Llamémosle Felipe. Si no, sus alumnas de la universidad lo reconocerán. Lo conocí donde mi hermano. Mi hermano es un excelente anfitrión. Su apartamento está en el piso 19 de un edificio, arriba en El Poblado. Desde allí se divisa toda la ciudad. El clima es un poco más frío que en Medellín. No hay nada mejor que ir al balcón de mi hermano y dejarse atender.
Mi hermano conoció a Felipe durante su segunda luna de miel en San Andrés. Felipe estaba solo, dejándose contemplar de las negras. Una le hacía la manicure todos los días. Él buceaba y tomaba unas fotos espectaculares para poner en Facebook. Por la tarde buscaba a mi hermano y se ponían a conversar, a veces acompañado de un whisky. Felipe es un artista. Es profesor de grabado en una facultad de Bellas Artes de aquí, la capital de los paisas. Estudió en Italia y ha logrado vivir de su profesión. Es muy culto y muy bien parecido, está en los cincuentas pero aparenta una década menos y eso sin pintarse el pelo.
De vuelta en Medellín Felipe y mi hermano siguieron en contacto. Mi hermano terminó su romance con la protagonista de la luna de miel y volvió con su esposa. Hizo muchas celebraciones allá en el balcón del piso 19 mientras yo vivía en Estados Unidos, perdiéndome el entusiasmo y la felicidad del reencuentro.
Vine a Medellín de vacaciones y mi hermano quería "atender" a Felipe, y de paso invitarme a mí. Organizó un barbecue en su balcón, con whisky al principio y vino con la comida, más otras yerbas. Felipe llegó en punto y se puso a beber con mi hermano, mientras mi cuñada y yo tomábamos vino. La charla estaba muy animada. La noche era preciosa, lejos del ruido de Medellín pero muy cerca, con esa vista imponente.
Comimos y seguimos celebrando el reencuentro entre mi hermano y su exesposa. No dejaba de ser una paradoja que mi hermano se hubiera conocido con Felipe mientras celebraba su luna de miel con una novia, mientras que ahora estábamos celebrando su reencuentro con la madre de sus hijos, la mujer de su vida.
En un momento dado me puse a observar las manos de Felipe. Acercamos nuestras sillas un poco más. Nos miramos a los ojos, solo estábamos él y yo. Conversamos en ese tono en que uno sabe que está dejando a los demás de lado y que solo importa ese espacio que se crea cuando se sabe que se ha hecho clic con alguien. Yo no sé de que estábamos hablando, pero era como si nos hubiéramos conocido toda la vida, como si estuviéramos hechos el uno para el otro.
Se hacía tarde y mi hermano se puso la pijama. Esa era la manera de decirnos que nos fuéramos. Felipe se ofreció a llevarme. En el carro le dije que estaba temprano todavía, que nos fuéramos al Parque Lleras. Eso hicimos. Seguimos nuestra conversación. No sé cómo convencí a Felipe de que me llevara a su casa.
El apartamento de Felipe era inmaculado. No había una mota de polvo. Todo estaba perfectamente en su lugar. Los libros hacían parte de la decoración y estaban cuidadosamente alineados. Los que estaban encima de la mesa iban uno encima del otro, de mayor a menor, cada uno haciendo un ángulo recto con el libro que había encima, formando un rombo ascendente y perfecto.
Felipe me mostró sus grabados. Todos eran muy lindos. Nos besamos y Felipe me ofreció un grabado. Escogí uno de ellos y le pedí una dedicatoria. Después de pensarlo unos segundos escribió "para Fanny con amor". Me dijo que no podía expresar de otra manera lo que estaba sintiendo. Yo tenía mariposas en el estómago. No pasamos de ahí.
Felipe me trajo a la casa y en el camino de regreso llamó a mi hermano: "Usted por qué me presentó a su hermanita, aghh". Felipe se había enamorado.
Al día siguiente me di cuenta que se me había quedado el grabado en su casa. Me puse a esperar la llamada. Entré a Facebook y le mandé una solicitud de amistad. Al rato me aceptó. Pero nada que me llamaba y nunca lo hizo. Se aculilló.
En su página de Facebook aparecen un montón de jovencitas celebrándole todos los posts y admirando las obras de arte que cuelga, junto con sus fotos de San Andrés. Todas sus alumnas están enamoradas de él. ¿Para qué necesitaría a una cincuentona como yo.
La llamada nunca llegó. Me recuperé muy rápido pero siempre pienso en el grabado que me dedicó. Era lindo, pero se lo tiró poniéndole la dedicatoria donde debía ir la firma del artista. Ahora no lo puede mostrar y yo me quedé sin un original del maestro del grabado en Medellín.
Un grabado olvidado
Vie, 21/12/2012 - 01:03
Llamémosle Felipe. Si no, sus alumnas de la universidad lo reconocerán. Lo conocí donde mi hermano. Mi hermano es un excelente anfitrión. Su apartamento está en el piso 19 de un edificio, arriba