Una soledad demasiado ruidosa

  Una soledad demasiado ruidosa (Bohumil Hrabal) Ediciones Destino S.A Tercera edición Barcelona, España, 2000 A veces llegan a la mano del lector libros que no son tan publicitados en la maraña infinita de autores que a diario inundan, para nuestra fortuna, los anaqueles de las librerías. Este es el caso de esta corta novela del novelista checo Bohumil Hrabal, quien fue perseguido por sus ideas progresistas en la denominada “Primavera de Praga”. Los seres humanos somos sociables por naturaleza; también estamos solos por esa misma naturaleza; en un raro equilibrio inestable, siempre estamos sometidos al vaivén del péndulo de nuestras actuaciones y sus consecuencias. Cuando se rompe el equilibrio sobrevienen la duda, la incertidumbre para volver a empezar, la más de las veces, o para hundirse en la melancolía y el desasosiego, otras tantas. En un monólogo profundo, Hrabal nos muestra a Hanta, el protagonista de esta historia. Su vida laboral ha estado básicamente circunscrita a un rutinario recorrido entre su pequeño apartamento sin lujo, el trabajo de embalador de papel para reciclaje y la cervecería. Durante 35 años su espacio en la prensa que empaca libros de todo tipo, papel periódico, papel para envolver, papel de carnicería, afiches, folletos forma parte de su mundo. Por virtud de la escogencia, ha rescatado de las “garras de la prensa” a joyas que no merecen el olvido perpetuo y su posterior reconversión en papel blanco para ser reescrito. Así lleva a su apartamento libros que literalmente ocupan cada espacio disponible en su vivienda, incluso por encima de su cama, cual camarote, en donde la parte superior es también depósito de letras. También en su trabajo ha logrado darle su impronta. Las pacas de papel prensado están debidamente decoradas con ilustraciones de maestros de la pintura universal; o con partituras de músicos cuyas notas ensalzan el espíritu. Esa es su vida, sumida en una soledad infinita, pero llevada en la rutina diaria del ruido de la prensa, con su botones rojo y verde, que cambia las letras, los grabados, los dibujos que otrora llevaran guerras, amores, tragedias, alegrías, entre otros. En la práctica se ha vuelto autodidacta en donde las reflexiones de los intelectuales que pasan por la prensa, va como el incienso subiendo en el sótano hasta llegar a su mente, para convertirse como él mismo lo dice: “me he vuelto sabio y ahora me doy cuenta de que mi cerebro es un fajo de pensamientos prensados en la prensa mecánica”. La vida discurre y se vuelve dramática cuando en aras de la productividad el santuario de la prensa selecta está en trance de convertirse en una verdadera máquina informe que simplemente prensa todo, sin importar lo que se va esfumando, con nuevos protagonistas, jóvenes que solamente piensan en el placer del descanso, del sol y la arena. Es el final del ideal de aquel que sueña que al pensionarse comprará una prensa para seguir haciendo lo que llena y satisface; el protagonista, entonces, toma la decisión de ser sujeto de lo mismo que ha hecho durante 35 años, igual que puede pasar a cualquiera que cambie la belleza de lo distinto por la simpleza de la uniformidad; no puede permitirse abandonar esa “soledad poblada de pensamientos” porque como lo manifiesta es “un poco el Don Quijote del infinito y de la eternidad, y el Infinito y la Eternidad siente predilección por la gente como yo”.