/2012 - 09:00
No sé a qué horas el Secretariado de las Farc se convirtió en una cúpula de seudointelectuales, porque en el último comunicado, condicionan la libertad del periodi

No sé a qué horas el Secretariado de las Farc se convirtió en una cúpula de seudointelectuales, porque en el último comunicado, condicionan la libertad del periodista francés (Roméo Langlois) a un debate sobre la libertad de información. Dejando a Piedad Córdoba y al Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), entre otros, con los crespos hechos.

Lo cierto es que se constata una vez más que la presión que ejerce el gobierno francés sobre Colombia es tan fuerte, que las Fuerzas Armadas detuvieron la persecución y las operaciones ofensivas contra el Frente 15 de las Farc. Craso error, porque en la emboscada murieron y fueron heridos policías y soldados de Colombia, pero acá siguen siendo más importantes los extranjeros como la ingrata Betancourt.

De todas maneras, les cuento que el fin de semana pasado estuve conversando con Conchita Penilla, periodista de Radio France Internationale (RFI) y no nos explicábamos cómo un corresponsal de guerra con la trayectoria y la experiencia de Langlois, vestía de camuflado. Pero con la eminente victoria del socialista Hollande sobre el temido expresidente Sarkozy, creíamos que el periodista francés iba a ser liberado, una vez terminara de entrevistar a alias ´Ancízar´ o al ´Monazo´.

Pero no fue así, porque las Farc consideran al periodista francés un prisionero de guerra. Es decir, que para ellos, implícitamente, el conflicto interno armado en Colombia es internacional, desde que Pastrana lo internacionalizó con el Plan Colombia y desde que Chávez llegó al poder en Venezuela. Y claro que tiene un carácter global, no sólo por lo anteriormente dicho, sino porque está permeado por el narcotráfico, los medios de comunicación (´aparatos ideológicos del sistema´ o ´industrias culturales´) y el tráfico ilegal de armas.

El punto es que todos sabemos que los corresponsales de guerra viven en constante peligro y muchas veces mueren, son heridos o capturados sin ningún derecho. Se trata de una profesión riesgosa, aunque firmen papeles exonerando a las Fuerzas Armadas de cualquier impasse o, aunque la Procuraduría impulse copias para abrir otra investigación contra los héroes de la patria.

Por lo tanto, ya sabemos que Roméo Langlois no es un desaparecido y tampoco un secuestrado más, porque su captura no tiene fines económicos y su libertad tampoco tiene como contraprestación Todo el oro de Colombia (documental de Roméo Langlois), sino que el fin de su retención es puramente propagandístico y estrictamente político.

Lamentable por donde se le mire, pero no deja de ser interesante estos dos puntos del último comunicado de los seudointelectuales de las Farc. ¿Qué pasaría si las Fuerzas Armadas de Colombia capturan a un periodista que acompaña a las filas de las Farc? ¿Acaso una cámara no puede perfectamente representar simbólicamente un fusil?

Recordemos por un instante las vidas de Hollman Morris o de Daniel Coronell, perseguidos y amenazados simplemente por investigar y por informar, sin la imposición de las versiones o de las verdades oficiales sobre el conflicto y el estado de cosas de un país que debería llamarse impunidad. Por eso muy pocos periodistas se le miden a ese cuento, porque conocen las consecuencias y eso se llama autocensura, survival of the fittest, la lucha por sobrevivir y el instinto de conservación para que no los maten por su trabajo. Pero ojalá liberen al periodista francés lo antes posible, aunque en mi opinión, todos los colombianos somos prisioneros de guerra.

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