Tres años en el potro arisco

El presidente Juan Manuel Santos cumple este siete de agosto tres fatigantes y largos años montado en el potro arisco del poder. Nunca imaginó el primer mandatario, a pesar de su vasta experiencia burocrática, pues fungió como ministro de diferentes gobiernos, que fuera tan complejo timonear el barco a la deriva en el que se ha convertido Colombia: se le ve cansado, abrumado y hasta viejo al doctor Santos. Cuando no son los bloqueos, la ola de violencia incontenible y las protestas campesinas, son las críticas de Uribe o los entuertos destapados por el senador Robledo. Durante el tiempo que lleva Santos gobernando, ha pasado de todo. La mayoría de las cosas malas para ser justo, no han sido directamente ocasionadas por sus decisiones; son la consecuencia de décadas de exclusión y olvido. Santos carece por completo de la buena fortuna que siempre tuvo Uribe, a quien le salía bien incluso lo que tenía que salir mal. Si Uribe era un gato que caía parado siempre, Santos es el perro al que se le pegan todas las pulgas. Aunque parezca increíble, hay cosas buenas en este gobierno: la política internacional, la implementación de una estrategia tecnológica que le ha dado la posibilidad a miles de niños de conectarse con la maravilla que significa la internet, los tratados de libre comercio (a pesar de que no hay vías, ni infraestructura para ello) el proceso de paz, la ley de víctimas y tierras (así implementarlas sea un viacrucis). Como reza el antiguo aforismo, de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno. No me cabe duda de que Santos quiere lo mejor para Colombia, pero su principal problema consiste en que se encuentra desconectado de la realidad nacional y de las verdaderas necesidades del pueblo. Por lo tanto, no tiene cómo saber qué es lo que se requiere y conviene. Si a eso le agregamos que el presidente está solo, porque se encuentra rodeado de un grupo de colaboradores (léase ministros y demás miembros del gobierno) que, con algunas honrosas excepciones, no tienen la menor idea de nada, personajes que poseen muchos títulos pero poco sentido común. Si Santos no se hubiese distanciado de Uribe, por congraciarse con la prensa y la decadente oligarquía bogotana, estaría cosechando tranquilidad y buenos resultados en las encuestas, independientemente de si las cosas salían bien o no. Me explico: Santos habría tenido mayor gobernabilidad con Uribe acompañándolo, lo que no implica necesariamente que dicha situación fuera la ideal, y hago la claridad porque no quiero escandalizar a los antiuribistas, a quienes les recuerdo que no soy ni santista, ni uribista, sino más bien realista. El haberse convertido en el “Caballo de Troya” del uribismo le ha salido bastante caro a Santos y él lo sabe. Santos no está acostumbrado a la adversidad. Por eso su capacidad de reacción y aguante es reducida. Para una persona que siempre tuvo el mundo a sus pies, sentir que las cosas no le salen como quisiera es simplemente insoportable y desalentador. Este país de locos requiere de un liderazgo fuerte y decido. No cualquiera puede ser el jinete de una bestia desbocada que va rumbo al abismo. Le sugiero al presidente y a todos los precandidatos que lo piensen antes de lanzarse al ruedo. Probablemente Santos habría sido un excelente Primer Ministro en Suecia, pero en Colombia la cosa es a otro precio. En todo caso, ¡Feliz aniversario Presidente! La ñapa I: Angelino Garzón tiene razón: los bancos están hace rato “pasaos” de calidad. La ñapa II: ¿Cuál es la diferencia entre los jefes de las FARC y algunos parlamentarios? Entonces que vayan al Congreso los Guerrilleros. La ñapa III: ¡Qué asco que el gobierno pretenda impulsar un proyecto de ley, para legalizar el robo de tierras y así salvar a sus amigotes y a empresarios que solo buscan lucrarse de la tragedia ajena!