Un error más: seguir atacando población civil

Si las Farc se meten en problemas con la comunidad Páez se les puede enredar muchísimo la vida. Y no tanto por la capacidad bélica de los Nasa, que ya sabemos cargan sólo inofensivos bastones de mando, sino por su cada vez más sólida estructura organizativa y su prestigio internacional,  ganado a punta de demostrar que se puede luchar con otras armas distintas a las de la guerrilla. El pueblo Nasa ha sido radical en afirmar que no desea, ni permite que la guerra se libre en su territorio. Lo hizo explícito en su muy polémica intervención en el cerro Berlín, en Toribío, donde un destacamento militar cuidaba las antenas de telefonía. En ese momento, muy crítico y muy criticado, la guardia indígena sin disparar un solo tiro retiró a los soldados que allí pernoctaban porque según la dirigencia indígena el cerro tiene una connotación sagrada y la presencia militar podría convertirlo en blanco de ataques de las Farc. Ahora lo hizo con un elemento aún más simbólico, retiró afiches de la guerrilla que conmemoraban la memoria de Alfonso Cano en el aniversario de su muerte. Los indígenas no aceptaron esta propaganda  en su territorio y eso los convirtió en blanco de la venganza guerrillera, que mató a quienes se habían atrevido a semejante insulto. No contenta con estos asesinatos, las Farc  decretaron en un comunicado la pena de muerte a la dirigencia indígena de la zona. Esto sucede apenas una semana después de que uno de los voceros en la Habana asegurara que las Farc  nunca han tenido como blanco principal o secundario a la población civil. No sé  cómo puedan entonces calificar a una guardia indígena desarmada. Seguramente para justificar su barbarie  la guerrilla la califique como “ejercito” Nasa  en su demencial radicalismo. Mucho más allá del dolor que la pérdida de estas vidas pueda causar a sus familias y a la organización indígena del Cauca, con quienes el país debe solidarizarse, asombra  la abismal estupidez de un grupo armado prepotente y facho que se considera con la autoridad legal y moral para decidir quién vive y quién muere. Es una prueba más de la intolerancia guerrillera que recluta niños, siembra minas alrededor de escuelas y sigue asegurando con el mayor cinismo que no actúa contra los civiles. Pero también es una voz de alarma para los negociadores del gobierno sobre los que podría significar que se llegue a la refrendación de los acuerdos de la Habana sin que la guerrilla haya abandonado las armas y pueda ejercer proselitismo amedrantando a quienes no estén de acuerdo con su pensamiento. El gobierno, los negociadores en Cuba y la comunidad internacional deberían unirse a lo planteado por el Defensor del Pueblo, quien  ha exigido a los representantes de la guerrilla que desautoricen y censuren drásticamente estos asesinatos y las amenazas vigentes contra la dirigencia indígena. Si la guerrilla guarda silencio será cómplice de lo que está pasando en el  Cauca y agrandará más aún la brecha de desconfianza que existe hacia su verdadera voluntad de paz. El pueblo Nasa es una víctima civil, una más de tantas, pero es además un opositor a las acciones militares en sus territorios. Los pueblos indígenas no son, ni quieren ser, parte del conflicto y eso señores guerrilleros es algo que hay que respetar. Así que tráguense sus balas, pidan perdón y no sigan diciendo mentiras en Cuba. www.margaritalondono.com http://blogs.elespectador.com/sisifus/