Importantes las declaraciones de Monseñor Nel Beltrán, obispo de Sincelejo a punto de colgar la sotana porque, según él, está “achacoso”. Nos pide a los periodistas que le digamos a Colombia, como pedagogos que debemos ser, que con una negociación entre las Farc y el Gobierno “puede llegar un pedazo de paz muy útil, pero no la paz completa”.
A continuación el prelado aclara por qué no es completa la paz que resultaría de un acuerdo en La Habana. No porque sigan existiendo grupos alzados en armas; no porque las bacrim herederas del paramilitarismo hagan de las suyas en las regiones olvidadas por el estado; no porque en las ciudades la delincuencia esté armada hasta los dientes… sino porque, dice el obispo, “se equivocan los que creen que hay paz porque no hay guerra”.
Me parece que esta última frase es la reflexión más profunda que nos deja este hombre que durante 60 años de vida religiosa ha conocido los horrores de la guerra y ha mirado de cerca a los actores del conflicto.
En nuestro país el conflicto armado solo ha servido para profundizar la inequidad entre ricos y pobres, entre población urbana y rural, entre hombres y mujeres, entre las étnias. Es decir, la guerra tiene aplazado el verdadero desarrollo y la justicia social. Cuando la guerra se acabe, o por lo menos cuando se firme un cese al conflicto, no habremos alcanzado la paz, apenas tendremos la oportunidad de construirla. Por eso es que ese “pedazo de paz” es calificado por el obispo como muy útil. Claro, será útil porque nos dará la oportunidad de cambiar muchas cosas en este país.
Se podrá cambiar, para empezar, la inversión en la guerra y eso no es poca cosa. Miles y miles de millones gasta un país como Colombia en algo totalmente improductivo como municiones, aviones, helicópteros artillados, guarnición para una tropa cada día mayor y, lastimosamente, en su reparación, porque nuestros soldados pagan cada día con sus piernas, brazos o vidas el costo de hacer la guerra.
Se podrá también soñar con un desarrollo agrícola para la producción de alimentos, la defensa de los ecosistemas y sobre todo la calidad de vida de la población rural. Sin el acoso de una guerrilla que vive de los cultivos ilícitos, de la extorsión y el amedrantamiento es posible pensar en parcelas cultivadas otra vez con productos de pan coger y, porque no, también con cultivos altamente rentables como el caucho y la palma africana, al servicio de pequeños propietarios agrupados en cooperativas o asociaciones.
Inclusive, ese debate que amenaza con volverse una nueva escusa para dar bala, el de las zonas de reserva campesinas, se podría dar en medio de ese pedazo de paz y no como combustible para la guerra.
Quiera pues que nos traguemos esos sapos derivados de las atrocidades cometidas en cincuenta años de conflicto con las Farc, de la misma manera como nos tomábamos los vermífugos horrorosos de nuestra infancia, pasándolos con una agüita dulce y un casco de naranja. En este caso el pasante sería la ilusión de conocer un pedacito de paz antes de que nos lleguen los achaques de la vejez, como le pasó a este buen hombre, llamado Nel Beltrán.
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Un pedacito de paz
Mar, 02/04/2013 - 01:03
Importantes las declaraciones de Monseñor Nel Beltrán, obispo de Sincelejo a punto de colgar la sotana porque, según él, está “achacoso”. Nos pide a los periodistas que le digamos a Colombia,